La publicidad se ha escapado y anda suelta por la ciudad
Anunciarse en la calle ya no solo conlleva una enorme valla o un cartel en la parada del autobús. Ahora cualquier elemento urbano puede ser un soporte para venderte un producto. Anda con cuidado
Hoy en día no es nada fácil captar la atención de la gente para intentar venderle algo. Los soportes publicitarios tradicionales (vallas publicitarias, televisión...) nos invaden. Esto causa el efecto contrario. La sobreexposición a este bombardeo hace que construyamos una barrera en nuestro cerebro y que los mensajes que nos lanzan se hagan casi invisibles y no nos despierten interés alguno. Esto ha provocado que las empresas busquen otras formas de atraer al consumidor.
Así, buscan técnicas poco convencionales, más creativas, diferentes y que puedan llegar directamente a su potencial cliente. Ahora ya vale todo, y se utilizan todo tipo de recursos o espacios para sobresalir. Uno de esos espacios es la misma calle. Cualquier cosa que se encuentre en la vía pública o la propia acera puede ser objetivo de los publicitarios. A este tipo de publicidad se le denomina "street marketing".
Su realización requiere de una alta creatividad e imaginación, ya que necesita crear nuevas maneras y formas de presentar y vender el producto con una acción en la cual la gente pueda identificarse con la marca. Para llegar a un mayor número de espectadores estos montajes suelen realizarse en grandes ciudades. Su objetivo es llamar la atención y que el boca a boca funcione. Así, si le gusta, será el principal embajador del producto.
Así, para promocionar los restaurantes McDonald's de la ciudad canadiense de Vancouver recurrieron a una acción de este tipo. El resultado no les pudo quedar mejor. Es imposible no fijarse en el montaje al pasar a su lado.
También Vivianne y su estudio utilizó una farola para anunciar sus clases de ballet. Una publicidad enormemente sencilla y barata a la par que tremendamente efectiva con tan solo hacer unos cortes al papel y doblarlos para asemejar un tutú clásico.
Más infraestructura requirió el montaje que se tuvo que realizar para el anuncio de la leche Anando. Pretendía demostrar la fuerza que da beberse un vaso de leche diariamente. Visto desde lejos, el efecto visual es impresionante. Supongo que a medida que te acerques se le irán viendo las costuras.
Durante un paseo por cualquier calle de la ciudad puedes encontrarte con un banco, aunque ninguno como el que propone Kit Kat, fiel a su consejo Tómate un respiro.
También utiliza los bancos, bueno, una parte de ellos, la marca estadounidense de productos deportivos Nike, que propone lo contrario al sosiego y la relajación: hacer ejercicio. Excelente idea, pero que a algunos les puede sentar como un tiro cuando vieran el asiento con la esperanza de poder descansar un rato.
Y si hablamos de ejercicio, una de las modalidades más difíciles del atletismo es el salto de altura. El fabricante de pan de molde Pepperidge Farm propone, para hacerlo un poco más llevadero, utilizar sus productos en vez de usar la típica colchoneta de plástico.
Más. También una triste y sucia alcantarilla puede servir como soporte publicitario. Si no, que le pregunten a Folgers, una marca de café que ha invadido Nueva York. Solo tiene un pequeño defecto: se parece a una humeante y deseable taza de café, pero no huele precisamente como tal.
Estos sumideros también pueden servir para hacer reivindicaciones impactantes, lejos de las manidas campañas de concienciación tradicional que, por repetidas, dejan menos huella en la gente. Caso es el de Amnistía Internacional, que utilizó esta clase de tapaderas para denunciar algunos totalitarismos a los que son sometidos algunas personas.
No solo las fiestas de alto copete pueden presumir de tener un "photocall" para el uso y disfrute de las revistas del corazón. En cualquier esquina de tu barrio puedes encontrar este tipo de decorados. Eso sí, un poco menos glamouroso y con más mensaje que el de los eventos sociales. Está patrocinado por el Centro Weingart contra la pobreza como dirían los mecenas de las celebraciones de la alta sociedad.
Por último, la Navidad es una época de regalos. Los contenedores de cada calle se llenan de papel de regalo, bolsas y cajas vacías. En Ámsterdam decidieron bajar a la basura los restos del envoltorio de un regalo especial: un Mini. Su tamaño hace que sea ideal para envolverlo como regalo.
Así que ya lo saben. Cuidado al salir a la calle. Los anuncios andan sueltos y nadie sabe dónde pueden estar.
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