Coca-Cola con sabor a México
Arca Continental, la segunda mayor embotelladora mexicana de la famosa bebida, desembarca en la Costa Oeste de Estados Unidos
Sentado frente a Donald Trump en la Oficina Oval, Demetri Sevastopulo, periodista de Financial Times, fija su mirada en un pequeño botón rojo que está dentro de una caja sobre el escritorio del inquilino de la Casa Blanca. “Este no es el botón nuclear, ¿verdad?”, pregunta el corresponsal con cierta sorna. “No, no, todo el mundo piensa que lo es. Todo el mundo se pone un poco nervioso cuando lo presiono”, responde el magnate en una entrevista al rotativo inglés, el pasado abril. El interruptor, confiesa Trump, da la orden a un camarero para que le lleve su bebida favorita: coca-cola, un icono sagrado de la cultura de consumo estadounidense que este año ha elegido a Arca Continental, una firma mexicana, para embotellar, distribuir y vender sus productos en el Estado de Texas y algunas partes de Oklahoma, Nuevo México y Arkansas.
La firma se ha convertido en la primera embotelladora latinoamericana en saltar la frontera, después de haber conquistado el norte de México, Perú, Ecuador y Argentina, en más de 90 años de historia. La sed de expansión de la empresa ha venido al alza en las últimas décadas y se ha refrescado con más de una decena de fusiones y adquisiciones a lo largo del continente americano. Ahora se ostenta como la segunda embotelladora más importante de México y América Latina (después de la también mexicana Femsa, líder global) y la tercera mundial (detrás de la griega Hellenic Bottling Company), con una facturación que se acercará este año a los 4.500 millones de euros y más de 118 millones de clientes en las diversas zonas donde opera.
Un antiguo noviazgo
El noviazgo entre Coca-Cola y Arca Continental viene de lejos. Se inicia en 1926 de la mano de la embotelladora Topo Chico, una de las primeras empresas mexicanas en obtener la concesión de la multinacional estadounidense para producir y comercializar la famosa bebida en México. La firma dirigida por Manuel L. Barragán Escamilla, abuelo del actual presidente (Manuel L. Barragán Morales), se transformó años más tarde en Grupo Procor.
En 2001 nació Arca, tras fusionarse los negocios de tres familias: los Barragán (con Arca), los Arizpe Narro (que bajo el Grupo Arma controlaban el negocio embotellador en los Estados de Coahuila, San Luis Potosí, Sinaloa y Baja California Sur) y los Fernández (que con su Grupo Argos estaban en Chihuahua, Sonora, Sinaloa y Baja California). El grupo naciente se convirtió en el segundo mayor embotellador en la nación azteca, uno de los países con mayor consumo de coca-cola en el planeta (176 litros per capita en 2012, el último publicado por la multinacional).
Cuando la empresa adquirió las franquicias de Coca-Cola en el norte de Argentina en 2008, inició su proceso de internacionalización. Dos años más tarde aterrizó en Ecuador y creó la división Sudamérica. En 2011, Arca se fusionó con el Grupo Continental, transformándose en el segundo embotellador de Coca-Cola más grande de América Latina. En 2015 se unió a Lindley, en Perú, para operar el negocio en ese país. Adicionalmente, la firma se ha hecho con una serie de empresas que producen zumos, snacks y productos lácteos en todo el continente.
Su apetito, sin embargo, no ha sido del todo saciado. Arca Continental está interesada en ampliar su presencia en territorio estadounidense, según dijo Francisco Garza Egloff, director general de la compañía, a la prensa local en marzo de este año. El horizonte de crecimiento no se limita a la industria de bebidas. La firma busca impulsar sus negocios de snacks y confitería, dice Ulises Fernández de Lara, director de finanzas y relación con inversores de la compañía. “Estamos atentos a cualquier tipo de oportunidad”, asegura el directivo vía telefónica.
EE UU, donde operan casi 70 embotelladoras de Coca-Cola, se aprecia como un reto mayúsculo para la empresa. En caso de salir bien la jugada, la firma podrá ampliar los números en su balance y así prepararse para próximas compras, arguye Alejandra Marcos, analista del grupo financiero Intercam. Texas es sin lugar a dudas el mercado estrella. Allí se consume un 30% de toda la coca-cola que se distribuye por el territorio estadounidense, dice la experta. “Es el más rentable en términos de márgenes de utilidad”, añade. Además, la zona donde opera (Texas, Oklahoma, Nuevo México y Arkansas) cuenta con 34 millones de habitantes, muchos de ellos hispanos, lo que hace más atractiva la transacción al tener un mejor conocimiento del cliente, ya que conocen los hábitos de consumo de esta población.
José Antonio Cebeira, especialista en alimentos y bebidas del agente bursátil mexicano Actinver, prevé que la empresa se consolide en el mercado estadounidense y se adapte a las nuevas formas de consumo, con bebidas menos azucaradas y más saludables, antes de aventurarse a una nueva adquisición o fusión. “No habrá nuevas compras hasta 2019, por lo menos”, pronostica el experto. Y quizás la mira de la compañía no esté en el norte, sino en el sur del continente, resalta Martín Lara, analista del grupo financiero mexicano Interacciones.
“La empresa no deja de mirar hacia el sur. Sabe que es un mercado con potencial de crecimiento”, indica Cebeira. En América Latina quedan muy pocas embotelladoras estratégicas de Coca-Cola que sean atractivas para adquirir, explica un estudio del Citibank. En los últimos 20 años, Arca Continental y Femsa han expandido sus tentáculos a lo largo del territorio. Esta última compañía ha dado un paso de gigante al comprar la brasileña Vonpar en 2016. A pesar de esta consolidación, aún queda un mercado en disputa: el chileno, donde opera Andina. “Este será el próximo campo de batalla”, dice Cebeira.
A la espera de nuevas compras, Arca Continental prevé que su operación en los cinco mercados donde ya opera le genere importantes resultados en los próximos cinco años. La meta está marcada. Hacia 2022, la compañía pretende duplicar las ventas, hasta alcanzar los 9.000 millones de euros y así consolidar su posición mundial, dice Fernández de Lara. “No buscamos ser el número uno, pero sí ser el mejor embotellador”.
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