Manuela y un señor de Murcia
Trinitario Casanova, el empresario que ha adquirido el Edificio España de Madrid, tiene pendiente una cita con la alcaldesa Carmena, que no lo tiene contemplado en su agenda
En Ninette y un señor de Murcia, Miguel Mihura presenta a un sencillo ciudadano de esta ciudad que se va a París en busca de experiencias y se enamora de una parisina, hija de emigrantes españoles dueños de la pensión en la que se hospeda, con la que se acaba casando y viviendo en la ciudad española. No parece ser ese el caso de Trinitario Casanova, otro señor de Murcia que de ingenuo parece tener poco. Casanova acaba de irrumpir en todos los huecos informativos nacionales por la compra del edificio España en la capital a la firma china llamada Wanda, que había llegado con el mismo jaleo mediático y con muchas promesas y esperanzas (añadidas en este caso por su entrada en el capital del Atlético de Madrid).
No es la primera vez que esta persona de nombre pegadizo penetra en Madrid, pero ahora se lanza a por un edificio emblemático, cuyo futuro está muy controlado por el Ayuntamiento. Casanova lleva tiempo analizando su compra y negociando con el magnate chino Wang Jian Lin, propietario de Wanda; pero no se ha visto con la alcaldesa, Manuela Carmena, en cuya agenda tampoco contempla ninguna reunión en las próximas fechas. Ahora, tras el acuerdo, tiene pendiente solicitar una entrevista, según fuentes de su entorno.
Hace un mes fue condenado a un año de cárcel por haber difundido falsos rumores de una opa en el Banco Popular en 2008
De momento, el empresario, casi desconocido en la capital más allá de los círculos empresariales en los que siempre se ha movido, ha limitado las relaciones al concejal de Urbanismo, José Manuel Calvo, que ya le ha transmitido a Casanova cuáles son las líneas rojas que debe respetar en los sondeos que se supone ha realizado. Es decir, principalmente, respetar la fachada que perfila la plaza de España de la capital y que se ha convertido en un tema tabú. Su proyecto, según las fuentes, contempla la posibilidad de subarrendar los negocios hotelero y residencial a expertos en la materia. Esa es la parte clave para los intereses de este empresario, que de momento ha depositado un millón de euros de los 272 millones comprometidos, siete más de lo que pagó Wanda en 2014 al Banco Santander.
Una operación tan importante para la fisonomía de Madrid no puede limitarse a un acuerdo privado. Por eso, los responsables municipales están al acecho. Este hombre que se mueve en avión privado se ha presentado en la capital con un rostro de hombre constructivo y emprendedor; pero en el seno del Consistorio no dejan de preocuparse por su pasado, relacionado con la cultura del pelotazo, que tanto se ha asimilado al sector inmobiliario, y que ha sobrevivido a la crisis con holgura. Pero no es santo de devoción dentro del sector, donde recuerdan que siempre ha estado rodeado de polémica, y eso trasciende en el Ayuntamiento.
Se ha presentado en la capital con un rostro de hombre constructivo y emprendedor; pero los responsables municipales están al acecho
Su entramado de empresas tenía como cabeza al Grupo Hispania, que vendió al empresario José Ramón Carabantes en 2008 por 650 millones. Precisamente, aquella operación incluía la participación del 3,5% del Banco Popular y, precisamente, hace un mes fue condenado a un año de cárcel por haber difundido falsos rumores de una opa en el Banco Popular para aumentar el precio de las acciones en 2008. El rumor provocó una fuerte volatilidad en los títulos del Popular y minusvalías para varios accionistas, que llevaron el tema a los tribunales. La condena del mes pasado le inhabilita, además, para intervenir en el mercado financiero "como actor, mediador o informador" durante un año.
También pasó por los juzgados por el caso Zarrichera de presunta corrupción en la urbanización de unos terrenos protegidos en el municipio de Águilas (Murcia), en la que se proyectaron viviendas, hoteles de lujo y un campo de golf, que paró un juez. Casanova pagó en 2004 a través del Grupo Hispania 10 millones de euros, un dinero que en 12 meses multiplicó por 15 al vender el terreno en 150 millones.
Un hombre hecho a sí mismo con buenas relaciones
Trinitario Casanova es uno de esos hombres hechos a sí mismos sin ningún tipo de preparación académica y de los que cada vez quedan menos en el universo empresarial. Casanova nació en la tierra de Miguel Hernández, Orihuela, donde nació en 1964, pero se instaló en la vecina Murcia donde se licenció en el ladrillo y donde conectó pronto con los poderes regionales (en la foto con el entonces consejero de Obras Públicas de la Comunidad de Murcia, Joaquín Bascuñana, durante una corrida de toros en 2005). Después dio el salto a la esfera nacional a través de varias empresas (de hecho, aparece ligado a 55 sociedades en el registro mercantil) en las que diversificó en diferentes negocios: prensa, aviación, promoción de centro comerciales y de conciertos, explotaciones agrícolas… En ellos se desenvolvió con mayor o menor éxito hasta aterrizar en Madrid, donde adquirió terrenos en Valdebebas y en la Gran Vía madrileña con la compra de una sucursal a Bankia por 20 millones que luego vendió por 2,5 millones más.
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