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Esperanzas desde Polonia pensando en las Europeas de 2019

La europeísta Plataforma Cívica ha conseguido las alcaldías de las principales ciudades del país: Varsovia, Cracovia, Lodz, Wroclaw y la emblemática Gdansk

Recuento de votos en la ciudad de Przemyśl durante la segunda vuelta de las elecciones locales y regionales de Polonia, el pasado domingo. / DAREK DELMANOWICZ (EFE)
Recuento de votos en la ciudad de Przemyśl durante la segunda vuelta de las elecciones locales y regionales de Polonia, el pasado domingo. / DAREK DELMANOWICZ (EFE)

En política europea conviene no lanzar alegremente las campanas al vuelo ni tampoco crear categorías que traten de explicar todos los acontecimientos que se van sucediendo en los Estados miembros. De hacerlo, se corre el riesgo de quedar desmentido por la realidad a la vuelta de la esquina.

Pero tampoco sería acertado dejar pasar las buenas noticias sin darles la importancia que merecen en medio de una tormenta de malas nuevas, sobre todo cuando pueden representar indicios de cambios de tendencia de fondo a veces inadvertidos a primera vista.

Es el caso de las elecciones municipales que acaban de celebrarse en Polonia (la segunda vuelta ha tenido lugar el 4 de noviembre), entre los socios comunitarios que cuenta con uno de los Gobiernos más conservadores y euroescépticos de la UE, cuyas decisiones han llegado a cruzar tanto los límites de lo aceptable que incluso han sido llevadas por la Comisión Europea ante el Tribunal de Justicia de Luxemburgo (que acaba de suspender cautelarmente los cambios normativos que ponían en riesgo la independencia del poder judicial polaco).

En esos comicios, Libertad y Justicia (PiS) -el partido gobernante cuyos hilos maneja Jaroslaw Kaczynski-, ha visto cómo la principal fuerza de la oposición, la liberal y europeísta Plataforma Cívica, y la alianza que alentaba (Coalición Cívica), conseguían las alcaldías de las principales ciudades del país: Varsovia, Cracovia, Lodz, Wroclaw o la emblemática Gdansk.

Los resultados de las municipales –con una alta participación para Polonia, un 50% de media entre las dos vueltas- son coherentes con un interesante dato (puesto en duda por algunas voces por lo sorprendente) arrojado por el Eurobarómetro de septiembre: el 70% de los polacos encuestados se declaraba partidario de la UE, en un país cuyo Ejecutivo piensa exactamente en sentido contario.

¿Estamos ante un cambio de tendencia en Polonia? ¿Se prolongará en las europeas y en las generales de 2019? Difícil asegurarlo, teniendo en cuenta el reverso de la moneda: que el PiS gobernará en la mayor parte de las regiones del país de acuerdo con los resultados del 21 de octubre.

Puede que Trump y el Brexit estén abriendo los ojos a sectores que consideran que la UE no es un mal, sino un bien para sus vidas y el de futuras generaciones

Pero lo que parece claro es que los sectores urbanos con mayor renta e información se decantan por un no al Gobierno y su deriva ultraconservadora, que incluye poner en cuestión la división de poderes y un proactivo euroescepticismo.

Hace bien poco los Verdes alemanes en Baviera y en Hessen y ahora Plataforma Cívica en Polonia obtienen buenos resultados electorales con un programa nítidamente europeísta, frente a aquellas fuerzas políticas que dudan de su tradicional convicción proeuropea o directamente se sitúan contra la UE.

Puede que Trump, el Brexit y las nefastas decisiones adoptadas por los gobiernos comunitarios que han decidido abrazar la bandera del enfrentamiento con Bruselas (Varsovia, Budapest, Roma) estén abriendo los ojos a importantes sectores ciudadanos que consideran que la UE no es un mal, sino un bien para sus vidas y el de las futuras generaciones que hay que preservar movilizándose como se hace principalmente en democracia: votando a quien no esconden la enseña azul de las doce estrellas doradas, sino que la sitúan en el centro de su programa.

Si es así, el esfuerzo hasta las elecciones europeas de 2019 deberá estar centrado en movilizar ese electorado frente a la supuesta ola populista que inundaría de escaños el Parlamento de Estrasburgo, porque si en mayo se para ese golpe con claridad, los partidos que desearían desarmar la UE recibirán una derrota que podría ser definitiva para sus proyectos no de futuro, sino de pasado.

* Carlos Carnero es director gerente de la Fundación Alternativas

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