Líderes con soberanía interior
Necesitamos directivos que sepan aprender a gestionar las emociones desde la humildad
Parece que nos hemos instalado definitivamente en una “nueva normalidad” que algunos llaman “the VUCA World” : cambios incesantes e inacabados, la incertidumbre y la complejidad como certeza…¿Cómo lograr en este biotopo empresarial y social sobrevivir y crecer de forma sostenible?
Sobre todo ahora que parece que abrazamos el paradigma de la post-verdad : no hace falta validar la hipótesis o los supuestos hechos, o mantener criterios y valores firmes; parece que es suficiente ejercer un liderazgo basado en los gestos, en marcar una dirección que hace palanca en la insatisfacción, en los pequeños detalles escénicos que levantan miles de likes. Este estilo de liderazgo, el de la post-Verdad, encuentra en la vulnerabilidad que genera un mundo VUCA el terreno abonado para florecer y encontrar cientos de followers (seguidores). Alguien que trasmita firmeza, domine el territorio de los gestos (sobre todo digitales, es decir breves y virales) y se exprese contra el otro aunque no diga nada que se pueda sostener en valores o argumentos… tiene mucho éxito.
Por eso creo esencial, para regenerar e impulsar esta sociedad y, por tanto, su entramado de empresas, asociaciones, colegios, clubes, familias… el recuperar la soberanía interior de todos aquellos que vivimos en esta sociedad, pero especialmente la de todos aquellos que dirigen y gestionan equipos e instituciones: los líderes. (Interior quiere referirse a que proviene de dentro, de lo que nos distingue como personas: los valores, que vivimos en sociedad, que buscamos la felicidad y la paz. A decidir en base a lo anterior y no a los miedos).
Creo que no necesitamos directivos digitales si no están basados en firmes valores. Tampoco de hábiles negociadores que cierren acuerdos sin pensar en el conjunto de sus stakeholders (grupos de interés). Y menos aún profesionales del corto plazo que no piensan en las consecuencias de sus decisiones más allá del próximo bonus, elecciones o renovación de contrato. Necesitamos otra especie de líderes.
Apelar a la soberanía interior es recordar la importancia del pensamiento crítico, de la empatía, del respeto al otro, de las decisiones basadas en los valores y en los hechos, de la gestión basada en la experiencia (que no antigüedad) y el conocimiento profundo… y, sobre todo, en romper con prejuicios, modelos mentales y clichés. Recuperar la soberanía interior es recuperar la habilidad de responder, en vez de reaccionar con todos los automatismos asociados a inferencias. Muchas nunca han valido excepto para construir una cultura que nos moldea a sus necesidades. Da igual que sea cultura de empresa, o de Estado, o de familia.
Hablando de inferencias del día a día: ¿Por qué –por definición- es precario un contrato de seis meses? ¿O uno por horas? ¿Por qué es malo –como axioma- hacer deberes en casa? ¿Por qué es malo ser autónomo y la vida del autónomo? ¿Por qué todos los empresarios parecen seres perversos que tratan de explotar a los trabajadores? ¿Por qué todos los de más de 50 años ya no valemos para nada? ¿O por qué en las empresas digitales si permaneces más de tres años es que has perdido el tren de…? ¿O si trabajas en la administración eres un vago funcionario…? Son prejuicios. No sirven para nada: solo para automatizar el pensamiento y levantar muros. Y más sólidos que el de Berlín o el que algunos quieren construir ahora en la frontera con todo lo que no sea EE UU.
Soberanía interior es recuperar la virtud de la prudencia, del pararnos, del observar, del tomar conciencia y estar presente, del reflexionar y cuestionar paradigmas, del aprender a gestionar las emociones desde la humildad… No todo es caer bien, recibir miles de likes, actuar y actuar y actuar, ni lo mejor es “citius, citius, citius”… Si la pandemia del siglo XXI es la depresión, como vaticina la OMS —al menos en los países desarrollados— parece que lo que necesitamos no son líderes que ahonden en esa herida —apoyados en ese VUCA World y ese estilo de la post-Verdad—; sino líderes que construyen soluciones en vez de enemigos y muros; líderes que dan ejemplo de valores y coherencia, no de gestos oportunistas; líderes resilientes que ante la adversidad trabajan más duro, no que corren a desacreditar a la competencia o culpabilizar al otro porque no le entiende, o al suyo porque le ha decepcionado…
Recuperar la soberanía interior es recuperar la habilidad de responder —eso es “ResponsAbilidad”— de forma consciente, pensando en el conjunto, en el ahora y en el futuro, desde el ejemplo, con valores, sin prejuicios, desde el esfuerzo personal… para responder de forma socialmente responsable.
Creo que necesitamos liberarnos de líderes fastfood y artistas de los gestos que utilizan el miedo para manipular –¿no querrás perder lo que tienes?, sea trabajo, seguridad o identidad—. Y promocionar, educar, escoger, reconocer… a líderes que apuesten por la soberanía interior propia y de los demás. Sería una soberanía colaborativa. Cuestiono lo que hay, sin necesidad de agredir al otro. Al contrario, buscando y construyendo puentes —que es el símbolo por cierto de la Unión Europea— para hacer una sociedad más completa.
Se lleva hablando durante siglos de la soberanía de los Estados. Creo que ha llegado el momento de la soberanía interior —de las personas— y colaborativa —entre ellas—. Solo así haremos frente a la sociedad del cansancio y a la pandemia de este siglo: el vacío.
Carlos González es profesor del Máster en Dirección de Personas y Desarrollo Organizativo de ESIC
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