_
_
_
_
_

La abadía de las tejedoras

ÁBBATTE, enclavada en los vestigios de un monasterio segoviano, rescata la tradición textil artesana

Hilaturas utilizadas por ÁBBATTE para sus tejidos, en la antigua abadía de Santa María de la Sierra, en Collado Hermoso (Segovia).
Hilaturas utilizadas por ÁBBATTE para sus tejidos, en la antigua abadía de Santa María de la Sierra, en Collado Hermoso (Segovia).Santi Burgos

Mari Carmen Gimeno urde una trama en medio de las ruinas. En un pequeño taller, incrustado en los vestigios del antiguo monasterio cisterciense de Santa María de la Sierra (construido en el siglo XIII en la sierra de Guadarrama, Segovia), Gimeno confecciona, a la vieja usanza, con telar y lanzadera, una manta de lana, un trabajo similar al que siglos atrás realizaban los monjes que habitaban la abadía. Junto a ella otras tres mujeres han aprendido el arte de devanar, teñir y entrelazar los hilos. Juntas dan vida a ÁBBATTE, una pequeña firma que crea objetos textiles hechos a mano, utilizando fibras naturales y que ha ganado el Premio Nacional de Artesanía 2015, en la categoría de emprendimiento.

La pequeña firma fue ideada por Elena Goded (Madrid, 1955), gracias a un golpe de suerte. Hace siete años, esta bióloga, especialista en tintes y tejidos y exprofesora de la UNED, se enteró de que los dueños de la vieja abadía habían dado marcha atrás a la construcción de un hotel en medio del monasterio. Junto a su esposo, Salvador García-Atance, realizó una oferta por el Monumento Nacional, en manos privadas desde la desamortización de 1836.

Idea original

Un negocio valorado fuera

"El negocio de hacer prendas de forma artesanal está de moda", dice Rafael Atencia, fundador de TelArt, una tienda especializada en telares manuales. En España, sin embargo, esta tendencia aún es incipiente, argumenta el experto. "Vemos que en países como Canadá o en algunas zonas del norte de Europa hay toda una cultura sobre las prendas hechas a mano... la gente paga por ello", añade. Elena Goded sabe que su emprendimiento es todo un reto. La pequeña empresaria reconoce que vender una manta por 600 euros es muy complicado, pues el mercado está saturado por las grandes marcas que ofrecen ropa a precios mucho más asequibles.

"Sabemos que España es un sitio complejo para vender las prendas hechas a mano", dice Lanzas. Sin embargo, asevera: "Hemos encontrado un pequeño nicho que busca exclusividad, aunque el coste sea elevado".

Goded afirma que para que ÁBBATTE sea una empresa sostenible económicamente es necesario buscar también clientes fuera del país. "Nos interesa especialmente estar en Francia, Italia, Reino Unido y los países nórdicos porque creemos que son los que más valoran el textil artesanal".

"ÁBBATTE aún no cubre costes de producción", reconoce Goded. "Esperamos que entre este y el próximo año podamos tener ganancias", detalla la emprendedora.

La venta de las prendas se realiza fundamentalmente en el propio taller del monasterio, en un showroom instalado en Madrid y a través de la su página web. A finales de 2016, la firma tendrá una tienda física en la calle Villanueva, en el barrio de Salamanca. "Queremos que lo artesano deje de ser visto como viejo o antiguo... si una prenda está hecha a mano es atemporal, es una pieza única", concluye Goded.

"El objetivo inicial era rescatar el valor cultural de la construcción", comenta Goded. Una vez adquirida la abadía, en 2005, había que rehabilitar el templo. Además, la pareja decidió construir un pequeño edificio anexo a la iglesia del monasterio para realizar cursos y conferencias sobre tintes y tejidos. Las obras del monasterio duraron cinco años. Durante ese tiempo, la bióloga pensó que era una buena opción darle un giro a su vida. "¿Por qué no montar un pequeño taller de moda artesanal?", se preguntó. Goded conocía las entrañas de la industria debido a su experiencia como docente en el Taller de Artesanía Textil en la UNED. En 2012, después de solicitar una excedencia en la universidad, lanzó su proyecto. "Quería algo diferente... en principio buscaba privilegiar la calidad de las prendas y ofrecer productos que no estuvieran disponibles en las grandes tiendas", asegura.

Para echar adelante el emprendimiento, Goded necesitaba la maquinaria necesaria para confeccionar las prendas. Fue en un pueblo de Segovia llamado Prádena, en el que anteriormente hubo otro taller, donde encontró los primeros telares procedentes de Finlandia y Dinamarca y en los que ahora tejen mantas, almohadones, manteles, bufandas, ruanas, cabeceros de cama y alfombras, cuyos precios van desde los 150 euros hasta los 1.100 euros. "Hay una vuelta a lo artesano, ahora la gente busca una pieza única, hecha a mano, con el alma del tejedor", dice Goded en su estudio, que se construyó con los restos de piedra de la abadía.

El proyecto se fortaleció con la contribución de Mercedes García Gómez, responsable de la creación de prototipos y con larga experiencia en la Real Fábrica de Tapices, en el Museo del Traje y en el Instituto Europeo de Diseño. Y además se unió al emprendimiento Camila Lanzas, hija de Goded, que al terminar sus estudios en historia del arte y diseño se centró en la parte creativa de las piezas.

Con los telares, el monasterio y el taller ya consolidados solo hacían falta tejedores para poner en marcha la empresa. Para ello, convocaron a las personas que estuvieran interesadas en el proyecto y a los seleccionados se les formó con un curso de tejeduría. Ana María Martín Gil, del municipio segoviano de Collado Hermoso, ha sido la responsable de formar al resto de tejedoras, dice Lanzas.

Gimeno es una de ellas. Cambió el empleo de recepcionista en un hotel, por el oficio de tejedora. Por las manos de esta artesana pasan, semana a semana, metros de fibras naturales como sedas, alpacas y lanas merinas, que integran el muestrario de los materiales que se emplean en la abadía. "El material lo traemos principalmente de la India, Egipto, Chile, Perú y China... pero buscamos fibras de cualquier parte, con el único requisito que sean de alta calidad", asegura Lanzas. En su empeño por que el proyecto tenga una parte cultural, la firma cultiva plantas tintóreas que forman un jardín botánico ubicado al pie del monasterio. También con parte de estas plantas tintóreas se tiñen por encargo algunas piezas tejidas en el monasterio.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_