_
_
_
_
Kalok Chan

“Las escuelas de negocios no han creado la desigualdad”

El decano de la Chinise University of Hong Kong cree que el carácter pragmático de los chinos y su gusto por los negocios impedirán que la guerra comercial vaya a más

Miguel Ángel García Vega

Kalok Chan (Hong Kong, 1962) es el decano de la Chinese University of Hong Kong (CUHK) Business School, y ha estado recientemente en Madrid para firmar un acuerdo de doble titulación con el Instituto de Empresa.

Kalok Chan, fotografiado en Madrid.  
Kalok Chan, fotografiado en Madrid.  Víctor Sainz

Pregunta. Las escuelas de negocio chinas han subido mucho en las clasificaciones. ¿Por qué?

Respuesta. Es cierto que desde hace unos años las escuelas chinas ocupan posiciones más altas. Sobre todo en programas como los MBA. Es un reflejo de las enormes oportunidades y perspectivas que estamos abriendo a los estudiantes. Pero también es la imagen del crecimiento de la economía china, de su mayor prosperidad y de la posibilidad de ofrecer esta formación a más personas.

P. Con la guerra comercial entre EE UU y China, ¿hay fuga de alumnos chinos a las escuelas europeas?

R. Las circunstancias políticas que estamos viviendo en EE UU han provocado que algunos estudiantes asiáticos, incluidos los chinos, después de graduarse no elijan estudiar allí. Todavía es pronto para saber cuál será el alcance real de esta situación. Pero también podría suceder, por ejemplo, que los alumnos europeos prefieran antes matricularse en centros de su propio continente o asiáticos.

P. ¿Cuál es la diferencia entre una escuela de negocios china y una española?

R. Todos los centros del mundo tienen algo en común: preparar el currículo de sus alumnos para una economía que es cambiante y que, además, resulta un desafío. Retos que traen la tecnología y la innovación. Esta es la parte compartida. Pero las escuelas chinas aún tienen una historia corta y deben hacer un mayor esfuerzo para crear alrededor del estudiante un entorno internacional. En aulas como las del IE University se sientan alumnos de todo el mundo. Esto es algo que aún no sucede en las escuelas chinas.

P. España tiene centros de prestigio, ¿por qué debería un alumno español matricularse en un centro como el suyo?

R. Cuando te matriculas en CUHK lo haces en la segunda economía del planeta. Un país de gran crecimiento alrededor de la cual surgen muchas oportunidades. Así que ya sea si estás pensando en buscar opciones después de la graduación o quieres regresar a Europa o, incluso, trabajar en nuevos países, lo que el estudiante se lleva es un profundo conocimiento de la economía china.

P. En Europa, los ejecutivos chinos tienen una imagen de ser muy educados pero también muy duros negociando.

R. Los chinos son, sobre todo, pragmáticos. No están marcados por la ideología. Aunque, desde luego, se guían por principios. Pero es verdad que son muy prácticos. Cuando se sientan a negociar intentan alcanzar un acuerdo razonable. Un trato que beneficie a la empresa, a la economía y al país.

P. Para acceder a los buenos empleos es básico conseguir una formación de postgrado. Pero las escuelas de negocio son caras y solo un porcentaje muy pequeño puede pagarlas. ¿Son “motores” de la injusticia?

R. Desde luego, la desigualdad no es algo que hayan creado las escuelas ni sus graduados. Se explica por un cambio de la estructura económica del mundo. Nosotros no les formamos para que ignoren sus responsabilidades. La sociedad es diferente frente hace diez o veinte años cuando los estudiantes estaban dirigidos, sobre todo, a emplearse en la industria financiera u otras similares. Ahora trabajamos más la mentalidad social. Especialmente en los alumnos jóvenes. El propósito es fomentar su implicación en el entorno y sobre todo con los más desfavorecidos.

P. Pero la realidad va por otro camino. Los gastos en formación son tan altos que para pagar las facturas muchas familias se ven obligadas a vender sus casas. ¿No es excesivo?

R. Las escuelas de negocio tenemos la responsabilidad de proporcionar educación a los alumnos más capaces. Desde luego si proceden de familias con pocos recursos les ayudamos. Porque para nosotros resulta más importante el talento que su capacidad financiera. Por eso disponemos de un sistema de ayudas y becas.

P. ¿Existe la brecha de género en los centros chinos?

R. En el nuestro no. Hay más mujeres que hombres.

P. La economía del mundo se debilita, ¿cómo afecta a China?

R. El país va a frenar su crecimiento. El PIB se situará en un 6% este año. Pero es una situación que ya estaba prevista incluso antes de la guerra comercial. La década pasada se introdujo mucho dinero en el sistema para estimular la economía, aunque de una forma excesiva. El Gobierno ha optado por retirar esta política de estímulos y resulta inevitable la ralentización. Todo esto, sin duda, afectará a los empleos más cualificados. Sin embargo, ese porcentaje es aún muy bueno.

P. Sí, pero hacía 30 años que no se veían esos niveles tan bajos. ¿Qué consecuencias tiene?

R. Afectará a los trabajadores. Durante años, los precios de las manufacturas chinas han sido muy competitivos. Esos días ya no volverán, y hoy los costes de la mano de obra se igualan. Esto tendrá efectos sociales y veremos cómo se marchan empresas. Y de fondo está la guerra comercial, que todavía no sabemos su alcance.

P. Alguna intuición seguro que tiene.

R. Soy optimista. Al final se alcanzará un acuerdo. Lo he comentado antes, los chinos son, sobre todo, prácticos y les gusta negociar. Desde luego, hay cosas a las que China no va a renunciar como su desarrollo tecnológico y habrá que ver hasta qué punto es agresivo Estados Unidos en este tema.

P. China incrementa su poder geoestratégico en el mundo. Algunos ven en sus movimientos una amenaza.

R. China no es ninguna amenaza. Esas acciones son parte de una estrategia para adquirir recursos o ampliar su actividad comercial. No es la respuesta a la búsqueda de un mayor poder político.

P. En la próxima década, ¿será la primera superpotencia?

R. Hay asuntos fundamentales que tiene que afrontar el Gobierno. Por ejemplo, encontrar un lugar para todos esos trabajadores del sector manufacturero que se verán afectados por la disrupción tecnológica. Estamos aún muy lejos de ser esa superpotencia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_