Iberdrola inaugura en el Báltico su primer parque marino en solitario
Wikinger, con 70 aerogeneradores y que da electricidad a 350.000 hogares alemanes, es la gran apuesta en renovables de la compañía
El primer proyecto de energía eólica marina desarrollado y operado en solitario por una empresa española se ha inaugurado este lunes en Sassnitz (Alemania). Se trata de Wikinger, un parque eólico de 350 megavatios construido por Iberdrola que ya da energía a 350.000 hogares de Alemania. Este país es, junto con Reino Unido, el líder en la instalación de esta renovable, y allí es donde Iberdrola está apostando fuerte. Hace solo unos meses que la compañía se adjudicó otros dos proyectos en la zona, Baltic Eagle y Wikinger Süd. Cuando se completen, entre los tres formarán el mayor complejo offshore del mar Báltico.
Wikinger es un emblema para Iberdrola. Es su primer proyecto en eólica marina suyo al cien por cien y la compañía está especialmente orgullosa de haberlo puesto en marcha en un país tan competitivo y exigente como Alemania. El parque empezó a verter a la red hace casi un año. Por la producción recibe un precio regulado de 191 euros MWh durante 8 años prorrogables hasta 11 y medio. Alemania ofrece precios subvencionados como parte de su estrategia para llegar a 2020 con un 40% de renovables en su consumo energético. Tras el apagón nuclear decidido por Angela Merkel en 2011, el país apuesta fuerte por las renovables, al precio que sea necesario.
A la inauguración, celebrada en el puerto industrial de Sassnitz, han acudido el director general de los Negocios (Business CEO) de Iberdrola, Francisco Martínez Córcoles; el ministro de Energía, Infraestructura y Digitalización del estado de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Christian Pegel, y el CEO de 50 Hertz, Boris Schucht. 50 Hertz es una de las operadoras del sistema eléctrico en Alemania.
El proyecto ha requerido una inversión de 1.400 millones de euros, la mayor que ha hecho hasta la fecha una empresa española en renovables. Los 350 megavatios proporcionan electricidad al equivalente al 20% de toda la energía que demanda el estado de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, donde se ubica el parque. Wikinger está a unos 35 kilómetros en línea recta desde el puerto de Sassnitz, en la isla de Rügen. El parque ocupa 34 kilómetros cuadrados.
75 metros sobre el agua
"¡Qué bonito es!", exclama cada poco Patricia Salamanca, ingeniera y directora de la oficina del proyecto de Wikinger. El barco que lleva a unos 70 medios de comunicación de distintos países, entre ellos EL PAÍS, mar adentro a ver el parque eólico se aproxima a su destino y ya se distinguen los molinos de viento que se yerguen sobre el mar Báltico. Son 70 aerogeneradores que se elevan 75 metros sobre la lámina de agua, explica Salamanca, 165 metros en total hasta la punta de la pala.
El barco que transporta a la prensa, una embarcación turística que normalmente se dedica a llevar a los visitantes a los célebres acantilados blancos de la costa oriental de Rügen, navega entre los aerogeneradores y hasta la subestación, bautizada Andalucía porque se construyó en los astilleros de Navantia en Puerto Real (Cádiz). Pesa 8.500 toneladas, apunta Salamanca, y se transportó en barco durante 14 días. Un cable interno recoge la energía a 33 kilovoltios que producen cada seis o siete aerogeneradores y la lleva hasta la subestación, donde se transforma a 400 kilovoltios. De allí parte otro cable hasta la costa, pero no a Rügen, sino al continente, a 70 kilómetros de distancia.
En este tipo de proyectos todo son grandes cifras: se han utilizado 280 pilotes de 40 metros de longitud y 2,5 metros de diámetro, todos construidos por la empresa Windar, en Asturias. Las cimentaciones que se colocaron sobre ellos, de 620 toneladas cada una, se fabricaron por la empresa danesa Bladt y la española Navantia en su astillero de Fene (Galicia).
Las turbinas, fabricadas por Siemens Gamesa en sus plantas de Bremerhaven y Stade (Alemania), tienen cinco megavatios y son las más potentes y más grandes que ha instalado hasta ahora Iberdrola. Cada una de sus palas mide 67 metros de longitud. En breve serán superadas por turbinas de 8 y hasta 10 megavatios. De hecho, el proyecto de Wikinger Süd, de 10 megavatios, consistirá en un único aerogenerador.
"Cada parque se adecua a las características del terreno. Y se hace una ingeniería ad hoc", explica Salamanca. En este caso, las características del lecho marino en esta zona del mar Báltico permitieron que apenas hubiera que perforar en la roca para hincar los pilotes, que son los cimientos de los molinos. "Es caro y lento. Cualquier cosa que suponga emplear tiempo en el mar es dinero. Por eso se hacen catas y se perfora antes para ver cómo es el suelo y saber dónde colocar cada aerogenerador", añade. La superficie tiene que ser lo suficientemente blanda para que el hincado sea fácil pero lo suficientemente dura para que el aerogenerador no colapse durante su vida útil.
Como en muchos proyectos de este tipo, los análisis del subsuelo detectaron munición de la Segunda Guerra Mundial en el lecho marino que no había explosionado y que tuvo que ser retirada, relata Salamanca como anécdota. En el proyecto han trabajado más de 2.000 personas de 20 nacionalidades. "Para muchos de nosotros ha sido la primera vez que trabajábamos en un parque eólico marino", dice la ingeniera. De ahí que verlo funcionar de cerca otra vez, aunque hace casi un año que empezó a volcar energía a la red, todavía la emocione.
El parque de Wikinger no es en puridad el primero de Iberdrola. Hace cuatro años se inauguró en el Mar del Norte el West of Duddon Sands, pero a través de Scottish Power y en consorcio con la empresa danesa Dong Energy. Tampoco será el más grande. El proyecto East Anglia, también en el Mar del Norte y con 714 MW, se está construyendo actualmente. Está previsto que empiece a operar en 2020 y será uno de los mayores del mundo.
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