Covid y riesgo de crédito
Desde algunas posiciones ultraortodoxas que en absoluto compartimos, se acusa a la regulación y a la supervisión de crear “empresas zombies”
La gestión del riesgo de crédito en las entidades financieras en el contexto de la crisis de la covid-19, y la regulación y supervisión del mismo por las autoridades competentes como la Autoridad Bancaria Europea (EBA) y el BCE en su faceta supervisora, está suponiendo un auténtico ejercicio de virtuosismo, tratando de “soplar y sorber” al mismo tiempo, o lo que es lo mismo, incentivar al crédito sin relajar en exceso los estándares de concesión.
La especial naturaleza de la crisis asociada a la covid-19, con un marcado sesgo sectorial y geográfico, y muy especialmente el colapso de los flujos de caja en un elevado número de empresas en los peores momentos del confinamiento, obligó a adoptar medidas regulatorias y supervisoras para estimular el flujo de crédito bancario hacia dichas empresas.
Esas medidas, consistentes en un alivio transitorio de los requerimientos de capital y liquidez, así como una flexibilización en los criterios contables para el reconocimiento de créditos dudosos, se han traducido, de la mano de los diferentes programas de garantías públicas activados, en una importante reactivación del crédito a empresas, que va a registrar crecimiento positivo en el conjunto del año, tras una década completa con caída en el mismo. Con ello podría decirse que ha funcionado bien la parte de “soplar”.
Tanto es así que, desde algunas posiciones ultraortodoxas que en absoluto compartimos, se ha acusado a esas medidas regulatorias y supervisoras de contribuir a la creación de “empresas zombies”. En este sentido, el propio BCE ha tenido que salir al paso en un reciente informe sobre el asunto defendiendo que sus medidas eran necesarias para apoyar a la economía en una crisis como la actual, y en absoluto incentivadoras del mantenimiento de empresas ineficientes, desde el rigor en la concesión de crédito que se les supone a las entidades financieras.
Y para recalcar ese compromiso con el rigor en el riesgo de crédito, el BCE (a través del presidente del Consejo Supervisor, Andrea Enria) enviaba la primera semana de diciembre una carta a los máximos ejecutivos de todas las entidades directamente supervisadas por él, con unas muy duras exigencias en términos de identificación y medición del riesgo de crédito en el contexto de la crisis.
En ellas se les pide llevar a cabo un seguimiento del riesgo de crédito con una visión prospectiva muy bien soportada con modelos cuantitativos robustos, y con escenarios suficientemente justificados, que incorporen de forma dinámica la complejidad e incertidumbre que va a rodear la superación de la actual crisis. Pero no solo eso, sino que aumentan las exigencias sobre la gobernanza en todo el proceso de gestión del riesgo de crédito, con una total involucración de los órganos de gobierno.
Ángel Berges y David Martínez-Bermejo son profesores de AFI- Escuela de Finanzas.
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