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La caída de la gran aceitunera

Las trabas para exportar hundieron a la argentina Nucete, que llegó a ser una de las mayores productoras del mundo

Expositor de un supermercado de Buenos Aires con parte de la gama de olivas que comercializa Nucete .
Expositor de un supermercado de Buenos Aires con parte de la gama de olivas que comercializa Nucete .

El mismo país que permitió al andaluz José Nucete (1929-2016) hacer las Américas cuando era muy joven fue el que ahogó su negocio rápidamente al final de su vida, después de ser durante medio siglo el amo de las aceitunas de América del Sur. Nacido en una familia de agricultores de la zona olivícola de Baena, llegó a la Argentina con 18 años en 1947. Cuatro años más tarde, ya estaba en marcha la primera planta de aceitunas Nucete en La Rioja, una de las provincias donde abundan los olivos al oeste del país. La empresa creció hasta convertirse en una de las mayores productoras del mundo, con unas 60.000 toneladas anuales. Pero su época dorada pertenece al pasado. Hace unos 10 años empezó a declinar por una combinación de políticas económicas que hundieron su negocio de exportación. Estuvo al borde de la quiebra en 2014, cuando su fundador e histórico dueño la vendió a Juan Manzur, entonces ministro de Salud del Gobierno kirchnerista y actual gobernador de la provincia de Tucumán.

Durante el siglo pasado, Nucete nunca dejó de crecer. “Cada año era más y más grande. Mi padre empezó con 200.000 kilos de aceituna en 1951 y alcanzó las 63.000 toneladas en la década de los noventa. Llegó a ser la segunda productora del mundo y a emplear a 1.500 personas”, asegura Miguel Ángel Nucete, que es hijo del fundador y trabajó cerca de 20 años en la ex empresa familiar. Su apellido sigue siendo una de las marcas líderes en Argentina, pero algunos empleados de la compañía riojana, que prefieren el anonimato, afirman que la cantidad de trabajadores hoy ronda los 300. Los nuevos gestores, en cualquier caso, eluden dar información pese a las peticiones de este diario.

“Llegó de España con su padre y cinco hermanos. Primero trabajó en una fábrica textil y al poco tiempo lo dejó para ayudar en un almacén que abrió la familia en Ituzaingó (en el gran Buenos Aires). Pero cuando uno se cría en un cortijo de olivos siempre intenta volver a lo suyo. Él enseguida se interesó por el origen de las aceitunas que vendían en el almacén y decidió viajar a la zona productora”, explica Nucete. Un amigo, que había llegado a la Argentina en el mismo barco y ya vivía en una región olivícola, le recomendó producir en Aimogasta, el pueblo de La Rioja donde está la sede de Nucete desde entonces. El clima de altas temperaturas en esa zona es el más propicio para elaborar las aceitunas de mesa.

Historia

1947. El español José Nucete, originario de Baena (Córdoba), llega a Argentina y en cuatro años funda la empresa.

Producción. La empresa empezó con una producción de 200.000 kilos en los años 50 y alcanzó las 63.000 toneladas en los 90.

Empleo. En sus mejores años empleaba a 1.500 personas pero hoy su nómina ronda los 300 trabajadores.

Productos. Elabora aceitunas de mesa, encurtidos y aceite de oliva, y comercializa otros productos enlatados.

Marcas. Vende sus aceitunas de mesa envasadas con las marcas Nucete y Cébila.

Los primeros cascos de madera con la producción de Nucete llegaban en tren desde La Rioja casi hasta la puerta del almacén de Ituzaingó, ciudad cabecera del partido homónimo de la provincia de Buenos Aires. La nave estaba ubicada enfrente de la estación ferroviaria. Su padre y sus hermanos se ocupaban de las ventas. El gran despegue de se produjo en los años 70, cuando empezaron a notarse los resultados de las visitas que hacía el fundador de la empresa a los posibles compradores en Brasil, donde casi no hay producción olivícola y el mercado es mucho mayor que el argentino.

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Las preferencias de los brasileños, que compraban aceitunas a granel de calibre pequeño o mediano, favorecieron el desarrollo de la marca en Argentina. “Como se exportaba la mayor parte de la producción, solo nos quedaba la selección de aceitunas grandes para vender en frascos en el mercado local”, explica Nucete. Como resultado, a la vez que aumentaban las ventas al exterior, se reforzaba la marca en Argentina, donde se identificó con aceitunas de gran tamaño y buena calidad. En las décadas que siguieron, la empresa, cuenta Nucete, llegó a exportar a una treintena de países y amplió sus operaciones a la provincia de Mendoza. Según la información pública que ofrece ahora, hoy vende sus productos en nueve Estados de América del Sur, además de Estados Unidos e Italia.

Intervención política

El crecimiento se hizo cuesta arriba después del cambio de siglo, aunque Miguel Nucete no lo achaca a la crisis argentina de 2001. La aceitunera aminoró su marcha, cuenta, cuando se deterioró la relación entre su fundador y uno de sus hermanos y socio, que acabó por separarse de la compañía y se quedó con las operaciones de la provincia de Mendoza, alrededor de 2010. “El conflicto familiar frenó un poco el avance, pero la caída se produjo por un factor clave que fue el kirchnerismo”, asegura Miguel Nucete.

Durante esa etapa, el pago de derechos de exportación del 5% y una moneda local sobrevalorada ya dificultaban la actividad exportadora al momento de la separación de los hermanos. Pero el golpe de gracia llegó en 2012 con el cierre abrupto del mercado brasileño. El gigante de América del Sur, principal destino de la producción de Nucete, frenó las importaciones de aceitunas argentinas como represalia ante distintas trabas comerciales que imponía Buenos Aires a sus productos.

“Fue un problema para toda la industria y Nucete no fue la excepción. Al contrario, al ser una empresa que exportaba alrededor del 75% de la producción, el negocio se volvió inviable”, explica Nucete. “Mientras tenga una gota de sangre no voy a dejar que la empresa cierre”, declaró a la prensa el fundador de la sociedad aceitunera en el peor momento de la crisis, cuando la decisión del Gobierno de Dilma Roussef era reciente y comenzaba a hundir el negocio. Unos meses después de esa medida, la española Agrosevilla anunció el cierre de su fábrica de aceitunas de la provincia de Mendoza y otras plantas siguieron el mismo camino. Según las estadísticas del Consejo Oleícola Internacional, la producción argentina cayó de 110.000 toneladas en 2009-2010 a 46.500 en 2014-2015.

La compañía de origen riojano sobrevivió, pero no de la forma en que sus históricos dueños esperaban. “Mi padre se la vendió a Manzur porque no le quedó otra opción. Su bronca fue tener que vender su empresa a un político después de que el negocio se hundiera por culpa de sus malas políticas”, afirma Nucete. En la Federación Olivícola Argentina afirman que eliminación de los impuestos a las exportaciones agrícolas que había introducido el kirchnerismo durante los últimos años ayudó al sector, pero aseguran que la actividad sigue en crisis y con problemas para exportar por los altos costes internos y la dificultad para competir con los precios de los productores de la Unión Europea, que reciben subsidios.

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