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De la guerra del pimiento a la marcha verde

Las organizaciones agrarias cumplen más de 40 años de protestas para pedir soluciones a los mismos problemas

Manifestación de agricultores, vinculados a la COAG, en la calle de Bravo Murillo de Madrid, en 1979
Manifestación de agricultores, vinculados a la COAG, en la calle de Bravo Murillo de Madrid, en 1979Chema Conesa

En 1977, Fidenciano Ausín, entonces un joven agricultor de Mazuela (Burgos), se manifestaba en demanda de precios justos y contra los intermediarios. Eran los tiempos en los que el campo se echaba al monte de verdad. Más de 40 años después solo hay 57 personas censadas en ese pequeño pueblo burgalés. La mayoría ya están jubilados. Y solo queda media docena de agricultores que se preocupan por sus tierras.

Estos días en los que el campo se ha vuelto a rebelar, Fidenciano se ha quedado en casa. Se siente defraudado. Sin embargo, su hijo Eduardo, socio de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja), ha acudido a las movilizaciones. Grita las mismas consignas que su padre 40 años atrás. Eduardo cree hay que hacer algo ante la acumulación de problemas que se ciernen sobre el campo. En ocasiones, confiesa decepcionado que el principal enemigo del sector es el propio agricultor. Su abuelo Zacarías fue de los primeros socios de una cooperativa avícola para comprar pienso y vender los huevos. Él prefiere ir por su cuenta.

Las movilizaciones agrarias arrancaron tímidamente en los últimos años del franquismo. En esa época se sucedieron las llamadas guerras del pimiento en 1973, la de la leche en 1974, la del tomate en 1975 o la del maíz en 1976.

En ese contexto nacieron movimientos agrícolas ligados a partidos de izquierda. Agricultores del PC junto con profesionales independientes crearon el germen de lo que luego fue la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (Coag).

Pero la primera gran movilización se produjo en 1977 y marcó un punto de inflexión en el sector. Más de 100.000 tractores se echaron a las carreteras españolas durante dos semanas. La protesta comenzó en una asamblea en la que participaron un millar de agricultores en las llamadas canteras de Rodezno, en la localidad riojana de Haro. Se convocó para presionar por los bajos precios de la patata, pero también contra la resistencia del entonces ministro del Interior, Rodolfo Martín Villa, de no reconocer a algunas organizaciones de agricultores.

A las cinco de la mañana del 21 de febrero de ese año, cientos de tractores, que sorprendieron a la Guardia Civil del pueblo, salieron a las carreteras riojanas. Los vecinos de Burgos no tardaron en unirse a la marcha, seguida por la Unión de Campesinos en León y un reguero de agricultores de toda España. En los días siguientes casi 100.000 tractores los secundaron. No hubo graves incidentes y los guardias civiles compartieron fogatas y parrilladas con los agricultores durante las 15 largas noches en las carreteras.

En esa primera movilización conjunta de todo el campo se dieron la mano las organizaciones sindicales y las fuerzas económicas. Estaba naciendo un nuevo sindicalismo comandado por las organizaciones que dieron lugar a Coag. También salieron a la calle los agricultores liderados por los dirigentes de las viejas Hermandades de Labradores y Ganaderos —muchos de los cuales fueron el germen de Asaja—, que tampoco querían perder su peso en la representatividad del sector.

La crisis de las vacas locas

A lo largo de estos más de 40 años, las movilizaciones han sido una constante en el sector. Durante los casi nueve años en que Carlos Romero fue ministro de Agricultura, entre 1982 y 1991, se celebraron protestas casi todas las primaveras por los precios y el temor a los efectos por la entrada en la actual UE.

Otra de las grandes movilizaciones fue la de junio de 1990, o la llamada Marcha Verde en 1993 cuando Pedro Solbes era ministro de Agricultura. Ese año, decenas de miles de agricultores se concentraron en la plaza de España de Madrid. También fueron llamativas las movilizaciones por la defensa del olivar en 1996 y 1997, cuando era la ministra Loyola de Palacio. Entonces gritaban consignas por la reforma de la PAC. En 2000 la causa de las manifestaciones fue la crisis de las vacas locas.

En noviembre de 2009 se produjo una de las movilizaciones más numerosas. Tras varias jornadas de paro en el campo, se produjo una protesta con más de 200.000 manifestantes. Elena Espinosa estaba al frente de Agricultura. Tras la protesta, el Gobierno de Zapatero constituyó un grupo interministerial para abordar los problemas del sector agrario y el medio rural, pero nunca se volvieron a tener noticias del mismo.

“Te roban tus ovejas, tu libertad, tu trigo. ¿Hasta cuándo, amigo?”

Poco ha cambiado en 40 años: las demandas por los precios justos siguen protagonizando las movilizaciones y los intermediarios se han sustituido por la cadena alimentaria. Protestas viejas para las mismas reivindicaciones en una actividad que pierde activos. El sector envejece, apenas goza de reconocimiento social y tiene escasa rentabilidad, según las asociaciones agrarias.

Coag y Asaja participaron juntos en la primera manifestación unitaria en 1977. Compartían inquietudes al reclamar precios justos por la guerra de la patata. En aquella época una pancarta resumía el sentir del campo: "Te roban tus ovejas, tu libertad, tu trigo. ¿Hasta cuándo, amigo?".

Tras el ingreso de España en la Unión Europea, las negociaciones de precios en el mercado pasaron a depender de Bruselas, poco a poco fueron perdiendo peso hasta prácticamente su eliminación. Las negociaciones fueron sustituidas por las ayudas directas y mecanismos para regular los mercados que también se han ido desmantelando.

A lo largo de estos más de 40 años, las movilizaciones tuvieron como bandera los precios en diferentes producciones donde cabe destacar el olivar, la leche y los productos hortofrutícolas especialmente la patata, cultivos de invernaderos y, en menor medida, otros como el vino, la avicultura y la apicultura. A su vez, por la rentabilidad global de las explotaciones en las movilizaciones se apuntaron los problemas de financiación, módulos, fiscalidad, los derivados de la sequía, el gasóleo, el cese anticipado, los márgenes comerciales, los grupos de distribución o la posición de competencia frente al sector agrario.

Las movilizaciones agrarias han respondido igualmente a un cambio profundo a la política agraria derivado por la entrada en la actual UE.

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