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Más que compañeros de facultad

Los ‘alumni’ de las universidades tienden puentes entre el talento universitario y la empresa

José Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola), Fernando Abril-Martorell (Indra), José D. Bogas (Endesa), Bernando Velázquez (Acerinox), Ismael Clemente (Merlin Properties), José D. Bogas (Endesa), Gonzalo Gortázar (Caixabank), Miguel Pereda (Lar España) y Marcelino Oreja (Enagás). Según la revista Forbes, forman parte de los 50 mejores primeros ejecutivos de empresas cotizadas en España de 2016. Pero, además del reconocimiento a su desempeño directivo, estos ocho líderes comparten otro nexo en común: todos ellos estudiaron en la misma universidad, la Pontificia Comillas ICAI-ICADE. Ilustres alumni como ellos son un activo para cualquier universidad. Porque, además de ejercer como embajadores de la que fue su alma máter, pueden ser de gran ayuda para la empleabilidad de los nuevos egresados.

Getty images

“Las asociaciones de alumni nacen con el espíritu de mantener el nexo de unión entre la universidad y sus antiguos estudiantes, así como de favorecer la conexión entre los propios egresados”, recuerda Mónica Bragado, presidenta del Consejo Social de la Universidad Politécnica de Valencia. Una de las más activas en esta labor es la Universidad de Navarra. La institución cuenta con 40 agrupaciones territoriales en España y en el extranjero que dan cobertura a 11.855 miembros alumni, repartidos por 119 países del mundo. Desde su oficina de Alumni se pusieron en marcha el año pasado 280 actividades formativas, sociales y culturales con el objetivo de “crear espacios de relación entre los antiguos alumnos y fomentar su sentido de pertenencia”, destaca su directora, Noelia Sanz.

Pero, más allá de mantener vivos esos lazos, hoy estas organizaciones se enfrentan a nuevos desafíos. “Reencontrarte con tus antiguos profesores y compañeros en los aniversarios es muy bonito, pero te aporta poco profesionalmente”, señala Rafael Romero, director del área de Alumni de la Universidad Panamericana de México. Para Mónica Bragado, la empleabilidad de los egresados es, “además de un indicador de la calidad de su enseñanza, una responsabilidad prioritaria para las universidades”. Aunque, si quieren tener éxito en esa misión, deberán mirar más allá de lo que sucede en las aulas. Porque “las exigencias laborales de determinados perfiles profesionales avanzan más rápido que el ámbito académico, y además hay un desequilibrio entre las titulaciones más demandadas por los estudiantes y las que mejor inserción laboral registran”, advierte Bragado.

Las organizaciones de antiguos alumnos pueden ayudar a superar esos desajustes. Según la última clasificación internacional QS 2017, la Universidad de Navarra es la número uno en España en cuanto a empleabilidad y una de las diez primeras en Europa. “Intentamos tender puentes entre el talento universitario y la empresa con la ayuda de nuestros antiguos alumnos. Nuestro objetivo es atraer a las compañías, implicarlas en actividades formativas y que transmitan su experiencia profesional a los estudiantes”, expone Sanz.

También desde Comillas Alumni se trabaja para impulsar la inserción laboral de sus egresados. Su agenda anual incluye un foro de empleo que reúne a más de cien empresas, talleres y ponencias con el foco puesto en la carrera profesional. Además, como novedad, desde este curso ha iniciado un programa piloto de mentoring “en el que antiguos alumnos orientan a estudiantes de últimos cursos de cara su transición a la vida profesional una vez se gradúen”, cuenta su directora, Virginia Tolín.

Cambio de rol

El norteamericano Andrew Shaindlin, fundador de la web Alumni Futures y vicepresidente de la consultora GG+A, piensa que las redes sociales han asumido algunas de las funciones que históricamente venían desempeñando este tipo de organizaciones. “Hoy no necesitas acudir a una cena organizada por tu universidad para localizar a un compañero de promoción, porque para eso ya tienes a Google, Facebook o Linkedin”, argumenta. Donde las organizaciones de alumni siguen siendo diferenciales es en la posibilidad que brindan a sus miembros de establecer contactos directos y de calidad con profesionales influyentes con los que comparten intereses. “Estar conectado con alguien de una empresa o sector en los que estás buscando trabajo aumenta tus posibilidades de enterarte de posibles vacantes, ser entrevistado y que te elijan para el puesto”, asegura este experto.

En ese viraje hacia el empleo, las escuelas de negocio parecen llevar ventaja sobre las universidades. Santiago Hierro, presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos de la Universidad de Alcalá de Henares y vocal de la Federación Alumni España, cree que el marco no es comparable. “Las universidades tienen un elenco de carreras muy diversas, que en unos casos presentan una empleabilidad muy alta y en otros muy baja. En cambio, la demanda que atienden las escuelas de negocios suele ser mucho más homogénea y concentrada”.

Pero tanto unas como otras tienen en las bolsas de empleo un poderoso músculo de influencia. Es muy habitual que los antiguos alumnos quieran contar con egresados de su misma universidad en sus equipos. ¿Por qué? “Para empezar, conocen de primera mano la excelencia académica que avala a esos candidatos”, subraya Virginia Tolín. “Pero además”, remata, “porque comparten con ellos una serie de valores que hacen que la relación sea más fluida y compenetrada”.

Para toda la vida

El área de Alumni de la Universidad Panamericana que dirige Rafael Romero aglutina a 50.000 miembros. Él es uno de los expertos internacionales que se han dado cita en la segunda edición de Building Universites Reputation (BUR2017), el foro organizado por la Universidad de Navarra celebrado esta semana en Pamplona.

Según Romero, ninguna actividad puesta en marcha desde ‘alumni’ puede estar desconectada de la estrategia general de la universidad. “De poco sirve un evento con 3.000 si con él no estás reforzando y aportando valor a los objetivos de la institución”.

El apoyo a la carrera profesional de los egresados requiere un esfuerzo para entender y adaptarse a las circunstancias y necesidades de cada momento vital de la persona. “Porque no serán las mismas en un recién graduado que en alguien que hace diez o veinte años que salió de la universidad”.

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