_
_
_
_

El futuro del empleo que ya pasó

Aunque es fácil imaginarse la destrucción de miles de empleos, el cambio tecnológico tiene implicaciones más complejas y menos catastróficas

Daniele Grasso
Clase de un máster en el IESE Business School en Madrid.
Clase de un máster en el IESE Business School en Madrid.CARLOS ROSILLO

El futuro da miedo. Más aún si le añadimos una dosis de tecnología que recuerda distopías cinematográficas y un aluvión de cifras amenazadoras. Si los robots acabarán con el trabajo de las personas es una pregunta que nadie puede responder con todas las certezas. Pero desde los primeros estudios sobre el asunto hasta ahora, el escenario parece cada vez menos catastrófico.

El debate está marcado por la idea de que algo (mucho) se va a destruir, sobre todo porque es más sencillo que imaginar la creación de lo que todavía no existe. La destrucción la vemos en nuestro día a día. Las cajas automáticas que empiezan a sustituir a los empleados en los centros comerciales y los cajeros que desaparecen de nuestras calles son consecuencias de la tecnología a las que ya nos hemos acostumbrado. La academia ha intentado cuantificarlas con estudios como el de Michael Osborne y Carl Frey, de Oxford, que en 2013 estimaron en un 47% los empleos en riesgo de automatización (rebajaron al 35% esa predicción hace dos años).

Los nuevos perfiles y puestos de trabajo que nacerán gracias a los avances tecnológicos son mucho más complejos de identificar. Para hacer un símil con el pasado, Ian Stewart y Debapratim De, economistas de Deloitte, han analizado qué efectos han tenido sobre el empleo otras revoluciones tecnológicas. Han creado una serie temporal comparable, a partir de los datos del censo, para identificar cómo han evolucionado los empleos desde 1871 hasta 2014 en Reino Unido y en Gales. El cambio más profundo, explican, es el que mueve los trabajos de ser fuente de fuerza a ser fuente de cuidados, educación y provisión de servicios. “Nuestro análisis”, explican, “identifica que los trabajos rutinarios, manuales y cognitivos, son los que más han sufrido, porque la tecnología puede sustituir fácilmente el trabajo mecánico. Pero la misma tecnología es altamente complementaria para trabajos cognitivos no rutinarios: no hay posibilidad de sustituir el trabajo como el que hacen los cuidadores, enfermeros o tareas de consultorías de gestión”.

La evolución de los empleos demuestra que a lo largo de 200 años el aumento de la automatización ha llevado siempre a un crecimiento económico más rápido. Y ese avance tecnológico, subrayan, no ha hecho más que ir de la mano del aumento de las tasas de empleo.

En las últimas décadas, esta transformación ha polarizado el mercado de trabajo de las economías más avanzadas. Tal y como advierte la OCDE en su último informe sobre el futuro del empleo, la porción de trabajos que requieren una cualificación media ha descendido frente a la porción de trabajos altamente cualificados o de muy baja cualificación. En España, el peso de los empleos muy cualificados ha aumentado en diez puntos porcentuales entre 1996 y 2015. Es justamente la tecnología el factor que más ha empujado hacia esta polarización, más aún que la globalización, señala la OCDE.

La tecnología mueve el trabajo hacia la polarización, aupando los trabajos altamente cualificados. ¿Y qué ocurre con los sueldos? Los jóvenes sin estudios universitarios han conseguido los trabajos más básicos, y en consecuencias los menores sueldos. Pero también es cada vez más común que los jóvenes bien formados tengan mayores probabilidades de encontrar trabajos mal remunerados, como ya ocurre en 22 de los 30 países de la OCDE. Una carrera universitaria no implica un trabajo con un buen sueldo y sobre todo en España, donde el porcentaje de jóvenes con estudios que se ha encontrado con trabajos de baja escala salarial ha aumentado más de 20 puntos porcentuales entre 2006 y 2016.

Es decir, aumenta la disponibilidad de trabajos que requieren grandes habilidades -y buena formación- pero disminuyen los trabajos bien remunerados. ¿Se volverá a alcanzar el equilibrio? Las previsiones son optimistas. El Foro Económico Mundial ha utilizado datos de LinkedIn para identificar las tendencias en los perfiles más buscados entre 2013 y 2017. Absolutamente todos requieren mucha formación y capacidades técnicas elevadas mientras ofrecen remuneraciones por encima de la media.

En el mismo informe, el WEF pregunta a 313 directivos de empresas multinacionales, qué tareas serán previsiblemente más requeridas en un horizonte 2022: analistas de datos y científicos, especialistas en inteligencia artificial, directores generales, especialistas en big data, especialistas en transformación digital. Las más amenazadas por la digitalización serán las de entrada de datos, contabilidad y nóminas, secretaría administrativa y ejecutiva, trabajos de montaje y de fábrica, información al cliente y servicios al consumidor.

En España, la tendencia recuerda mucho a la se identificó en Reino Unido para el siglo pasado. En un cuestionario remitido a empleadores españoles, Ramón Alos, profesor de Sociología en la Universidad Autónoma de Barcelona, llega a la conclusión de que los sectores más propicios para la creación de empleo en un horizonte 2025 son, por el siguiente orden: salud y servicios sociales, servicios de las TIC, ocio y cultura, servicios profesionales, educación y hostelería-restauración. Los más desfavorecidos serán banca y seguros, tareas administrativas, manufactura, agricultura, comercio y administración pública.

La tecnología, apunta el estudio de Alos, ayudará a crear empleos en salud o sanidad y servicios sociales, en actividades de ocio y cultura, en hostelería y restauración, en transporte y logística. “El aumento del empleo en esta última y en servicios de las TIC puede responder a unas crecientes necesidades empresariales o de las cadenas de fabricación, también de la administración pública, en dichos ámbitos, impulsado por los avances y retos tecnológicos, en digitalización e innovación”, resume el autor.

Esto hará que se mantenga, avisa, la ya creciente polarización del empleo: aumentarán las ocupaciones más profesionalizadas y con mejores salarios, al mismo tiempo que las menos cualificadas y con peores condiciones de empleo.

Las transformaciones tecnológicas no son, pues, el futuro. Son el presente, el día a día que ya estamos viviendo. Está por ver cómo calarán en el mercado de trabajo actual, qué tareas resistirán y cuáles será mejor automatizar o cómo se gestionarán las desigualdades de un entorno cada vez más polarizado.

Sobre la firma

Daniele Grasso
Italiano de nacimiento y madrileño de adopción, es periodista especializado en análisis de datos e intenta contar el mundo a través de ellos. Es miembro del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ).

Más información

Archivado En

_
_