Panamá estrena su nuevo Canal como un acto de reivindicación patriótica
Las autoridades aparcan el conflicto con Sacyr y reafirman su independencia frente a EE UU
Panamá estrenó este domingo el nuevo Canal ampliado, la mayor obra de ingeniería de este siglo XXI. Un tercer carril con juegos de esclusas que se une a los dos ya existentes y permitirá el paso a barcos tres veces más grandes. La construcción no ha estado exenta de polémica. El retraso en la entrega de las obras en 20 meses y los sobrecostes imprevistos han disparado el coste hasta los 5.250 millones de dólares (4.800 millones de euros), lo que ha motivado un conflicto entre el grupo constructor, encabezado por la española Sacyr, y la autoridad del canal (ACP).
Pero Panamá ha optado por aparcar esas diferencias y vender al mundo un proyecto con el que esperan multiplicar por tres los ingresos que obtienen para las arcas del Estado. “La satisfacción de ver terminada la obra da un sabor tan rico que comienza a tapar todas las vicisitudes", ha señalado Jorge Luis Quijano, el administrador del Canal. Esa tregua no afecta a la imagen de la marca España, ni a la multitud de empresas españolas que operan en el país que, tras un primer momento de zozobra cuando en 2014 se paralizaron las obras, ahora son reconocidas en el país por su solvencia técnica.
“Cuando Estados Unidos abrió el Canal de Panamá en 1914 solamente un puñado de panameños tomaron parte en aquel hito. Más de 100 años después la historia ha cambiado. Alrededor del 95% de las 40.000 personas que han contribuido con su talento a que el Canal ampliado sea una realidad son panameños”, ha dicho el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, en la presentación del documento de la ACP para celebrar la apertura de la nueva vía que permitirá duplicar la capacidad del actual Canal, por el que transita el 5% del comercio mundial. El presidente tuvo un recuerdo especial para los ocho fallecidos en las obras, un número insignificante respecto a los miles de panameños que perdieron la vida en la construcción del canal original por la fiebre amarilla, la malaria y el trabajo extenuante.
Sacyr ha difuminado su presencia en la inauguración hasta casi hacerla desaparecer
Al margen de esa trascendencia económica, Panamá ha vivido la apertura del tercer carril como un acto patriótico, una reivindicación de su pasado y una reafirmación de su identidad como Estado independiente. El símbolo que ha colocado al país en el mapa ha dejado de ser una dolorosa herencia de los tiempos en los que era poco más que una colonia de los EE UU. El Canal, cuya propiedad recuperó en 2000, ahora también tiene el sello de los ingenieros y los técnicos panameños en las nuevas esclusas.
Asistentes por sorteo
Más de 10.000 panameños abarrotaban el paso de Cocolí, en la vertiente del Pacifico, donde se celebran los actos oficiales del estreno. Su acceso fue organizado mediante un sorteo y las entradas eran nominales e intransferibles. También por sorteo se eligió el barco que ha tenido el honor de traspasar por primera vez oficialmente el paso (ha habido varios buques de prueba que lo han hecho antes).
A las seis de la mañana (hora local, 13:00 hora española) de este domingo, el Cosco Shipping Panamá, un portacontenedores nuevo de la naviera china Cosco, penetró en las esclusas de Agua Clara, en el Atlántico. En ese momento, se produjo el primer acto simbólico. El capitán del barco descendió del buque para recibir una moneda conmemorativa en oro y plata de manos del presidente Varela y del administrador Quijano. Una niña se encargó de accionar la manivela para abrir la esclusa. Tras ser elevado 27 metros desde el nivel del mar, el buque atravesó el lago semiartificial Gatún, los meandros del Corte Culebra, para enfilar la esclusa de Cocolí, en el Pacífico, tras nueve horas de viaje.
Allí le esperaban las autoridades y los 2.400 invitados de 62 delegaciones internacionales entre ellos varios jefes de Estado como Tsai Ing-wen (Taiwan), Michelle Bachelet (Chile), Luis Guillermo Solís (Costa Rica), Daniel Medina (República Dominicana), Juan Orlando Hernández (Honduras), y Horacio Cartes (Paraguay). Por España, participó el Rey emérito Juan Carlos I. Aunque lo que más llama la atención es la escasa altura de la delegación estadounidense, integrada por su representación diplomática. El gran ausente es el expresidente estadounidense Jimmy Carter que firmó en 1977 el tratado con el general Omar Torrijos gracias al cual el Canal interoceánico pasaría a manos panameñas a finales del siglo XX.
"Juntos lo hicimos"
“Juntos lo hicimos” se podía leer en grandes cartelones colgados en toda la Ciudad de Panamá. Tras nueve años de trabajos de expansión del Canal, la nueva vía debe servir para revitalizar la economía de un país que hasta el año pasado era el que más crecía en la región. Al hacer posible la entrada de buques más grandes –los neopanamax, capaces de transportar 13.000 contenedores- permitirá recuperar los clientes que le está robando el Canal de Suez, con rebajas de peajes del 65%.
