Los ‘viernes sociales’ elevan en 60.000 los beneficiarios del subsidio de parados mayores
El pasado 8 de marzo el Gobierno aprobó un decreto por el que se rebajó de 55 a 52 años la edad a que estos parados podían acceder a la ayuda
En casi cuatro meses, los beneficiarios del subsidio de desempleo destinado a proteger a los parados más mayores ha subido hasta las 332.582 personas, 60.537 más que en febrero. Tras el aumento está el decreto del 8 de marzo, en uno de los llamados viernes sociales previos a las elecciones. En él se rebajó de 55 a 52 años la edad a que estos parados podían acceder a la ayuda y, además, se eliminó la obligación de que se jubilaran anticipadamente nada más que reúnan los requisitos legales (con la rebaja correspondiente en la pensión). Este es el subsidio con más beneficiarios de las ayudas contra el paro no contributivas, que suman 723.730 en total.
Nada más entrar en vigor la anunciadísima medida —estuvo en los presupuestos fallidos para 2019—, el número de solicitudes del subsidio para mayores de 52 años se disparó. En marzo acudieron a pedirlo siete veces más desempleados que en 2018 (32.400 frente a 4.800), pese a entrar en vigor a mitad de mes. La tónica se mantuvo en abril y mayo. El ritmo se aflojó en junio (16.600), aunque este número todavía multiplica por cuatro el del mismo mes del año anterior, según el Ministerio de Trabajo.
Sumadas las altas y restadas las bajas, el saldo final en cuatro meses es que hay 60.537 beneficiarios más cobrando el subsidio destinado a proteger a los parados de más edad. En junio había 332.582 beneficiarios, casi la mitad de todos los que desempleados que perciben algún tipo de ayuda no contributiva. Básicamente, la asistencia contra el desempleo se divide en dos partes. Por un lado, las prestaciones contributivas, las pagas más cuantiosas que se pueden cobrar durante un máximo de dos años y se generan según lo cotizado. Y, por otra parte, los diferentes subsidios y rentas de inserción, a los que se accede tras haber agotado las primeras y/o cumplir requisitos como no llegar a umbrales de renta, tener familiares a cargo o estar en una edad avanzada en la que es difícil volver a encontrar empleo.
Reversión de recortes
Esta última ayuda se recortó en los años más duros de la crisis (2012 y 2013): se elevó de 52 a 55 años la edad a la que podía empezar a cobrarse y se obligó a jubilarse a los beneficiarios nada más cumplían los requisitos para retirarse de forma anticipada. El Gobierno volvió al punto de partida y eso ha impulsado el número de beneficiarios. Y lo ha hecho en un periodo en que lo habitual en los años precedentes ha sido que cayera el número de estas ayudas (en torno a 10.000) por la tradicional mejora del mercado laboral entre marzo y casi todo el verano.
La mayor parte del incremento se debe a la rebaja de la edad a los 52 años. Según los datos del Servicio Público de Empleo Estatal, en junio había 34.533 personas cobrando los 430,27 euros mensuales que corresponden a esta ayuda que tienen entre 52 y 54 años. Esta cifra todavía está lejos de los 114.000 que esperaba el Gobierno cuando presentó la medida, aunque fuentes del Ministerio apuntan que ese dato era un pico que se alcanzaría en 2020.
Además, se eliminó la obligación de que se jubilaran anticipadamente nada más reúnan los requisitos legales
A esos casi 35.000 beneficiarios nuevos, hay que sumar otros 26.000 de 55 años en adelante. El incremento se debe, en primer lugar, a una sentencia del Tribunal Constitucional de julio de 2018 que rebajaba los requisitos de renta mínima (eliminó que se tomara en consideración la renta de toda la familia, y lo redujo solo al potencial beneficiario) para cobrar el subsidio. Y, en segundo lugar, se debe a otra de las medidas del decreto de marzo: la que ya no se les obliga a retirarse anticipadamente si no quieren.
Esta última se traduce en menos salidas del subsidio a la jubilación. Algo que también incentivó otro cambio de aquel decreto social, el incremento de la base de cotización de estos parados (del 100% al 125% del salario mínimo) con el aumento a 900 euros del salario mínimo. Es decir, los beneficiarios de este subsidio han pasado de cotizar por una base de 858,55 euros al mes a otra de 1.312,5 euros. Este incremento en la cotización mejora la pensión de jubilación que cobra después un colectivo que ha sido muy castigado durante la crisis.
La otra cara de todos estos cambios consiste en un incremento del coste del subsidio por desempleo. El mayor número de beneficiarios, a 430,27 euros al mes, y el incremento de lo que el Servicio Público de Empleo paga a la Seguridad Social en cotizaciones hacen que los 857,77 millones desembolsados en mayo sean un 6,58% más que un año antes.
Una prestación cada vez menos masculinizada
La ayuda para desempleados mayores de 52 años ha sido, tradicionalmente, una prestación masculinizada. En un sistema de seguro en el que genera derechos quien cotiza, esto no es extraño si hay más hombres que mujeres trabajando, como sucede en el mercado laboral español. Sin embargo, esta situación se atenúa en las ayudas no contributivas, pues lo cotizado previamente pierde peso. De hecho, si se suman todos los subsidios no contributivos, el año pasado 388.949 mujeres cobraron alguno de ellos por 362.223 hombres.
Pero esta situación cambia cuando se toma solo el subsidio de los desempleados de más edad. El porcentaje de trabajadores que lo percibe se sitúa sistemáticamente por encima del de trabajadoras: la crisis llegó a ensanchar la brecha hasta un 60% de ellos frente al 40%. La distancia se ha ido reduciendo, sobre todo en el último año pasando a ser del 55,8% frente al 44,2%.
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