La resurrección del fabricante de platos que apostó por ‘Masterchef’
Porvasal, productor de vajillas para la hostelería, salió con vida del concurso de acreedores y ha conseguido entrar en beneficios
La compañía valenciana Porvasal ha demostrado que un concurso de acreedores no tiene por qué significar la desaparición. En 2012 esta empresa, con fábrica en Chiva, recurrió a este procedimiento por una situación de insolvencia, lo que la obligó a trabajar en condiciones extremas, pero ello no le ha impedido crecer. Mientras que sus ingresos eran de ocho millones de euros hace seis años, en 2017 superó los 10 millones. Además, vende casi la mitad de su producción fuera de España, en 40 países de Europa y América. El próximo paso va a ser el desembarco de su marca y de las vajillas en el difícil mercado de EE UU.
Mantener este crecimiento en medio de un concurso que duró de 2012 a 2016 no fue fácil. La empresa tuvo que limitarse a pagar a sus acreedores, con lo que no dispuso de un solo euro para modernizar las instalaciones o lanzar colecciones. “Nos generó muchos problemas”, apunta Cristina Lambies, directora general e hija del fundador. “Los bancos nos cerraron las líneas de descuento, las máquinas empezaron a deteriorarse, lo que provocó una fuerte bajada de la productividad, y un aumento de las piezas defectuosas”. En ese momento la idea de ampliar mercado resultaba difícil, dada la desconfianza de los clientes sobre el futuro de la compañía y su capacidad para garantizar la reposición de las piezas. “Durante años no pudimos conseguir nuevos clientes; nos limitamos a servir a los de siempre, que nos apoyaron”, recuerda Lambies.
Pese a eso, a partir de 2016 la empresa ha conseguido entrar en beneficios y liquidar sus deudas con regularidad. “Hemos logrado que la rentabilidad vaya en aumento”, asegura la directiva, que lleva 18 años en Porvasal y asumió la responsabilidad ejecutiva en 2016, antes de la salida del concurso, lo que coincidió con la jubilación de su padre, Vicente Lambies. “Empecé haciendo un plan de negocio desde cero que me llevó desde las materias primas y la producción al departamento financiero, la exportación y, luego, la dirección comercial”.
Estabilidad financiera
Lo primero que hizo Lambies fue estabilizar la situación financiera para poder reinvertir y rearmarse ante la competencia. “Hace dos años firmamos un convenio, al que acudieron el 78% de los acreedores, y que nos reabrió la financiación bancaria”, indica la directora general. La empresa tiene entre cinco y diez años para satisfacer la deuda, según sea la calificación de la misma. También reforzó la estructura comercial, con nuevos distribuidores (muchos fuera de España), y se dedicó a poner a punto la fábrica, que estaba algo abandonada.
El patrocinio de concursos como ‘MasterChef’ se tradujo en nuevos contratos
“Hemos comprado dos máquinas nuevas, un equipo de prensado isostático para fabricar en alta presión, y una mesa de refino automatizada”. Aparte de mejorar la calidad de las piezas y reducir las mermas (unidades defectuosas), las nuevas máquinas generaron una reducción de la plantilla. El número de empleados bajó de 170 a 145 personas en el último año. La fábrica, con capacidad para sacar nueve millones de piezas al año, seguirá incorporando nuevas máquinas, entre ellas una pulidora para mejorar el brillo de las vajillas.
En la estrategia para recuperar tracción, quizás la decisión más impactante fue la de patrocinar concursos de cocina en España, como Cocinero del año (Alimentaria) y sobre todo MasterChef. “Lo decidimos estando en concurso de acreedores, para dar seguridad a nuestros clientes de que íbamos a seguir en el mercado”. Y la idea funcionó porque la notoriedad que ha generado con MasterChef se está traduciendo en nuevos contratos.
Porvasal está mostrando cierta habilidad en situarse en un segmento medio-alto, con colecciones de calidad y durabilidad a un precio competitivo. De hecho, ha sido la calidad y originalidad de sus colecciones lo que le ha permitido resistir. Eso, aparte de las reposiciones, muy habituales en la hostelería y que sirven para fidelizar a los clientes, entre los que destacan Barceló, Iberostar, VIPS, Ginos, Cañas y Tapas o Ikea. La empresa no descuidó nunca el servicio al cliente, que necesita respuesta rápida. “Siempre procuramos que nunca les faltara el producto”.
En la España peninsular Porvasal sirve las piezas en un plazo de hasta 72 horas, igual que en buena parte de Europa. “Somos más rápidos que la competencia”, asegura la directora general.
La compañía nació en 1992 a partir de la extinta Porcelanas de Levante, adquirida por Vicente Lambies. Tras años de crecimiento, la situación cambió de pronto. En 2012 la crisis de los fabricantes de vajillas en España era total, ya que la recesión se cebó con su principal cliente: la hostelería. La profundidad del bache fue tal que de los siete grandes fabricantes que existían hace seis años, han desaparecido todos menos Porvasal. El parón de la inversión en nuevos establecimientos detuvo la venta de nuevas vajillas.
Estas se vieron también afectadas por un fenómeno muy habitual en muchos sectores; el segmento de precio medio desapareció. En las vajillas baratas no había manera de competir con el producto que llegaba de Asia. Y en las vajillas de lujo era muy difícil para las firmas españolas competir con las marcas de loza inglesas, alemanas o francesas. “Estas marcas llevan más de 100 años en el mercado, es complicado luchar contra ellas”.
Previsiones optimistas
Tras superar el bache, en la empresa destilan optimismo. “Para los próximos años prevemos incrementos de ventas superiores al 10%”. Esto hace que no tengan duda de que van a disponer de medios para seguir invirtiendo en maquinaria y nuevas colecciones y apostando por nuevos mercados. “Estamos abriendo en países en los que no estábamos”, dice la directiva, “como Letonia o Portugal”.
La empresa también está implantada en la zona del Caribe y México, en donde sirve a grandes cadenas hoteleras. Y ahora se prepara para desembarcar en
EE UU, mercado en el que están desarrollando una red de distribuidores. “Tenemos unos precios mejores que los de nuestros rivales europeos, y proponemos formatos más novedosos. Funcionaremos bien allí”. El problema es que tendrán que redimensionar las piezas. “Ahí utilizan tamaños más grandes”. De todos modos, la empresa va a renovar sus colecciones, de la mano de su diseñador Ximo Roca, lo que no pudo hacer durante los años del concurso ya que “diseñar y preparar una nueva colección supone una inversión muy alta”. Las colecciones modernas para la restauración tienen hasta 30 o 40 piezas distintas, y cada una exige su propio molde. En Porvasal se decantan por colecciones más pequeñas, de 10 o 12 piezas, ya que las preferencias de los cocineros han cambiado. “Ahora les gusta mezclar diferentes colecciones”, concluye Lambies.
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