10.000 panameños que han logrado su entrada por sorteo asisten a la ceremonia
Por eso, las autoridades prefieren pasar página respecto al conflicto que le enfrenta con el consorcio Grupo Unidos por el Canal (GUPC), encabezado por Sacyr, e integrado por la italiana Salini Impregilo, la belga Jan de Nul y la panameña Cusa. El consorcio resultó adjudicatario por 3.118 millones de dólares. Pero ahora reclama otros 3.500 millones de dólares por costes sobrevenidos.
“Las relaciones con Sacyr son buenas. Tuvimos un conflicto, pero nos sentamos a negociar y se pudieron reanudar las obras. Las diferencias que nos reclaman se están viendo en las instancias oportunas y en el arbitraje internacional. Para diciembre de 2018 como máximo estarán solucionadas”, señala a EL PAÍS Ilya Marotta, vicepresidenta de ACP, y la cara visible del proyecto, al punto que se ha convertido en una estrella mediática en su país
La ausencia más notada es la de Jimmy Carter, que firmó el tratado con Torrijos para devolver el Canal
“Ahora el Canal está terminado. Vamos a seguir trabajando con Sacyr porque, por ejemplo, tenemos diez años garantizados por vicios ocultos. No creo que afecte a la imagen de las empresas españolas como prueba que están en varios proyectos como el Metro de Panamá (FCC)”, añade.
Esa tregua parece que ha sido aceptada por Sacyr que en la inauguración de una obra histórica de la que debía sentirse protagonista principal ha difuminado su presencia hasta casi hacerla desaparecer. El presidente de la constructora, Manuel Manrique, estaba en la tribuna de las autoridades pero siempre en un segundo plano, y el grupo español ha tenido una inédita ausencia en los medios panameños que durante más de diez horas han estado retransmitiendo todo el acto, y entrevistando a cualquier persona relacionada con la obra, desde representantes de navieras a trabajadores de a pie de obra. Pero a nadie de Sacyr ni del consorcio GUP.
"Para Sacyr, esta obra supone un gran éxito porque hemos sido capaces de superar todos los enormes retos de todo tipo que nos hemos encontrado. Hemos demostrado el altísimo nivel de la ingeniería española ya que además de Sacyr han colaborado otras 74 empresas. Estoy seguro de que el éxito de este proyecto,cuyo rendimiento es mejor que el estipulado en el contrato, nos abrirá más oportunidades en todo el mundo", ha señalado, Manuel Manrique, a EL PAÍS, a través un correo electrónico.
El rencor estadounidense
Marotta, conocida como la ingeniera, ha sido la encargada de refutar las acusaciones del reportaje de The New York Times que ponía en duda la calidad del hormigón utilizado en las esclusas o el peligro de que los remolcadores, que sustituyen completamente a las locomotoras en el arrastre de los buques, sean aplastados por estos.
“El artículo habla de problemas que ya fueron resueltos. El hormigón es de excelente calidad. Detectamos al principio un problema con el contratista porque la mezcla que presentaba no nos satisfacía y por eso se retrasó esta fase seis meses, hasta que la calidad del material fue la adecuada. Hemos controlado y testado cada metro cúbico de hormigón. No hay ningún problema”, insiste.
Estas acusaciones han sido recibidas por la opinión pública como una muestra de resentimiento. Y no solo porque parten de una valoración de la constructora estadounidense Bechtel, que perdió el contrato frente a Sacyr, sino porque entienden que los estadounidenses no han digerido aún la entrega del Canal en 2000, tras una batalla épica emprendida por el presidente y revolucionario Omar Torrijos.
Revitalización del comercio mundial
El Canal de Panamá representa aproximadamente el 5% del comercio marítimo mundial, y con esta ampliación se estima que genere un aumento del 3% en volúmenes de carga que transitan por el mismo.
Si bien el 60% del tráfico del Canal de Panamá o bien comienza o bien termina en los puertos de Estados Unidos, tendrá un impacto directo y notable en el comercio entre Asia y la Costa Este de EE UU, según las previsiones de Maersk, la naviera danesa, una de las mayores del mundo.
"La expansión nos proporciona más opciones, más notablemente para nuestras rutas entre Asia y Suramérica y entre Asia y la Costa Este de Estados Unidos. Es probable que Maersk Line tenga una mayor utilización del Canal de Panamá ampliado ajustando uno o más servicios con barcos más grandes para comenzar a navegar a través de sus nuevas esclusas", señala Anders Boenaes, director de Maersk Line.
También se quiere vende la ampliación del canal como una proyecto verde, que ahorrará miles de toneladas de CO2. Los impulsores de la obra señalan que al permitir la entrada de barcos más grandes se evitan viajes y, por tanto, emisiones. Además, defienden que el canal ahorra hasta 15 días respecto a otros trayectos como los que pasan por el Canal de Suez.
Y si bien se ha destruido un área forestal y de selva considerable, se ha reforestado 2.800 hectáreas en otras áreas del país, el triple de las que se han destruido por la obra, según el responsable de medioambiente de la ACP, Carlos Vargas.
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