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Cuando una gran cosecha es un gran problema

El sector teme que la enorme producción de uva prevista este año aumente todavía más los ya elevados excedentes

Una máquina cosechadora recolecta uvas al amanecer en un viñedo de Montilla, en Córdoba.
Una máquina cosechadora recolecta uvas al amanecer en un viñedo de Montilla, en Córdoba.Salas (EFE)

A pocas semanas del inicio de la vendimia en las principales zonas productoras, en el sector del vino crece el miedo ante las previsiones de una gran cosecha estimada por las cooperativas agroalimentarias de entre 43 y 44 millones de hectolitros, frente a la media de 37 millones en años anteriores. Llueve sobre mojado, porque la pandemia ha provocado excedentes por el cierre de los restaurantes, el descenso del turismo, la supresión de las fiestas y la caída de las exportaciones. Sobran vino e incertidumbre sobre nuevos aranceles de la Administración norteamericana y por lo que suceda con el Brexit.

Las medidas de almacenamiento, destilación o vendimia en verde o arranque de racimos adoptadas por Agricultura no han sido suficientes para ordenar el mercado. Ante este escenario, la Organización Interprofesional del Vino llevará a cabo negociaciones con todos los agentes de la cadena para tratar de buscar conjuntamente una salida, tanto desde la perspectiva de la oferta como de la demanda. Fuentes del organismo creen insuficientes las medidas adoptadas por Agricultura y reclaman más apoyos comunitarios desde los fondos de gestión de crisis.

Los problemas y los desajustes en el sector del vino no son nuevos. En la última década se ha reducido la superficie de cultivo, pero gracias al riego y a variedades más productivas, las cosechas medias han crecido en cinco millones de hectolitros, hasta los 42 millones, frente a una demanda interior congelada en solo 10 millones y unas exportaciones medias de 21 millones de hectolitros basadas en precios bajos.

La pandemia ha dado la puntilla. Según los datos manejados por la Federación Española del Vino, la caída de ventas de las bodegas en el canal de la restauración ha sido de una media del 65% en España y de un 49% en el exterior. Por su parte, en el canal de distribución alimentaria, ese descenso habría sido del 12% en España y del 23% en el exterior. A tenor de una encuesta de la patronal del sector, la crisis afectó al 94% de las bodegas con una caída media de la facturación en el primer semestre del 38%, porcentaje que llega al 54% en las bodegas pequeñas o medianas más dependientes de la restauración y al 30% en el resto. Por otra parte, según datos del Observatorio Español de los Mercados del Vino la caída de ventas en el exterior sufrió el descenso más importante del último lustro en el primer trimestre.

En respuesta a esta situación, Agricultura dispuso un fondo de 91,6 millones de euros para operar en tres direcciones: 65,4 millones para la destilación de dos millones de hectolitros de vino; 16,2 millones para el almacenamiento de 2,25 millones de hectolitros y otros 10 millones para incentivar la vendimia en verde con la destrucción de la uva a la que se acogieron viticultores con más de 4.300 hectáreas. En todos los casos, los fondos se quedaron cortos para atender las demandas de industrias bodegueras, destiladores, cooperativas y de los viticultores. De cara a limitar la oferta de uva esta vendimia, Agricultura decidió también rebajar los rendimientos máximos de uva por hectárea. A esta política se han sumado diferentes consejos reguladores reduciendo los techos de producción como el Cava, Rueda o el de La Rioja.

Nuevas medidas

En este contexto, industria y viticultores coinciden en la necesidad de aplicar nuevamente medidas para la ordenación de los mercados. Entre otras actuaciones, COAG reclama la posibilidad de una segunda fase de almacenamiento y destilación de vino cuando se tengan cifras más reales sobre la producción de esta vendimia y pide un adecuado control en la vendimia para que se cumplan esas exigencias en volumen. Asaja y UPA coinciden en señalar que las decisiones de Agricultura son correctas, pero con fondos insuficientes.

Industriales y viticultores también coinciden en la urgencia de dar una solución a los problemas del vino, de modo que se habiliten fondos extraordinarios desde la UE para gestionar la situación. Porque hasta ahora, los recursos aportados procedieron de partidas ya disponibles en el programa de apoyo vigente para el sector del vino, dotado anualmente de algo más de 200 millones de euros que se destinan históricamente a planes de mejora en industrias o en el campo y promoción de la demanda.

El sector denuncia que otros países miembros, que a la vez son competidores directos de los productores, como Francia o Italia, han puesto en marcha actuaciones complementarias de apoyo, lo que, en su opinión, deja al sector español en una posición de inferioridad.

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