Europa se la juega con su plan de ayudas
Este fondo no va a ser la solución mágica ante el riesgo de una recuperación económica más débil de lo previsto
Sabíamos que la vuelta del verano podría no ser fácil ante el riesgo de una segunda ola de la pandemia y que había que aprovechar el período estival para tomar aire antes de las dificultades del otoño. Pero los rebrotes, que estaban en la mente de todos, han llegado quizás antes de lo previsto.
Los indicadores de la economía europea, que mejoraron sustancialmente entre mayo y julio, han empezado a reflejar en la segunda mitad de agosto estos temores, con un menor tono en los índices de confianza y un estancamiento en los indicadores más térmicos de gasto en consumo. Evidentemente, el impacto está siendo diferente: mayor en aquellos países donde los rebrotes por la covid-19 se han adelantado y en aquellos más dependientes del turismo; y menor en los países dependientes de las exportaciones industriales, como Alemania, que parece estar beneficiándose de la vuelta a la normalidad de China.
Si se confirma la intensidad de esta segunda ola en Europa, los márgenes adicionales de política económica serían menores. En política monetaria, el Banco Central Europeo (BCE) ya había anunciado compras millonarias de deuda pública, y podría ampliarlo aún más o tomar alguna otra medida menos efectiva, pero ya su única labor es evitar un contagio de la crisis a los mercados financieros, dado que no hay margen adicional para reducir los costes de financiación, de por sí muy bajos.
Un estímulo adicional tendría que ser a través de la política fiscal, para la que ya queda menos margen en los presupuestos nacionales —los ratios de déficit y deuda públicas crecerán en dos dígitos o más en algunos países de la zona—. Las esperanzas están puestas en las ayudas fiscales europeas, pero éstas, salvo algunas excepciones, tienen más carácter estructural que cíclico. En concreto, el fondo de recuperación (el principal pilar del NGEU), cuyas directrices se han publicado esta semana, va a ser muy sustancioso y estará enfocado hacia los objetivos estratégicos de la UE (verdes, digitales y sociales), pero difícilmente cumplirá el fuerte papel contracíclico que puede hacer falta en los próximos 12 meses, dado el calendario previsto para su aprobación e implementación. Es posible que los fondos empiecen a circular a mediados de 2021 cuando, si todo va bien, las vacunas se hayan empezado a distribuir de manera masiva y la confianza vuelva de manera rápida a consumidores y empresas.
Europa se juega muchas cosas con el NGEU —sus prioridades a largo plazo, la semilla de una política fiscal común, la reputación de gastar de manera eficiente—, pero este fondo no va a ser la solución mágica ante el riesgo de una recuperación económica más débil de lo previsto.
Miguel Jiménez González-Anleo, BBVA Research.
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