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Todos los partidos de la Eurocámara rechazan congelar los fondos a España

El vicepresidente Katainen asegura que la suspensión tendrá "un impacto mínimo"

Claudi Pérez
Jyrki Katainen, vicepresidente de la Comisión Europea.
Jyrki Katainen, vicepresidente de la Comisión Europea.PASCAL ROSSIGNOL (REUTERS)

La Eurocámara carga con suma dureza contra la congelación de los fondos europeos a España y Portugal. La Comisión Europea ha explicado que tiene “la obligación legal” de suspender esos fondos, por los continuos incumplimientos del déficit público, y ha minimizado su impacto. Bruselas canceló una multa en julio, pero solo podrá levantar la suspensión de los fondos si Madrid y Lisboa presentan ajustes en breve. Todos los partidos de la Eurocámara rechazan esa medida.

“Absurdo”. “Burocrático”. “Contraproducente”. “Kafkiano”. “Desproporcionado y punitivo”. “Injusto, peligroso, cualquier cosa menos inteligente”. Las fuerzas políticas de la Eurocámara —progresistas y conservadores, liberales, verdes y el resto de fuerzas políticas—, se han opuesto a la congelación de los fondos europeos a España y Portugal por los incumplimientos con el déficit. El chaparrón ha sido abrumador. El vicepresidente de la Comisión Europea Jyrki Katainen y la comisaria Corina Cretu han defendido que Bruselas tiene que suspender esos fondos “por obligación”. Katainen y Cretu han minimizado el impacto de esa medida, pero la respuesta de los eurodiputados ha sido rotunda. Incluso el Partido Popular Europeo y los Liberales, que en su día pidieron dureza con las reglas, rechazan esa congelación de fondos, que para España supondría en torno a 1.200 millones, aunque la Comisión evita concretar las cifras.

España y Portugal se libraron de milagro de las multas por incumplir los objetivos de déficit, pero el Consejo Europeo dictaminó que Madrid y Lisboa no hicieron lo necesario de forma deliberada. La Comisión está obligada a presentar una propuesta que suponga la suspensión: la reunión en la Eurocámara tiene carácter meramente consultivo, aunque el Parlamento puede retrasar indefinidamente la decisión. Con esos mimbres, Katainen y Cretu han adoptado un perfil lo más bajo posible, han explicado que esa suspensión será solo temporal —si España y Portugal aplican los recortes a los que se han comprometido— y han asegurado en Estrasburgo que la congelación “no tendrá efectos a corto plazo” y apenas supondrá retrasar algunas inversiones, aunque han rehuido dar detalles.

“¿Qué credibilidad tiene la Comisión si coloca el crecimiento y el empleo entre sus prioridades y castiga a un país que crece el doble de la media europea gracias a sus reformas?”, se preguntaba Pablo Zalba, del PPE. “No podemos aplicar automáticamente unas reglas por apenas unas décimas de déficit”, clamaba el socialista Jonás Fernández. “¿Cómo vamos a explicarles a los ciudadanos que las multas se cancelan pero los fondos se suspenden?”, apuntaba el portugués Miguel Vigas. Katainen se ha limitado a afirmar que las reglas son las reglas, y que los propios eurodiputados las acordaron en su día (por casi 500 votos a favor). Añadió que la Comisión “tiene la obligación legal de actuar; no es una cuestión de deseo político”. Ha repitido en media docena de ocasiones que España y Portugal cumplirán lo que prometieron —esto es: recortes—, y como consecuencia las suspensiones se levantarán. Y ha afirmado una y otra vez que la congelación no tendrá ningún impacto en la práctica: Cretu aventura que al menos hasta 2020 no se verán sus efectos.

España y Portugal son dos de los países que más reformas han hecho durante la Gran Recesión. Pero las cicatrices de la crisis son aún visibles: un paro muy por encima de la media, una deuda que ha crecido a toda velocidad, niveles de pobreza elevados y, en el caso portugués, serias dudas sobre su sistema bancario. Portugal incumplió el déficit en 2015 por apenas dos décimas de PIB; España, por menos de un punto. Alemania tiene un superávit comercial (la diferencia entre exportaciones e importaciones) del 8,5% del PIB: dos puntos y medio por encima de lo permitido. Pero esa es otra historia. O quizá no tanto.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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