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Columna
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Liberalización y empleo

La liberalización del transporte, como sucedió en otros sectores ha creado miles de empleos y ha mejorado significativamente la calidad del servicio

José Carlos Díez
Taxis concentrados en el paseo de la castellana
Taxis concentrados en el paseo de la castellanaFrancisco Seco (AP)

Tras ganar la guerra civil, Franco impuso una economía planificada para tener el pleno control de los factores económicos. Inspirados en la creación de campeones nacionales, se reforzaron monopolios y oligopolios por ley. Y fue uno de los periodos de nuestra historia en el que más aumentó la pobreza. Con la llegada de la democracia y nuestra entrada en la Unión Europea, hemos ido reventando uno por uno esos oligopolios. El resultado ha sido el mayor periodo de crecimiento y creación de empleo de nuestra historia y nos ha permitido multiplicar por tres el gasto social por habitante.

El sector del taxi es un oligopolio especial. Afecta a la movilidad urbana y las licencias están distribuidas entre miles de empresarios autónomos. Siempre ha habido coches con conductor. Pero la transposición de la directiva de servicios europea liberalizó la oferta y las nuevas tecnologías han revolucionado el sector de movilidad urbana en todo el mundo.

España replica la dinámica global con un gran jugador nacional como Cabify, liderado por un joven de 39 años nacido en La Velilla, un pueblecito de Segovia, que se anticipó al futuro y ha creado una multinacional que compite con gigantes como Uber, Didi o Lyft.

Los coches con licencia VTC en España están limpios, huelen a ambientador y tienen conductores amables que te saludan, te ofrecen agua y te preguntan si la temperatura del climatizador es de tu agrado, si te apetece escuchar la radio y qué emisora prefieres escuchar. El sector del taxi cómodo con décadas de monopolio tardó en identificar el futuro, aunque ahora ya dispone de las mismas aplicaciones, hace descuentos de precios y ofertas y empieza a mejorar el servicio al cliente, aunque es muy heterogéneo.

La liberalización, como sucedió en otros sectores ha creado miles de empleos y ha mejorado significativamente la calidad del servicio. Por lo tanto, los españoles hemos mejorado nuestro bienestar gracias a las VTC. Los taxistas han perdido cuota de mercado y son los perdedores. Como en otros sectores que la reconversión afectó a miles de familias, necesitan un plan de ayudas para la transición. Pero las licencias ya autorizadas de VTC son legales, como ha sentenciado el Tribunal Supremo, y prohibirlas como propone Ada Colau, además de ilegal, provocaría la destrucción de miles de empleos. ¿Esos trabajadores son ciudadanos de segunda categoría para la alcaldesa de Barcelona y para Podemos?

La movilidad urbana necesita una nueva regulación para adaptarse a la nueva realidad tecnológica. Y pronto necesitará actualizarse, ya que los coches y motos sin conductor compiten tanto con taxi como con VTC y el coche autoconducido será una realidad en unos años. El nuevo Gobierno ha incorporado a su estrategia los ODS de Naciones Unidas y la agenda 2030: innovación, sostenibilidad, agenda digital, etcétera. En este conflicto tiene una prueba del algodón. La clave es apoyar lo nuevo minimizando los costes sociales en la transición. Apoyar lo viejo nos devolvería a la maldición de Unamuno "que inventen ellos".

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