China se contagia de la fiebre SUV
La venta de todoterrenos ligeros, nuevo símbolo de estatus social en Asia, se dispara y da alas a los fabricantes locales, que aumentan la producción de modelos para desbancar a las marcas occidentales
Liu Shufang quiere comprarse un coche. Está esperando a que le toque la lotería mensual de matrículas de Shanghái para hacerlo. Y sabe que tendrá que pagar un importe abultado por el privilegio de conducir un automóvil en las atestadas calles de la capital económica de China. “Podrían ser hasta 85.000 yuanes (casi 11.000 euros), así que no me puedo permitir un coche demasiado caro”, se lamenta. No obstante, en un país en el que el vehículo es reflejo de estatus social, Liu quiere dar buena impresión.
Por eso, este padre de familia de clase media está pensando en adquirir un vehículo utilitario todoterreno, más conocido popularmente como coche todocamino o por sus siglas en inglés, SUV. “Los de marcas extranjeras son bastante caros, así que me tienta uno de Great Wall”, comenta en un concesionario de esta marca china, que lidera desde hace 14 años las ventas de los segmentos SUV y pick-up. Concretamente, el que más llama su atención es un Haval H9. “No es demasiado caro —220.000 yuanes, 28.000 euros—, tiene una apariencia tanto elegante como sólida, es potente, y suficientemente grande como para viajar con mi mujer y mis dos hijas”, explica.
Sin duda, Liu no es el único que se ve atraído por este tipo de automóvil, que combina la comodidad de la conducción en carretera con características más propias de los todoterreno. De hecho, el año pasado los SUV representaron un 37% de todos los coches vendidos en China, un salto cuantitativo notable si se compara con el 5,7% de cuota de mercado que tenían una década antes. Y es el segmento que más crece. En mayo, a pesar de que las ventas globales del gigante asiático cayeron un 2,6% en tasa anualizada —1,75 millones de unidades—, los SUV continuaron creciendo a un ritmo del 13,5%. En la primera mitad del año, el crecimiento se sitúa en un 17%.
Chen Shihua, vicesecretario de la Asociación China de Fabricantes de Automóviles, tiene claro que la tendencia continuará. “Los usuarios buscan vehículos con un diseño más atractivo y agresivo, más espacio, un mejor ángulo de visión para el conductor. Prevemos que en 2017 el segmento SUV tengan ya el mismo peso que el de los coches sedán [cuya cuota en el mercado chino ha caído del 69% de 2012 al 50% del año pasado]”. Si se cumplen las previsiones de CAAM, que espera cerrar el año con 30 millones de vehículos vendidos en China, eso supondrá la colocación de más de 12 millones de SUV, una cifra sin precedentes para este tipo de automóvil.
Es un cambio que, según un informe de Morgan Stanley, beneficia a las marcas locales “porque han sabido adaptarse mejor a los gustos de los conductores”. La firma estima que en 2020 la mitad de todos los SUV en China llevarán un logotipo local. Y, sin duda, ninguna marca china quiere quedarse sin un trozo del goloso pastel. En el pasado salón del automóvil de Shanghái se presentaron 50 modelos nuevos de SUV, el único segmento capaz de arrebatarle protagonismo al de los automóviles de nuevas energías.
La china Roewe ha sumado los atractivos de ambos en su último modelo, el Vision-E, que será comercializado el año que viene. “Creemos que los SUV no están reñidos con los vehículos eléctricos o con los híbridos”, explica Shen Xiaolong, responsable de Ventas de la marca. “También estamos convencidos de que empresas chinas como la nuestra son ya muy competitivas en lo que a diseño y prestaciones se refiere, y que la diferencia con las marcas extranjeras es cada vez menor”.
Más inversión
En Great Wall son de la misma opinión. “Hemos incrementado mucho la inversión en diseño e innovación. Tanto, que ahora es imposible diferenciar a simple vista uno de nuestros SUV de otro extranjero”, cuenta Roger Wang, responsable de mercados internacionales. “Estamos convencidos de que, como antes hicieron japoneses y surcoreanos, los automóviles chinos serán cada vez más aceptados en todo el mundo”, señala.
Conscientes del doble reto que supone China, algunas compañías foráneas ya están diseñando modelos exclusivos para el mercado local. Por ejemplo, la estadounidense Lincoln —propiedad de Ford— reconoce que el país de Mao es ya su segundo mayor mercado. Así que prevé tener listo su primer modelo 100% hecho en China para finales de 2019.
El de Lincoln será, como la mayoría, un automóvil con motor de combustión. Y, precisamente, el aumento de las ventas chinas de SUV —que consumen de media un 30% más de combustible que los sedán— es lo que lleva a diferentes analistas a pronosticar un alza en el precio del petróleo. “En las ciudades pequeñas, donde la renta todavía no alcanza para adquirir SUV, muchos compran su primer coche”, explicó al diario South China Morning Post la directora de Análisis de ICIS China, Li Li. Y eso último es lo que hará que Liu se haga con un Great Wall: “Ahora un coche ya está al alcance de cualquiera, para diferenciarse hay que tener uno grande y bonito”.
¿Parecidos o copias?
Hay que acercarse mucho para comprobar que el Zotye SR9 no es en realidad un Porsche Macan. Las diferencias están en los detalles, como la forma de los faros, pero el conjunto es una descarada copia china que cuesta la quinta parte que el original. Y no es el único Zotye que se ha visto envuelto en polémica por parecidos razonables: el Z700 es un clon del Audi A6 y el E200 es calcado al Smart Fortwo.
Desafortunadamente para las marcas extranjeras, Zotye no es la única que se ‘inspira’ en sus diseños. Los salones del automóvil del gigante asiático son un buen lugar para certificarlo. Algunos, como el Range Rover Epoque, tienen incluso varias copias: el Land Win X7 y el JMC S331. Jaguar Land Rover trató en junio del año pasado acabar con sus clones en los tribunales, pero el caso continúa abierto y, mientras tanto, los chinos continúan vendiendo, aunque no se aventuran en mercados foráneos. Pese a los esfuerzos contra la piratería, pequeñas modificaciones suelen permitir el registro de los diseños.
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