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Este hombre quiere cambiar el mundo con el dinero del capitalismo

Gilbert van Hassel, consejero delegado de Robeco, cree que en el negocio de la gestión de activos no se trata solo de crear riqueza, “sino también de generar bienestar”

Gilbert van Hassel, consejero delegado de la gestora Robeco, en una imagen de 2016.
Gilbert van Hassel, consejero delegado de la gestora Robeco, en una imagen de 2016.Sander Nagel.

Gilbert van Hassel (Bélgica, 1957) suelta una provocación: “Profit will save the planet (los beneficios empresariales salvarán al planeta)”. La sentencia que lanza el consejero delegado de Robeco, una de las principales gestoras de fondos del mundo, puede ser una declaración de guerra para una sociedad con un reparto desequilibrado de riqueza cada vez más preocupante y con una lista de objetivos sostenibles (como combatir el impacto del cambio climático) que se vislumbran inalcanzables. Pero antes de cualquier mala interpretación, Van Hassel aclara: “cuando hablo de beneficios no me refiero a la mano invisible que Adam Smith citó en La riqueza de las naciones, y que resuelve todos los problemas; tampoco es la definición de Milton Friedman, que afirma que cuando cuidas de tus accionistas todo lo demás estará bien”.

A lo que se refiere Van Hassel es a los beneficios (no solo monetarios) que están ligados a los fondos de inversión con criterios ambientales, sociales y de gobernanza corporativa, llamados ESG (Environmental, Social and Governance). “No se trata solo de crear riqueza, sino también de generar bienestar”, afirma el consejero delgado de la firma con sede en Rotterdam (Países Bajos) y que administra activos valorados en unos 155.000 millones de euros, de los cuales 144.000 millones tiene criterios ESG. Porque al borde del abismo medioambiental y social, los inversores han caído en la cuenta de que es posible ganar dinero sin tener que dañar el planeta. Para muestra un botón: los recursos en los fondos ESG han sumado unos 71.100 millones de dólares a nivel mundial entre abril y junio de este año. Ello catapultó a los activos a un nuevo máximo de más de un billón de dólares, según la consultora Morningstar.

Resistencia

La crisis sanitaria ha avivado el ánimo de los inversores que han visto cómo algunos Gobiernos, principalmente europeos, han apostado por planes de salvamento con un enfoque verde. “Necesitamos tener una recuperación económica sostenible”, afirma Van Hassel a través de una videollamada. Los inversores, sin embargo, no dan ningún paso en falso. Los fondos ESG más sólidos en el mercado son un buen negocio: en 2019 generaron rendimientos que superan el 30%, de acuerdo con Morningstar. Incluso, durante la época más álgida de la pandemia han sido mucho más resistentes que la mayoría de fondos, advierte la consultora.

En Robeco, el boom por los fondos sostenibles no es la excepción. “En este período todos nuestros fondos orientados a los ODS [Objetivos de Desarrollo Sostenible, marcados por la ONU] están funcionando mejor que otros fondos”, arguye el consejero delegado de Robeco, que lanzó su primer producto de inversión sostenible en 1995. “Estamos absolutamente convencidos de que si se comprenden los ESG, se tendrán mejores decisiones de inversión y rentabilidad”, asegura. Estos instrumentos financieros han calado en el mercado europeo como en ningún otro sitio. Actualmente, de las entradas totales de recursos a estos fondos un 86% proviene del Viejo Continente, un 14,6% de EE UU y el resto de países como Canadá, Australia y Nueva Zelanda, indica Morningstar.

Para 2025 se espera que del total de activos manejados en los fondos de inversión en el continente, aquellos con criterios ESG representen entre el 41% y 57%, frente al 15,1% del año pasado, según las estimaciones de la consultora PwC. “Europa está tomando la iniciativa y va a la vanguardia”, dice Van Hassel. De lograrse la expectativa, implicaría administrar una cifra sin precedentes: entre 5,5 y 7,6 billones de dólares, más de 4,5 veces el PIB español a precios actuales. “Los fondos ESG están proliferando en Europa porque los reguladores y los responsables políticos han asumido los temas ecológicos como una prioridad y están creando las regulaciones necesarias para impulsarlos”, dicen los expertos de Bloomberg Green, la rama sostenible de la agencia estadounidense. Y ahora, con la explosión de la crisis sanitaria, la conciencia medioambiental ha cobrado relevancia, agrega PwC en su análisis.

En la emergencia sanitaria, por ejemplo, la Unión Europea reavivó su ambicioso plan de recuperación con la mira en el cuidado del planeta. El famoso Pacto Verde se ha convertido en la hoja de ruta del grupo de los Veintisiete para sacar adelante la economía. El objetivo es tener un PIB vigoroso y un continente libre de combustibles fósiles en 2050. A ello se unen el cumplimiento de los ODS para 2030 que marcarán el destino de muchas industrias. “Son nuestra estrella del norte”, abunda Van Hassel. Pero no en todas las regiones del mundo los Gobiernos están asumiendo el reto medioambiental. EE UU, por ejemplo, ha dejado de lado los compromisos con el planeta. El 4 de noviembre de este año, la primera economía del mundo quedará desvinculada por completo del Acuerdo de París, un compromiso de casi 200 países contra la crisis climática. “Se necesita un cambio de mentalidad”, dice el consejero delegado de Robeco. Y con la llegada de un nuevo inquilino a la Casa Blanca, Joe Biden, la situación podría dar un viraje. “Las cosas pueden ser muy diferentes. Veremos”, zanja Van Hassel.

Cambio climático

Gilbert Van Hassel es un viejo lobo de mar en el mundo de las finanzas. Antes de llegar a Robeco ocupó diversos cargos en JPMorgan, donde trabajó 15 años. Después saltó a la gestión de inversiones de ING Europa. En 2016 se unió a Robeco, una firma que forma parte del grupo japonés Orix, que se hizo con la casa europea en 2013 por 1.900 millones de euros. Van Hassel considera que el trabajo que realiza Robeco es una respuesta necesaria a los desafíos a los que hace frente la humanidad. El consejero delegado también reconoce que “el capitalismo es la mejor forma de crear riqueza y bienestar, pero debe tener un rostro social”, recoge el Financial Times. El directivo cree que todos los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) son importantes, pero hay uno que tiene mucha más relevancia: el objetivo 13, que consiste en adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.


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