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Retos económicos locales

Las ciudades que triunfan regeneran espacios deteriorados, utilizan intensivamente la tecnología e involucran al ciudadano en los proyectos

Imagen cedida por el Ayuntamiento de Madrid.
Imagen cedida por el Ayuntamiento de Madrid.
Santiago Carbó Valverde

España ha cerrado un ciclo electoral intenso en los últimos años con las votaciones que se celebraron el pasado domingo. Las municipales fueron quizás la principal referencia y cabe preguntarse qué puede cambiar en nuestros Ayuntamientos. No es España un país donde sean frecuentes transformaciones sorpresivas de los entornos urbanos que lleven las ciudades a otro nivel, al estilo asiático.

Tampoco se suelen observar deterioros notables que conducen a algunas urbes al abandono y la consideración de entornos fantasma, como se observa en algunos casos en Estados Unidos. Sin embargo, sí hay experiencias de proyectos que, con el tiempo, han logrado catapultar la imagen y economía de algunos municipios españoles… para bien. Ha sido posible a pesar de que las competencias de un Ayuntamiento son limitadas y, a menudo, desconocidas por los vecinos.

El urbanismo —con una creciente dificultad de acceso a la vivienda en muchas ciudades y las preocupaciones medioambientales a la cabeza— es la referencia central de la política local. Abundan en campaña electoral las propuestas faraónicas. Ese tiempo ya pasó. Son necesarias acciones más realistas y cotidianas.

Hay dos ejes urbanos donde se están dando progresos sorprendentes en experiencias locales internacionales, que son la combinación de “inteligencia digital” y “ecología”. Las llamadas ciudades ecointeligentes (eco-smart cities), con transporte público de calidad y limpio y con conexión rápida y ubicua de redes. Una fuente extraordinaria de capital social.

En un país como España, estas cuestiones pasan por el filtro de la omnipresencia del turismo. Corresponde a los Ayuntamientos articular su responsabilidad turística, apostando por la calidad en lugar de por el récord año a año. Pedimos a los Gobiernos centrales empleo estable y de calidad, pero no podemos hacerlo fomentando a escala local empleos turísticos que se traducen en mayor agotamiento medioambiental.

He tenido la oportunidad de presidir el Consejo Social de Granada —ciudad con peculiaridades por su historia y cultura— y de comprender que no faltan ideas pero sí liderazgos que trasciendan el partidismo. A los alcaldes no les podemos pedir que sean gurús, sino líderes que, con mayoría o con consenso, impulsen el valor histórico y las potencialidades de su ciudad.

A menudo, sacrificando popularidad a corto plazo. Ha habido ejemplos de Gobiernos municipales que han impulsado y transformado ciudades desde puntos de partida muy oscuros. Un elemento común en las experiencias de éxito es evitar la concepción de la ciudad como un ente aislado o único y arrastrar a toda una provincia en torno a economías de gama y red. Cooperación total y rivalidad cero.

Algo aún más trascendente en un momento en el que se habla de acabar con la España vaciada. Hay otros tres rasgos que definen a las ciudades que triunfan económicamente en el siglo XXI. El primero es no solo apostar por lo nuevo , sino también recuperar o regenerar lo perdido industrialmente o lo deteriorado ecológicamente. Segundo, entender la tecnología como un facilitador, como un modo de hacer las cosas en lugar de un fin. Y tercero, y más complicado, la capacidad para involucrar e ilusionar al ciudadano en el proyecto.

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