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Los trabajadores suspenden a los directivos en igualdad

Accenture calcula que las empresas ganarían 3,7 billones de dólares anuales si la cultura de la inclusión que afirman desplegar los jefes fuese más real

Vista de una empresa del distrito financiero de Madrid.  
Vista de una empresa del distrito financiero de Madrid.  Víctor Sainz
Carmen Sánchez-Silva

Un abismo. Eso es lo que separa a directivos y a empleados. Y se aprecia también en la percepción que tienen unos y otros sobre los avances en materia de igualdad en las organizaciones. Los trabajadores piensan que los lugares de trabajo no son tan inclusivos como creen sus jefes, según el estudio ‘Getting to Equal 2020’, que ha elaborado Accenture a partir de las encuestas a más de 1.700 ejecutivos y 30.000 empleados de 28 países del mundo. Mientras que más de la mitad de los trabajadores sondeados no ve ningún progreso de los líderes a la hora de construir culturas más igualitarias en las empresas en los últimos tres años, el 75% de los directivos opina que un entorno laboral inclusivo es fundamental para el éxito de su negocio. Eso sí, solo dos de cada diez consideran una prioridad el desarrollo de este tipo de cultura, en tanto que el resto pone el foco en el rendimiento financiero.

Existe una gran brecha de percepción entre lo que los directivos dicen que están haciendo y lo que sus plantillas experimentan. Y si esa brecha se redujese a la mitad, calcula Accenture, las empresas podrían elevar cerca del 33% sus ganancias globales.

La falta de coincidencia tiene que ver con la flexibilidad. El 72% de los líderes cree que los empleados tienen un gran control sobre cuándo, dónde y cómo trabajan. Algo que los trabajadores no piensan ni por asomo. El 80% de los encuestados no está de acuerdo. Lo mismo ocurre con el poder que los jefes otorgan a los empleados a la hora de plantear sus preocupaciones, innovar y hacerlo sin miedo al fracaso. El 72% de los directivos opina que han desplegado un entorno laboral que se lo permite, pero solo el 32% de los empleados coincide con su óptica. Más de la mitad de las plantillas no se sienten seguras a la hora de exponer temas delicados a sus superiores, aunque estos, una vez más, piensen que sí.

La consultora estima que reducir esta brecha de percepción de unos y otros a la mitad podría conseguir que una de cada tres mujeres se sintiera pieza clave en la organización en la que trabaja y que pasase del 22% al 44% el porcentaje de las que aspiran a puestos de liderazgo. Y ello se trasladaría inmediatamente a los beneficios de las corporaciones mundiales, que podrían generar unos beneficios potenciales de 3,7 billones de dólares, que se sumarían a los 11,3 billones obtenidos globalmente en 2019. Estados Unidos y la región Asia-Pacífico serían los territorios más favorecidos, con un billón y 1,3 billones, respectivamente. Ganancias en potencia que en Europa Accenture estima en 850.000 millones de dólares.

Esta cuantificación se obtiene al medir el impacto en los costes de contratación, ya que acortar la distancia que separa a jefes y empleados conduce a una caída del 5% del índice de abandono empresarial, lo que supone un ahorro de 8 millones de dólares al año; así como al valorar un mayor crecimiento de los beneficios previstos, del 33%, tal y como corresponde a las empresas con una mayor cultura igualitaria, y simular un aumento de rentabilidad utilizando datos reales sobre el resultado bruto de explotación (ebitda) de las empresas del índice S&P para 2019.

Accenture cree que la brecha de percepción del progreso en la cultura igualitaria entre directivos y el resto de la plantilla se resolvería a través de la figura de los denominados ‘culture makers’, es decir, personas designadas por las organizaciones encargadas de impulsar el cambio real internamente. De momento, los ‘culture makers’ son pocos. Una excepción. Solo el 6% de los líderes mundiales (el 9% en el caso de las mujeres directivas) son los únicos ejecutivos que, además de “decir y hacer” provocan que los demás les sigan y, por tanto, logren progresos.

Del estudio de la consultora se desprende que el 32% de los directores no cree que la cultura inclusiva sea importante para la viabilidad de su organización, el 31% dice que cree pero no hace nada por implementar esa cultura, otro 31% dice y hace pero no recompensa a sus empleados por construir las medidas inclusivas. Algo que caracteriza a los ‘culture makers’, los ejecutivos que están en sintonía con sus plantillas, es que suelen ser más jóvenes que el resto (el 68% son milenials), contar con un mayor equilibrio de género (un 45% son mujeres) y dirigir organizaciones cuyos ingresos crecen el doble de rápido que las demás.

“Se pueden igualar las percepciones de directivos y empleados definiendo las redes y a las personas que van por delante del resto en materia de diversidad y tratan de acortar la brecha”, sostiene María José Sanz, managing director y responsable del comité de igualdad y diversidad de Accenture en España, Portugal e Israel.

Empresas como Microsoft y Sodexo tienen unos líderes que promueven la cultura de la inclusión y la diversidad. Ambas compañías determinan los incentivos anuales de sus directivos en función de la evolución de sus objetivos en materia de igualdad.

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Sobre la firma

Carmen Sánchez-Silva
Es redactora del suplemento Negocios. Está especializada en Economía (empleo, gestión, educación, turismo, igualdad de género). Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Previamente trabajó en La Gaceta de los Negocios, Cinco Días, Ranking, Mercado e Ideas y Negocios. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.
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