Una carrera por casualidad
Los hallazgos fortuitos son una herramienta valiosa para los profesionales
Lo que Cristóbal Colón buscaba cuando, después de tres meses de travesía, avistó la isla de Guanahani no era un nuevo continente ni cambiar el curso de la Historia, sino hallar una ruta alternativa para llegar a La India. Alexander Fleming posiblemente nunca habría descubierto la penicilina si un hongo no hubiera contaminado accidentalmente una de las placas de bacterias con las que experimentaba. En las enciclopedias abundan los ejemplos de serendipia, accidentes y errores afortunados que terminaron en grandes y pequeños avances para la humanidad. El factor suerte cuenta. También en carrera profesional. Pero para que lo imprevisto acabe teniendo un efecto positivo en nuestra vida y en nuestro trabajo deberemos ser capaces de aceptarlo y saber utilizarlo en nuestro beneficio.
La búsqueda de empleo es uno de los terrenos en los que con mayor claridad podemos apreciar la intervención del azar. Una vacante repentina, alguien a quien se conoce o un encuentro casual con un viejo amigo pueden dar fin a una búsqueda de meses. Hays recuerda que trazar un buen plan es imprescindible para encontrar trabajo, pero no garantiza resultados. Esta consultora aconseja un equilibrio entre la planificación y saber ofrecer una respuesta ágil y adecuada a las oportunidades imprevistas que puedan presentarse. “El 80% de las posiciones que cubrimos provienen de candidatos que en su momento nos mandaron su currículo para otro puesto que no cuajó. Pero un día reciben una llamada de uno de nuestros consultores porque ha surgido una nueva oportunidad que encaja con su perfil. ¿Casualidad? Puede ser. Pero no se habría producido si ese candidato no hubiera hecho antes sus deberes”, comenta Salvador Sicart, director de Hays Response.
Hay quien le cuesta admitir que sus logros no son fruto exclusivo de su trabajo
Para que la suerte nos sonría se tienen que alinear las estrellas, pero será más fácil que suceda si le damos un pequeño empujón. Hacer un buen curriculum, una adecuada criba de empresas o una sistemática gestión de contactos formará parte de ese trabajo previo que sí depende del candidato. Luego hay que estar alerta para saber subirse al carro de lo inesperado. “Los trenes pasan una vez y tienes que estar preparado. Si la oportunidad te encuentra en estado de shock y no sabes venderte, la perderás”, advierte Sicart.
Cuando estaba en su último año de carrera, Enrique Dans pensaba que su futuro inmediato pasaría por estudiar un MBA, conseguir un préstamo y convertirse en emprendedor de cultivos marinos en su Galicia natal. Pero en lugar de dedicarse a criar rodaballos, ahora Dans es profesor de Sistemas de Información en el IE Business School y uno de los españoles más influyentes en su campo. “En mi trayectoria han jugado un papel importantísimo un premio de lotería de Navidad, la misteriosa decisión de mi padre de regalarme un ordenador en una época en la que nadie tenía uno o un profesor que se empeñó en convencerme de que me quedara en su área dando clase. Lo inesperado juega un papel muy importante en la carrera profesional de las personas”, afirma.
Aunque hay a quien le puede costar admitir que sus logros no son el fruto exclusivo de su dedicación y talento. “Nuestras acciones condicionan nuestro futuro, pero tratar de mantener todas las variables bajo control resulta probabilísticamente imposible y es una fuente de frustración. Siempre surgen oportunidades, se conocen personas o se desarrollan aspectos inesperados que nos ofrecen resultados impredecibles”, opina el profesor Dans. David Criado, impulsor de la iniciativa Vorpalina, estima que una trayectoria profesional viene determinada por una mezcla de factores en el que la serendipia tiene un peso nada desdeñable. “Sólo con mi esfuerzo puedo tener una carrera profesional aceptable, pero para sacar nota también deberé aprender a tomar decisiones acertadas, saber gestionar las circunstancias de cada momento y aprovechar las decisiones de otras personas”.
Serendipia empresarial
La transformación digital de las empresas está propiciando que algunas organizaciones hayan comenzado a contemplar la serendipia como una variable significativa en la marcha del negocio. “Hay muchos ejemplos de tecnologías que han resultado exitosas en determinados campos pero que comenzaron teniendo un propósito muy diferente”, recuerda Susana Navarro, directora de marketing y comunicación de Tecnocom. Es paradigmático el caso del post-it, que comenzó como un intento infructuoso de crear un adhesivo de mejor calidad hasta que a alguien se le ocurrió darle la vuelta a ese fracaso para idear algo nuevo y revolucionario. Pero para que estos trasvases afortunados se produzcan es preciso un ecosistema que los propicie. “Se necesitan organizaciones flexibles y con tolerancia al error, estructuras con una cultura y un clima en los que cada profesional tenga libertad para aportar ideas que generen valor para la empresa”, agrega Navarro.
Para David Criado dos son las claves que marcan las carreras profesionales de hoy. “La primera es no esperar a que las cosas pasen, sino hacer que pasen. La segunda consiste en aceptar que la gran mayoría de consecuencias de la primera clave no ocurrirán exactamente cuándo, dónde ni cómo nosotros esperábamos. Hay que entrenar la habilidad para afrontar y gestionar esa incertidumbre a través de un proceso continuo de autoconocimiento”, señala. De hecho, saber sacar partido de la serendipia se ha convertido en una competencia muy apreciada en los profesionales actuales. Óscar Fuente, director general de IEBS Business School, destaca que “ser una persona disruptiva significa aportar visiones y enfoques distintos, ser capaz de encontrar soluciones donde otros solo ven problemas”. Una facultad que está estrechamente relacionada con la creatividad, el pensamiento lateral y la innovación. Y también, añade este experto, con “saber conectar las coincidencias y accidentes que suceden con el día a día para sacarles provecho, ya que a veces los errores nos acaban mostrando el camino correcto”.
Entrenar el cerebro
Louis Pasteur aseguraba que, en el campo de la investigación, el azar solo favorece a los espíritus preparados. Y es que la serendipia requiere una sagacidad mental que no viene de serie. “Nuestra atención es muy limitada, por eso nuestro cerebro interpone una serie de cortafuegos ante los estímulos que recibimos del exterior con el objetivo de simplificar nuestra vida. Aquello que logre superar esos filtros estará muy influido por nuestras creencias y prioridades”, explica Carlos Herreros, especialista en neurociencia aplicada a las organizaciones.
Para este investigador, esta atención selectiva hace que “experimentemos una versión de la realidad incompleta y subjetiva, con el riesgo de que cosas potencialmente útiles puedan ser etiquetadas por nuestro cerebro como no importantes”. Es lo que los científicos llaman “ceguera no atencional”, un sesgo cognitivo que ahorra energía pero cierra el paso a lo imprevisto.
¿Cómo combatirla? Según Herreros, “deberíamos abrir nuestra mente a la experimentación, explorar las disonancias cognitivas que se produzcan e indagar en sus causas. Obligar a nuestro cerebro a que no filtre toda vivencia que no se ajuste a lo que ya conocemos”.
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