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Los profesores del cambio

Los docentes innovadores apuestan por nuevas metodologías en las que la motivación de los alumnos vertebra el programa

Andrea Nogueira Calvar
El profesor Tristán González  imparte una clase en el Colegio Los Olivos.
El profesor Tristán González imparte una clase en el Colegio Los Olivos. Carlos Rosillo

Noelia Cebrián imparte clases a niños de Infantil en el colegio La Purísima de Zaragoza. Sus alumnos tienen una particularidad: son sordos. “Aquí aprender a pronunciar una sola palabra es un reto”, apunta. Cebrián es una apasionada de la tecnología y la ha llevado al aula a través de varios robots. “Son niños hechos al fracaso; el robot les ayuda a equivocarse y repetir una y otra vez casi sin darse cuenta porque están pendientes del juego”, explica. La tecnología es una de las herramientas que los docentes más innovadores de España utilizan en sus aulas, pero acuden a otras muchas como la neurociencia, el cine e incluso la magia. Su objetivo es superar un sistema tradicional lacónico que no siempre logra el éxito académico de sus alumnos y que además descuida los aspectos emocionales y de valores. 

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A través de actividades sencillas de programación Cebrián consigue que sus alumnos practiquen los ejercicios de logopedia. “Para lograr que el robot se mueva tienen que decir correctamente la palabra ‘derecha’, ‘izquierda’, algo que a nosotros nos parece muy sencillo pero que para ellos es mucho”, ejemplifica. Los niños repiten una y otra vez las palabras hasta que ven al autómata moverse. Comenzó con un robot y ahora ya tiene dos.

Con su ímpetu ha logrado que otros profesores también se interesen por su metodología, aunque reconoce que al principio le costó que algunos la entendiesen. “He sufrido mucho, hay gente que no quiere cambiar, pero el robot es solo un complemento, hay que adaptar la tecnología a nuestros objetivos académicos; tenemos que darnos cuenta de que esto engancha a los niños, así que nosotros también tenemos que hacerlo”, considera. Su esfuerzo le ha merecido premios como el de Mejor Proyecto TIC Educación Inclusiva, Igualdad y Diversidad de Simo Educación, el salón de tecnologías de la enseñanza. 

La motivación es la gran ausente tanto en alumnos como en profesores, según consideran docentes como Luz Beloso, que imparte Artes Plásticas en el IES As Barxas de Moaña (Pontevedra). A ella le tocó hace unos años una clase de cinco alumnos que ni siquiera se hablaban entre ellos. “Lo voy a tener complicado”, dice que pensó. Así que, inspirada por el Club de los cinco, película en la que un grupo de chicos dispares acaba haciéndose amigo, arrancó un proyecto de equipo. Les propuso hacer una filmación que acabó siendo un largometraje de 50 minutos en el que “trabajando codo con codo” involucraron incluso a otros alumnos y profesores.

Desde entonces Beloso, nominada a Mejor Docente de España, premio de la plataforma Educa, cosecha una ristra de galardones por diferentes proyectos audiovisuales que, explica, ha llevado a cabo gracias al apoyo de su centro y a la voluntad del alumnado. A través del cine tratan temas de gran impacto social, como los trastornos alimenticios, la violencia de género o el síndrome de Asperger. Además de trabajar procesos cinematográficos y plásticos, buscan el asesoramiento de expertos. Este trabajo ha eclosionado en la productora Caranguexo Films, dentro del programa didáctico que han llamado Superhéroes y superheroínas, premio a la Educación Innovativa de Simo en 2016. “Los chicos trabajan muchísimo porque es un proyecto de ellos, les ilusiona, son los protagonistas de su aprendizaje, que se convierte en algo memorable”, enfatiza. Remarca que de esta manera es "imposible" olvidar una lección.

Chema Lázaro, premio Nacional de Educación en 2013, sabe mucho de emocionar para aprender. Cuenta que un día un alumno de primaria le dijo: “Tú me caes muy bien, pero tus clases son una mierda”. Eso le hizo replantearse qué estaba haciendo como docente y comenzó un camino que le llevó hasta la neurociencia. Lázaro descubrió que no hay aprendizaje sin emoción y que por lo tanto la clave es la estimulación del alumnado. Ha desarrollado un método basado en la motivación, la conceptualización a través de actividades sensoriales (como el baile, el audiovisual, etc.) y la gestión de la función ejecutiva.

Este profesor dejó la escuela para compartir sus conocimientos como docente de neurodidáctica en la Universidad Rey Juan Carlos. Ahora trabaja en el desarrollo de esta última función, la ejecutiva,  pues ha percibido que cuando falta la motivación extrínseca, los chicos se desmoronan rápido. "Es importante desarrollar su perseverancia, donde radica la clave del éxito”, incide. Uno de los ejercicios que refuerza esta área es tan sencillo como preguntarles a los alumnos al final de la lección qué han aprendido, para qué les ha servido, en qué otro campo lo podrían emplear y cómo se han sentido.

Xuxo Ruiz, que acaba de ser nominado al Global Teacher Prize imparte clases en el colegio de San Sebastián de Albaida del Aljarafe. Él tiene un truco para captar la atención del alumnado: la magia. Comenzó hace 20 años a introducirla en clase para llamar la atención de los niños, pero se dio cuenta de que podía servir para mucho más, desde explicarles las matemáticas hasta resolver un conflicto: "Por ejemplo, a los niños les cuesta mucho pedir perdón, cuando dos se pelean les cuento una historia de dos amigos unidos por una cuerda que se enfadan y esta se rompe, pero si se piden perdón se vuelve a unir, y así la cuerda que antes estaba rota aparece como al principio”.

Podría parecer que el aspecto académico queda descuidado con este tipo de iniciativas que también atienden lo emocional y motivacional, pero en ningún caso. El profesor Tristán González, del colegio Los Olivos de Las Rozas (Madrid) lo certifica con las notas de sus alumnos: de 6 sobresalientes pasó a 15 en solo un trimestre tras gamificar sus clases. González asegura que crear fórmulas donde el aprendizaje se convierte en un juego "es infalible con los niños de Primaria". El profesor empezó implementando un proyecto de Educación Física basado en la película Star Wars en el que los niños trabajaban por objetivos. Al año siguiente, en Matemáticas, organizó una escalada al Everest en la que iban adquiriendo conocimientos según seguían el ascenso de Alex Txikon, al que incluso le enviaban vídeos de apoyo. González recuerda que “era una locura, porque querían hasta quedarse en el recreo a hacer Matemáticas y pedían deberes".

Este año ha elegido la temática de los superhéroes para organizar clases de Educación Física en las que se tienen en cuenta hasta los hábitos alimentarios. El plan consiste en ir superando unos retos, que incluyen una merienda saludable para el recreo. Según se van cumpliendo, obtienen una recompensa que les permite ganar un superhéroe (una ficha coloreable). “Lo bueno de esto es que incluso aquellos niños que tienen menos aptitudes para el deporte y que no querían venir a clase han dado el 120%”, exclama. El último día del trimestre lo celebraron todos vestidos de superhéroes.

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Sobre la firma

Andrea Nogueira Calvar
Redactora en EL PAÍS desde 2015. Escribe sobre temas de corporativo, cultura y sociedad. Ha trabajado para Faro de Vigo y la editorial Lonely Planet, entre otros. Es licenciada en Filología Hispánica y máster en Periodismo por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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