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‘IN MEMORIAM’
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Jorge Estrada, un emprendedor polifacético

Su ámbito de actividades era asombrosamente diverso: empezó en el negocio del petróleo, pero se extendió al del vino, la restauración y los medios de comunicación

El pasado 21 de noviembre los amigos de Jorge Estrada Mora recibimos un mensaje suyo en que nos decía que le habían detectado un tumor en el hígado muy desarrollado. Les había sorprendido a todos, médicos incluidos, porque era cuidadoso con los temas de su salud. Estaba decidido a plantar batalla a esa “puta enfermedad” y nos anunciaba que se iba a dedicar a ello con el ánimo de vencerla. Todavía envió algún correo más, comentando con humor noticias que leía en la prensa. Apenas 20 días después, la familia nos comunicaba su fallecimiento en Buenos Aires, tranquilo, rodeado de su mujer y sus cinco hijos.

Es difícil resumir en unas líneas una personalidad tan rica y compleja como la de Jorge Estrada. Colombiano de nacimiento y corazón; comprometido con la Argentina en la que se había enraizado intensa y afectivamente; se sentía español en España y norteamericano en Estados Unidos; últimamente le atraía Asia y habría llegado a conocerla muy a fondo si esta maldita enfermedad no se lo hubiera impedido.

Geólogo de formación, diversificó de forma sorprendente su actividad: del petróleo al cine, del capital riesgo al vino, de medios de comunicación a restaurantes. Le interesaba casi todo y nunca de forma superficial. Disfrutaba con lo que hacía y le gustaba tener éxito en ello, como a un deportista de competición conseguir buenos resultados, pero no era un adorador del dinero. No vivía con ostentación, se sentía responsable de la educación y el futuro de sus hijos y tanto él como Nancy, su mujer, dedicaban tiempo y esfuerzos a la filantropía, con tanta discreción como generosidad.

A veces da la impresión de que se usa la palabra emprendedor para evitar la de empresario, en la que se ven connotaciones negativas. No era, desde luego, el caso de Jorge Estrada, pero él era mucho más que un buen empresario. Era un hombre lleno de ideas, capaz de poner de acuerdo a personas distintas para sacar iniciativas que le interesaran. Daba la sensación de que lo hacía con enorme facilidad, como si no le costara, pero muy pocos podían hacerlo con su eficacia. Una trayectoria tan larga, tan llena de haceres y de amistades, generaba confianza y por eso podía sumar, para poner en marcha o impulsar proyectos, que analizaba más allá de la intuición, pero a los que se entregaba si creía en ellos. Estaba al corriente de todo lo que se traía entre manos, pero sabía delegar, tanto como elegir bien a sus colaboradores.

En la Argentina, en Colombia, en Estados Unidos o en España era un ciudadano comprometido. Le interesaba la política y siempre estaba bien informado. No tenía miedo a definirse, ni se refugiaba en la corrección política o la equidistancia para no tomar partido. Le importaban las ideas sin ser dogmático. Era capaz de hablar con personas de ideologías distintas y procuraba ayudar a generar acuerdos, tanto como detestaba el sectarismo.

Tuvo la suerte de casarse con Nancy y tener una familia estupenda, que se mantenía unida al modo más tradicional, aprovechando intensamente las tecnologías que permiten superar las distancias físicas. Hablaba con sus hijos o seguía el baño de sus nietos después de haber tratado de un asunto complejo que requería mucha atención.

Con Jorge se nos ha ido un gran amigo al que vamos a echar de menos. Un extraordinario anfitrión y un conversador ameno e inteligente sobre los temas más variados. Nos va a costar acostumbrarnos a su ausencia.

Descanse en paz.

Miguel Ángel Cortés es diputado del PP en el Congreso y fue secretario de Estado de Cooperación (2000-2004) y de Cultura (1996-2000).

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