El sastre digital
La Fábrica de Camisas utiliza un ‘software’ en el que guarda las medidas, gustos y piezas ya adquiridas por sus clientes
En 2012 existían dos tipos de tiendas de camisas a medida en España: las muy costosas o las que ofrecían un precio reducido, pero que eran realizadas de forma más artesanal, recuerda Emilio Colomina. El madrileño, de 38 años, venía de cerrar su primer emprendimiento de servicios a domicilio y rápidamente reconoció en el sector un nicho que no estaba siendo satisfecho.
Empezó poco a poco. Junto a su hermano Íñigo Colomina y dos de sus amigos del colegio José María Hernanz y Darío Areitio —este último ya no es parte del proyecto—, realizaron una prueba piloto en la que ofrecían a amigos y familiares confeccionar camisas a medida. Una vez confirmado el éxito de la idea, en 2012 crearon La Fábrica de Camisas y fueron puerta por puerta para darse a conocer.
El negocio iba creciendo, pero el tiempo empezó a ser un problema. Los cuatro fundadores continuaban con sus trabajos paralelos y Colomina empleaba todo su tiempo libre en el negocio textil. “Aprovechaba por la noche cuando llegaba a casa o a la hora de comer, pero llegó un momento en el que pasé la línea roja en la que debía decidirme por una cosa u otra porque estaba afectando mi desempeño en ambas”, admite el madrileño. Finalmente el empresario decidió dejar su trabajo como consultor y se puso a administrar a tiempo completo el negocio propio.
Convencido de que la tecnología marcaría la diferencia, contrató a una empresa para que creara un software que controlara todos los aspectos de la compañía: desde la captación de la orden y el monitoreo de un pedido, hasta las medidas de un cliente, sus gustos y los artículos que ya compró con anterioridad. El programa crea también los patrones de las prendas solo con introducir las medidas de los clientes y envía promociones personalizadas gracias a la ayuda de la inteligencia artificial. Esta base de datos cuenta con la información de 16.000 clientes, de los cuales el 65% ha realizado algún pedido a la empresa en el último año. “Es una ventaja competitiva muy importante, porque a un cliente de camisas a medida al final le da igual pagar 10 euros más o 10 euros menos. Lo que quiere es que su camisa esté bien, en tiempo y en forma”, afirma el emprendedor.
Actualmente la start-up cuenta con 11 trabajadores entre la fábrica en Toledo y la tienda en Madrid. Mensualmente realizan entre 600 y 1.000 camisas a medida, pero también confeccionan trajes y venden prendas fabricadas en serie —tanto camisas y trajes, como zapatos, corbatas y otro tipo de accesorios—.
El negocio está enfocado principalmente a los hombres, pero también ofrecen algunos modelos femeninos. Sin embargo, estos solo están disponibles para amigas de los fundadores o parejas de los clientes, y no se realizan completamente a medida. “Las prendas de mujer son muy complejas”, asegura el madrileño. Por esa razón, si una mujer quiere hacerse con una de las prendas deben probarse patrones ya confeccionados y solo puede cambiar detalles como el cuello y la manga.
Dos tiendas más
Con una facturación que ronda el millón de euros y un beneficio que supera los 15.000, Colomina está listo para la expansión. En los próximos meses planea inaugurar una tienda en Badajoz y otra en Sevilla. Además, están trabajando en un configurador online para que no sea necesario que los clientes vayan a los locales para solicitar prendas a medida, sino que podrán configurar los detalles de forma digital.
El personal es el punto débil de la compañía. A la dificultad para conseguir un equipo “de confianza” en el que puedan delegar las tareas, se suma el hecho de que los ingresos no terminan de convencer a los otros socios para que dejen sus trabajos paralelos. “Son decisiones personales. El coste de oportunidad para ellos es muy grande. Estamos creciendo, pero no dejamos de ser una start-up y no podemos pagar sueldos de banquero”, relata Colomina.
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