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PAOLO BARILLA Vicepresidente de Barilla

“La comida es un tema delicado, entras en casa de los demás”

El ejecutivo apuesta por que su compañía crezca en América y afirma que no estudia una salida a Bolsa

Paolo Barilla, vicepresidente de la empresa de pasta Barilla
Paolo Barilla, vicepresidente de la empresa de pasta BarillaCarlos Rosillo

Tercero de cuatro hermanos, Paolo Barilla (Milán, 1961) es hoy vicepresidente de la marca de pasta más famosa en el mundo y el representante de la cuarta generación de los Barilla. El grupo, fundado en Parma (Italia) en 1877 facturó en 2014 (el último año sobre el que ofrece datos) 3.254 millones de euros. Con fuerte presencia en Europa, en los últimos años mira a América para su expansión. En España tiene objetivos ambiciosos: espera crecer un 50% en cinco años. “La comida es algo delicado porque entra en la casa de la gente”, explica Paolo Barilla. Antes de decidirse a recoger el legado familiar, este empresario prefirió dar rienda suelta a su pasión: fue piloto de carreras y ganó incluso la 24 horas de Le Mans. De paso por España, habla de la importancia de combinar tradición con innovación, y frena la polémica en relación a las declaraciones de su hermano, Guido, quien dijo que, aún respetando las bodas entre homosexuales, el grupo Barilla no contemplaba incluir parejas del mismo sexo en sus anuncios.

Pregunta. Barilla es una empresa con una historia centenaria, pero hace relativamente poco que se abrió al mundo. ¿Cómo ha ido el negocio en 2015?

Respuesta. A partir de la mitad de los años noventa empezamos una expansión internacional que está yendo muy bien, y en la que nos sentimos cada vez más cómodos. Europa ha sido durante mucho tiempo nuestro territorio privilegiado, pero ahora apostamos por Estados Unidos.

P. Todas las empresas miran a Oriente, pero su compañía sigue con la ruta occidental.

R. El sector de la comida es lento y nosotros, que nos sentimos portadores de la cultura italiana, tenemos que adaptarnos a los mercados donde operamos. Y el mercado oriental es muy diferente del mercado estadounidense, donde nos estamos expandiendo. Estamos ganando cuotas de mercado en muchos países, pero penetrar en Oriente es una aventura completamente distinta.

P. ¿Y en España?

R. En España tenemos muchos años de experiencia, pero creemos que los hábitos están cambiando. Aprovechamos el momento para investigar y comprender mejor a los consumidores. Aunque el afán es el de siempre: nos proponemos como los intérpretes de la pasta en el mundo.

P. ¿Han estudiado la posibilidad de salir a Bolsa?

R. Nunca hablamos de esto. Con mis hermanos no nos preguntamos dónde estaremos dentro de unos años, pero tenemos claro que queremos ser una buena compañía cuya reputación sea buena. Apreciamos nuestra libertad.

P. ¿Cómo ha cambiado en los últimos años el mundo de la gastronomía y la cocina?

R. La gastronomía en general se ha convertido en una experiencia, en la felicidad de vivir. Ya no se trata de convertir a la gente para que coma lo que el fabricante quiera. Ahora se trata de ofrecer opciones de calidad y buenos sabores, buscando una mejor relación con la gastronomía local. Por ejemplo, de España me encanta el jamón, y pese a que soy de Parma y hay un conflicto, si veo jamón, ni siquiera me entran ganas de comer espaguetis.

P. En el extranjero la marca Italia es desde hace décadas muy potente en la alimentación. ¿Hay algo que los españoles puedan aprender de cómo los italianos han sabido posicionarse?

R. La clave está en despertar la curiosidad del cliente sobre el país de origen del producto. Hay que saber comunicar que en cada producto hay una historia detrás, explicando cómo se hace y qué cualidades aporta. Italia es un país pequeño y con mucha variedad, y lo que fascina a los clientes en el mundo es la historia que hay detrás de cada territorio y producto.

P. ¿Les ha afectado de algún modo la polémica que generaron las declaraciones en 2013 de su hermano Guido sobre los gays en su publicidad?

R. Nos hemos sentido mal, porque, sin darnos cuenta, ofendimos a algunas personas. Antes de lo que ocurrió no lo habíamos considerado nunca, porque entre los valores de la cultura e historia italiana está la familia, pero es verdad que hay que entender cuál es el límite de la tradición.

P. Hubo mucho revuelo en Internet. ¿Qué es lo que han entendido de aquella experiencia?

R. Entendemos que el mundo está cambiando. Y esto nos pone en una perspectiva diferente, que es la de aprovechar el momento para aprender algo nuevo. Y que nunca hay que olvidar que la comida es algo delicado, porque entras en la casa de los demás.

P. Antes de codirigir esta empresa usted fue piloto de carreras. ¿Aprendió algo que luego pudiera aprovechar en su empresa?

R. Cuando empecé a trabajar para Barilla, muchos pensaban que iba a sufrir. Cuidar de un plato de pasta no es lo mismo que conducir un coche de carreras, desde el punto de vista de la adrenalina. Pero de mi familia he aprendido el valor de la disciplina. Y cuando observas y entiendes el proceso productivo que está detrás de la pasta te apasiona. Y puedo añadir que tengo la suerte de trabajar al lado de mis familiares. Esto me hace sentir muy afortunado.

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