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Disfraces que enloquecen en Internet

Funidelia prospera en un mercado ideal para el ‘e-commerce’ y planea su expansión internacional

Uno de los disfraces de Funidelia
Uno de los disfraces de Funidelia

Te miras en el espejo y una sonrisa se dibuja en tu boca. El disfraz que has elegido para la fiesta te encanta y esperas pasarlo de lujo. Pero nada más cruzar la entrada de la fiesta: ¡Hooorroor! Alguien viste el mismo atuendo que tú. Incluso aunque la noche termine convirtiendo en amigos inseparables a los gemelos de disfraz, cualquiera que haya experimentado ese sentimiento entenderá a la perfección el éxito de Funidelia.

Se trata de una tienda online de disfraces en la que se puede encontrar desde un traje de caballero de un chillante azul cielo y estampado con nubecitas hasta el demandado look de Ladybug (la heroína que hace estragos entre las más pequeñas), pasando por una rocambolesca gama de animales, equipos de fútbol, profesiones, etcétera. En total, 200.000 referencias con la garantía de entrega en 24 horas en territorio español. Variedad y disponibilidad que los han convertido en primera tienda de disfraces online de España.

“Gran parte de su éxito se basa en que suplen una necesidad que no puede cubrir ninguna tienda física cercana al consumidor. La variedad, la categorización y la adaptación de la oferta de este negocio online no tiene competencia fuera de Internet. Eso unido a un buen posicionamiento es éxito seguro”, asegura Roberto Palencia, director del Observatorio eCommerce.

Para 2017, la firma espera facturar 20 millones, el doble que el año pasado

En 2016, su quinto año de funcionamiento, la empresa llegó a gestionar 250.000 pedidos y alcanzó una facturación de casi 10 millones de euros. Para el cierre de 2017, sus propietarios prevén doblar el negocio hasta los 20 millones. Su plantilla está compuesta por medio centenar de empleados directos. A ellos se llegan a sumar otro centenar que trabajan en su proveedor logístico en picos de producción como la época de Carnaval.

“Todo comenzó viendo cómo un amigo común se dejaba una pasta comprando disfraces en webs de Estados Unidos. Hicimos un rápido rastreo online y nos dimos cuenta de que estábamos ante un nicho de negocio a este lado del Atlántico”, recuerda Carlos Larraz, cofundador de la compañía junto con Antonio Escartín.

Orígenes del proyecto

La suya parece una de esas historias de emprendedores sacada de películas americanas. Dos amigos de toda la vida que, con apenas 27 años, dejan sus puestos en grandes compañías para montar una empresa en la que pasárselo fenomenal. Pero como cualquier éxito de Hollywood que se precie, su historia está llena de osadías, retos y algún que otro susto.

“Teníamos una idea estupenda, pero no teníamos ni idea del sector en el que nos metíamos”, reconoce Larraz. La tienda de disfraces de toda la vida de su Huesca natal se convirtió en el cordón umbilical para llegar al mundo de proveedores especializados y adentrarse en el mundillo. “Les ofrecimos una participación en el negocio, pero duró poco. Apenas un año después recompramos las acciones. No entendían nuestro modelo de negocio”, explica el fundador de Funidelia.

Las demandas que Funidelia hacía a sus proveedores eran muy diferentes a las que puede realizar cualquier tienda física con versión online. En sus comienzos, Carlos y Toño ni siquiera tenían un almacén para guardar el inventario y el catálogo de disfraces de su web era, con mucho, superior al de cualquier negocio tradicional que abriera tienda en Internet. Además, eran muy sensibles a las demandas concretas de los clientes, siempre que era posible. “Recuerdo que cuando se puso de moda el Ecce Homo de Borja nos hicieron muchos pedidos. Era imposible hacer algo elegante, así que optamos por no hacer nada”, explica Larraz. Mucho más fácil les resultó responder a la demanda de disfraces de Donald Trump, uno de los últimos más solicitados.

En los últimos carnavales, la compañía llegó a gestionar 10.000 pedidos al día

Una estrategia calcada del gigante del comercio online Amazon. “Se llama dropshipping: las tiendas venden y los proveedores empaquetan con la imagen de la tienda y distribuyen al cliente final”, explica Roberto Palencia.

Pero había un pequeño problema. Y es que cuando no eres Amazon y no tienes mucho volumen de ventas, esos acuerdos no se sostienen. “Llevamos unos pocos meses funcionando y todo marchaba estupendamente. Entonces, los proveedores nos dijeron que se acabó. Que no enviaban más pedidos de dos o tres disfraces. Ellos trabajaban por palés y aquello no era negocio”, explica Larraz.

Reestructuración exprés

La maquinaria de Funidelia tuvo que reestructurarse a toda prisa. Alquilaron un almacén y casi les tocó hacer un máster acelerado de gestión de stocks. “Descubrimos que una de las claves del negocio es la logística. Ganar volumen y gestionar bien los pedidos y encontrar el enclave de distribución más eficiente. Nuestro beneficio está en los pocos céntimos que deja cada operación”, reconocen. Eso les hizo cambiar su centro logístico primero de Huesca a Zaragoza y luego a Madrid. No tardaron en darse cuenta de que lo mejor era confiar en los expertos, externalizar toda la gestión de la distribución en un productor externo y centrarse en lo que ellos sabían hacer: generar negocio y crecer.

Eso solo era posible internacionalizándose. Su perfil y su estrategia encantaron a dos fondos de inversión, Cabiedes & Partners y Big Sur Ventures, que financiaron su expansión. Más por intuición que por otra cosa, decidieron debutar en 2013 en Francia y Alemania. Ahora, ya están presentes en 24 países y más del 50% de su negocio llega de Centroeuropa.

Pero lo que realmente quita el sueño a Carlos y a Toño es la estacionalidad del negocio. La gente no se disfraza todos los días, hay unos picos enormes de demanda en fechas clave como Halloween. En los últimos carnavales han llegado a gestionar 10.000 pedidos al día. “Los disfraces se necesitan para un día concreto. No hay margen para el fallo en el plazo de entrega”, reconoce.

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