Forjadores sevillanos del aluminio
La empresa Strugal, un referente en el mercado de extrusores del metal, inicia un plan de expansión de productos y delegaciones para ampliar sus ventas dentro y fuera de España
Cuarenta años dan para mucho. Y si no que se lo pregunten a la empresa sevillana Strugal. La firma, especializada en el diseño, fabricación y distribución de soluciones en aluminio y PVC para arquitectura e industria, ha pasado en estas décadas de ser una “empresa pequeñita” de tres trabajadores en un almacén de 200 metros cuadrados a tener cinco centros de producción, 16 delegaciones comerciales en España y Portugal y más de un millar de trabajadores. “Hemos ido creciendo según íbamos generando. Hemos sabido hacer las inversiones con mucha cabeza”, señala como la fórmula del éxito su subdirector general, Gabriel Martín. Presente en más de 35 países y con el reto de continuar con su internacionalización, la compañía cerró el ejercicio pasado con una facturación de unos 150 millones de euros.
Esta empresa sevillana, ubicada en Alcalá de Guadaíra, comenzó siendo un centro de distribución de perfiles de aluminio y sus principales clientes eran pequeños talleres que fabricaban ventanas. “Era la época en la que el aluminio comenzaba a desplazar a la carpintería de hierro, las ventas no dejaban de crecer, fue un momento dulce para el sector”, recuerda Martín, quien apunta que ese crecimiento fue el que impulsó a la empresa a enfundarse el mono y comenzar a fabricar. “Al ver que el negocio marchaba se decidió avanzar en el proceso productivo y, en vez de comprar el aluminio a un extrusor, se montó una prensa de extrusión para diseñar nuestros perfiles”, explica. Para completar esta línea como fabricantes de sistemas de carpintería, el grupo decidió en 2001 producir también todo tipo de accesorios para el cerramiento, como bisagras, manillas, etcétera, bajo la firma Stac.
Tras asentarse en el ámbito de la carpintería, Strugal decidió dar el salto al sector industrial. “Fue uno de nuestros grandes hitos”, apunta Martín. “Trabajamos para la industria automovilística, ferroviaria, naval, de mobiliario, de ordenadores, de iluminación…, con todas aquellas empresas cuyos productos tengan algún componente de extrusión de aluminio”, enumera el responsable. Entre sus clientes está la firma de ascensores Otis o la de herramientas Black & Decker. “Trabajar para empresas como estas nos ha venido muy bien porque son clientes con un alto nivel de exigencia, que te ponen las pilas y te ayudan a crecer y a aprender”, señala el subdirector general antes de añadir que las dos líneas de negocio se reparten al 50% la actividad de la empresa.
El salto como proveedor del sector industrial fue determinante para ganar tamaño y facturación
Según los últimos datos de la Asociación Española de Aluminio (AEA), correspondientes a 2013, la industria de la extrusión facturó casi 960 millones de euros y generó más de 4.200 empleos directos y otros 10.000 indirectos. Con unas 45 empresas, esta industria tiene una capacidad de producción de casi 600.000 toneladas anuales. “Hasta 2008, el sector vivió una época muy dulce. Durante la crisis, han sido años muy malos. Pero a partir de 2014, crecemos a un ritmo importante. En 2016, ya notamos que hay cierta alegría en el sector, evidentemente no para llegar a números de 2005-2006 porque no creo que se lleguen nunca, pero sí que hay más ímpetu”, apunta Martín. “La dependencia de la construcción hizo que con la crisis muchas empresas se fueran al garete y otras se las ingeniaran para sobrevivir. Este año, podemos decir que el sector empieza a despegar”, apunta el secretario general de la AEA, Jon de Olabarria, quien explica que esa coyuntura económica obligó a muchas empresas a reorientar su producción a otros sectores. “Lo bueno del aluminio es que es muy versátil”, agrega. Así, según explica De Olabarria, antes de la crisis el 80% de los perfiles de aluminio que se fabricaban en España iba para el sector de la edificación (puertas, ventanas…), hoy ronda el 55%. Asimismo, esta reorientación vino acompañada por la apuesta de las empresas por entrar en otros países. “En mercados como el francés, estamos haciendo una buena competencia”, dice el secretario general.
En este sentido, Martín asegura que Strugal tuvo varios salvavidas durante los años de la crisis. “Fue importante estar ya dentro del sector industrial, que tiene la ventaja de ser muy transversal; también contribuyó a paliar la caída en el sistema de carpintería el estar en el exterior y el contar con una importante capilaridad comercial. Strugal nunca se dedicó a las grandes obras, sino que vendíamos a carpinteros pequeños que hacían reformas domésticas. Esto último ha sido nuestro salvavidas”, reconoce.
Plan de expansión
Entre sus retos, la compañía trabaja para seguir creciendo por España tras la apertura de dos delegaciones en Madrid y Mallorca en 2016. Para este año, ya estudian asentarse en el norte del país. “Aún estamos mirando ubicaciones”, apostilla. A ello se suma la apuesta por potenciar el proceso de internacionalización que comenzaron hace ocho años fortaleciendo la red comercial de Alemania, dando el salto a Reino Unido y creciendo en Sudamérica, donde ya están en República Dominicana, Colombia, Panamá o Curazao. También están presentes en Francia, Bélgica y Luxemburgo. Según los datos de la Dirección General de Aduanas, facilitados por AEA, las exportaciones de perfiles de aluminio crecieron el año pasado hasta superar las 240.000 toneladas.
En materia de investigación, Strugal viene trabajando, con la introducción de espumas pasivas y materiales compuestos, en el diseño de perfiles de ventanas y puertas que mejoren la climatización de los espacios y logren una mayor eficiencia energética. Asimismo, entre otros avances, la compañía acaba de lanzar una línea de puertas de paso de aluminio. Esta línea viene a mejorar los problemas de humedad, de montaje, de instalación, señala. Su apuesta por innovar también se ve en la colaboración con diferentes universidades y en proyectos como el tren ultrarrápido Hyperloop.
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