El fundador de La nevera roja se pasa al transporte
La empresa Ontruck aplica la tecnología a un sector tradicional para optimizar los trayectos que ahora van vacíos
A los 29 años se convirtió en un empresario de oro: Íñigo Juantegui (Pamplona, 1985) vendió La Nevera Roja (compartida con otro socio) por 80 millones de euros. Dice que no ingresó el 50% (40 millones) porque había otros inversiores, y lo que realmente cobró por esa operación queda entre él “y Montoro”. Era 2015 y lo que había nacido como una aplicación para pedir hamburguesas copaba la mitad del mercado español de distribución de comida a domicilio (aunque no ganaba dinero). Ese movimiento le ha dado a Juantegui la liquidez necesaria para apostar por un sector bien distinto, el trasporte por carretera, en un entorno similar, el tecnológico. Bautizada como Ontruck, su empresa actual se basa en los mismos principios que mueven a Uber o Airbnb: ganar dinero sin tener, en su caso, camiones, centros logísticos o grúas que descarguen palés. Ontruck, con 100 empleados y oficinas en Madrid y Londres, es un software que pone en contacto a transportistas con clientes para que los primeros optimicen las rutas y los segundos consigan mejores precios en el marco de la media distancia (no realizan ni paquetería de última milla ni traslados lejanos). A cambio se llevan una comisión que es variable, de entre el 5% hasta el 15% en un transporte urgente. En las últimas semanas han cerrado una ronda de financiación de 25 millones de euros para seguir expandiéndose por Europa (con lo que ya han recibido 36,2 millones). En la ronda, liderada por Cathay Innovation, han participado nuevos inversores como GP Bullhound, así como actuales accionistas: Atomico, Idinvest Partners, All Iron Ventures, Total Energy Ventures, Point 9 Capital y Samaipata Ventures.
“La idea la tuvimos tras hacer un análisis a finales de 2015 en el sector del transporte. Vimos que tenía muchas ineficiencias, la tecnología no había llegado a cambiar nada sustancial del sector. Montamos una plataforma con nuestro propio software, conseguimos cargas de grandes clientes, como Decatlhon o Pepsi”, explica Juantegui. Cada nueva operación está calculada por un algoritmo que optimiza las rutas. “Se las ofrecemos a los camioneros a través de la app. Ellos pueden aceptar o rechazar el pedido”.
Trabajan con 2.200 transportistas, tanto autónomos como pequeñas flotas en Madrid, Cataluña, Valencia, País Vasco y el área de Londres. ¿Cómo garantizan a los clientes la calidad en lo que hacen? “En sectores como el de reparto de comida cualquiera puede montarse en una moto o en una bici. Cualquier persona que tenga un coche puede conducir, compartirlo. En cambio, la gente que tiene un camión en propiedad y el título habilitante es un profesional, está muy orgullosa del trabajo. No son recién llegados”.
El año pasado facturaron tres millones y este ejercicio esperan superar los 20. “La mentalidad del sector, y de muchos sectores industriales, es: “Quiero tener el activo”. Y eso no es necesariamente mejor. Desde el punto de vista del cargador, que trabajemos con autónomos o pequeñas flotas es mejor, porque los costes que soportan son menores, y podemos optimizar el precio. A los camioneros les damos la posibilidad de que complementen las rutas que ya tienen para reducir el número de kilómetros en vacío”, señala Juantegui. Según sus cálculos, el 40% de los kilómetros que recorre un camión en corta distancia va sin carga. “Y la Comisión Europea dice que hay una falta de camioneros en Europa. Pero aquí no faltan, el problema se puede solucionar optimizando las rutas”.
Sus oficinas de Madrid, situadas a pocos metros del Congreso de los Diputados, tienen el sello de cualquier empresa tecnológica: espacios diáfanos, mesas compartidas, comedor con futbolín y mucha gente joven que se comunica en inglés. “Un tercio son ingenieros que se dedican al desarrollo de sofware, y el resto al negocio (comercial, administración). Tenemos más de 20 nacionalidades”, repasa Juantegui. Construyen cada día el negocio a través de un algoritmo que no deja de cambiar. “Hemos hecho un gran esfuerzo en la parte del precio. Tomamos en cuenta más de 12 variables, como la distancia, el tipo de carretera, el tipo de camión, el peso, el número de palés, el tiempo que nos dan de antelación, si es una carga recurrente o no... es de los sistemas de tecnología más complejos que hemos creado”.
Sus clientes son medio millar de empresas medianas y grandes. “Hay dos impactos claros en lo que hacemos. El primero es que los transportistas ganan más, y por lo tanto podemos cobrar menos por carga. El segundo, es que se reducen las emisiones, y la congestión de la circulación”. Pero como ha pasado con otras aplicaciones, por ejemplo en la relación que tiene Airbnb con que hayan subido los alquileres, quizá la suya tenga efectos inesperados. “Ojalá generáramos un gran impacto. Pero no preveo ningún efecto secundario adverso”, niega el emprendedor.
Paso a paso
Los comienzos de la empresa no fueron fáciles. Había que convencer a los camioneros de que confiasen en la aplicación. “Llamábamos a 20 y solo cinco venían por la oficina... se la enseñábamos, les generábamos la confianza y empezamos a pasarles cargas. Ahora tenemos un proceso estandarizado para la captación de transportistas. Tenemos un vídeo, formación... se ha profesionalizado muchísimo”. No han conseguido entrar en beneficios, pero algunos de sus mercados, como Madrid y Barcelona, se acercan al umbral de rentabilidad. “El problema es que cuando abrimos en nuevas ciudades, durante seis siete meses es puro coste”.
Confían en el hecho de que la logística es una de las áreas de negocio que las empresas suelen subcontratar de forma habitual. Lo hacen con cargas recurrentes (planificadas año a año), otras para recorridos concretos durante unos meses, necesidades puntuales de traslado de una mercancía o servicios de urgencia. Cuanto más urgente, más comisión se carga al cliente. “Nos enfocamos en el nicho más grande de este mercado, que también es el más estándar: los palés en seco”. Nada de mercancías peligrosas, animales o camiones cisterna. “Hacemos palés y bultos en seco orientados a la corta distancia. Desde 100 kilos a los 24.000”.
Millonario a los 29
Íñigo Juantegui estudió Empresariales en Cunef. Entró en PWC en el área de Transacciones. “Básicamente hacíamos planes estratégicos y Diu Diligence comerciales para asesorar compraventas. Ese puesto me dio una exposición brutal al mundo de la empresa desde un nivel muy alto. Cuando tenía 24 años hablaba con consejeros delegados, directores financieros, comerciales”, cuenta Juantegui. Con su socio José del Barrio fundó en 2010 La Nevera Roja, que vendieron en 2015. Ahora que ha montado Ontruck dice que no tiene ninguna intención de vender. “Quiero que llegue a mis nietos”. Pero la incertidumbre todavía rodea el futuro del proyecto. “Estamos creando un mercado de cero, nos estamos replanteando toda una industria. Es muy difícil saber qué pasará dentro de 36 meses. Cada día construimos el futuro”.
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