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“Los resultados de la elección trajeron un respiro a los mercados y a Ecuador”

Verónica Artola, gerenta general del Banco Central de Ecuador, defiende la dolarización del país para protegerse de la inflación y como medida de disciplina fiscal. Esta entrevista forma parte de una serie de EL PAÍS con los encargados de manejar las reservas financieras de los países de América Latina

Isabella Cota
Verónica Artola, Gerente General del Banco Central de Ecuador desde junio de 2017
Verónica Artola, Gerente General del Banco Central de Ecuador desde junio de 2017.

A Verónica Artola (Quito, 1981), gerenta general del Banco Central de Ecuador, los resultados de las elecciones presidenciales del pasado 11 de abril le trajeron un alivio. La tensa contienda entre un candidato de izquierda que buscaba usar las reservas internacionales y el exbanquero y candidato ganador de derecha Guillermo Lasso terminó y los mercados reaccionaron de manera positiva. El lunes después de los comicios, Artola habló por videoconferencia con EL PAÍS, mientras subían los precios de los bonos soberanos. “Esto da tranquilidad”, dice la gerenta, cuyo mandato puede terminar este año con la llegada de Lasso a la presidencia.

Economista con estudios de maestría, Artola pertenece a un club todavía muy exclusivo. Es una de dos mujeres a la cabeza de un banco central en América Latina y de 14 en todo el mundo, de acuerdo con un conteo de Women In Economics. Esto representa un magro 8% de los bancos centrales en el planeta. Su institución es, además, un banco central no convencional, ya que no emite su propia moneda. Ecuador optó por dolarizarse en el año 2000, en parte para evitar un endeudamiento desmedido y alta inflación. Tal vez sea esto lo que hace de Artola una gerenta general más abierta y franca que otros.

Su mandato ha sido difícil. El presidente Lenín Moreno la nombró gerente del Banco en junio de 2017, y, desde ese momento, Artola comenzó a dar revés a las políticas del antecesor de Moreno, Rafael Correa, quien durante años tomó prestado del Banco Central. La deuda al banco alcanza ahora poco menos del 6% del producto interno bruto (PIB).

P. ¿Qué opina de los resultados de las elecciones presidenciales?

R. Los mercados reaccionaron de manera positiva y estas son buenas noticias, porque el candidato que ganó está en línea con algunas ideas que nosotros también estábamos persiguiendo, como por ejemplo el tema de la independencia y autonomía del Banco Central, que creemos que es una ley muy importante y él está de acuerdo. También está abierto a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Eso da una tranquilidad. En una economía dolarizada, si no tenemos los flujos externos de deuda es súper compleja la situación.

P. ¿Cuál es el panorama económico que le espera al nuevo gobierno?

R. Este año va a ser muchísimo mejor de lo que vivimos en el año 2020, por el tema de la pandemia. En el Banco Central proyectamos un crecimiento de entre 2,8% y 3,1% del PIB, impulsado en parte por un crecimiento en las exportaciones, y por la reactivación de la inversión. Hay quienes apuntan a que esto sería uno de los peores crecimientos o de los más bajos en la región, pero sigue siendo un crecimiento. Y, si el nuevo gobierno logra seguir con esta perspectiva tan positiva, el crecimiento pudiera ser mayor. En cuanto a inflación, para nosotros, por estar dolarizados, es un tema que no ha generado mayor incertidumbre. Nos ha dado mucha estabilidad interna el tema de la dolarización. Además, hay buenas noticias en el tema de la balanza comercial. Nosotros hemos estado caracterizados por ser una economía en donde exportamos menos de lo que importamos, y el año pasado ya tuvimos una balanza comercial positiva. Finalmente, cuando asumimos, los principales acreedores de deuda eran gobiernos, básicamente China. Ahora, de los 45.000 millones de dólares, más o menos, que tenemos de deuda externa, 12.000 millones son con organismos internacionales y 5.000 con China.

P. Las iniciativas de ley para darle autonomía al Banco Central y defender la dolarización han fracasado o se han retrasado en el Congreso. Hay quienes aseguran que la propuesta es una petición del FMI. ¿Es cierto?

R. Se le ha dado revés en el Legislativo dos veces a la iniciativa. Siento que también es un debate más ideológico que técnico. Esto tiene que ver con lo ocurrido durante la presidencia de Rafael Correa, cuando el Banco le prestó a la banca pública y al ministerio de Finanzas más de 6.000 millones de dólares, esto es el 6% del PIB. Claro que podía parecer interesante hacer algo de política monetaria, pero ya cuando nos sentamos en 2017 a liderar el Banco, empezamos a ver que el monto que el Banco Central prestó en su momento fue muy grande. Hicimos un análisis técnico y dijimos ‘hasta aquí puedes aguantar y hasta aquí es sano para el Banco Central y para la dolarización’. ¿Por qué cuento toda esta historia? Porque muchos dicen eso, que es un pedido del FMI hacer esta reforma y que no se ha hecho nada. Eso es falso. Desde junio de 2017 hasta agosto de 2018 empezamos a recuperar muchos de los recursos que habíamos prestado y al cierre de 2020 son casi 1.000 millones de dólares. Es en todo este transcurso empezamos a tener conversaciones como el Fondo Monetario y ellos estaban de acuerdo en tener un Banco Central que tome las decisiones de manera independiente.

P. Si el Banco no puede emitir dólares, por ser competencia solamente de la Fed, ¿cómo es que pudo “prestarle” dinero al Gobierno?

R. El Gobierno de Correa estaba muy acostumbrado, por así decirlo, a tener unas tasas de crecimiento importantes. Cuando empezó a bajar el precio del petróleo, lo que se debía hacer, naturalmente, era bajar el crecimiento. Entonces, ¿qué pasó? Fue una decisión de las autoridades utilizar la plata que estaba en el Banco Central para mover la economía. Y lo hizo vendiéndole al ministerio de Finanzas y a la banca pública certificados de tesorería, los cuales se registraban en el balance del banco. Entonces, la reserva internacional se movía para arriba y para abajo. Esa expansión del balance y esos préstamos se hicieron de manera más fuerte entre 2014 y 2017. Lo que hicieron en tres años va a demorar 10 años en recuperarse.

P. Una de las preocupaciones más grandes de sus contrapartes en Latinoamérica es que un incremento en las tasas de interés en EE UU lleve a una fuga de capitales. ¿Está preparado Ecuador para eso escenario?

R. Si bien a nosotros la dolarización nos da un alivio por la parte inflacionaria, sí tenemos afectación en las tasas de interés. Cuando la Reserva Federal estadounidense toma una decisión de subir sus tasas, para nosotros es más costoso, porque nuestra mayor fuente de ingreso de reservas en los últimos años ha sido el endeudamiento externo. Además, una subida significativa sí nos podría generar que ciertos capitales de aquí decidan salir para invertir allá. En el Ecuador seguimos teniendo tasas de entre 4% y 7%, y todavía puede ser más atractivo mantenerlo aquí en el Ecuador que lo que pueda pagar la Fed. Aquí había incertidumbre política, pero ese riesgo se ha disipado con los resultados de las elecciones.

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Sobre la firma

Isabella Cota
Es corresponsal económica para América Latina. Como periodista de investigación trabajó con Quinto Elemento Lab, NHK, BusinessWeek y OpenDemocracy, entre otros. También fue staff de Bloomberg News y Reuters en Centroamérica y Reino Unido. Es licenciada en Comunicación y Máster en Periodismo de Negocios y Finanzas por City University London.

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