Grifols se deja seducir por la baja fiscalidad irlandesa
El grupo farmacéutico traslada a Dublín tres cuartas partes de su negocio
El grupo farmacéutico catalán Grifols traslada a Dublín (Irlanda) la gestión de tres cuartas partes de su negocio por motivos tributarios y regulatorios. En 2014, la empresa, que ingresa 3.355 millones de euros al año, se llevó a la isla —conocida en toda Europa por su tratamiento fiscal favorable a multinacionales— la política comercial, las actividades de I+D, la gestión de la tesorería y, sobre todo, la división bioscience, que se centra en los hemoderivados y que es vital para su negocio.
“Estoy seguro de que no será el último”. El augurio con el que Víctor Grífols cerró el discurso de inauguración de su nuevo centro en el parque empresarial Grange Castle de la capital irlandesa fue aplaudido por los ministros que acudieron al acto el pasado jueves. En plena fase de expansión, la compañía no solo ponía en marcha una planta logística, sino que mostraba la que desde el año pasado ya es de facto su sede operativa mundial. “Grifols es una compañía global y ubica las operaciones donde le es más conveniente desde el punto de vista de negocio”, aseguró el vicepresidente financiero de la firma, Alfredo Arroyo.
Entre los asistentes al acto estaba Martin Shanahan, consejero delegado de IDA Ireland, la agencia que se encarga de promocionar la inversión extranjera del país. “Esta decisión [de Grifols] juega un papel muy importante para atraer otras inversiones europeas”, afirmó. La agencia tiene la misión de atrapar capital foráneo, para lo cual pone toda la carne en el asador, también la de la fiscalidad. En su folleto promocional, el IDA recuerda que con un impuesto de sociedades del 12,5% (frente al 28% de España), Irlanda “es el país más eficiente de la UE y el sexto del mundo” a la hora de pagar ese tributo y destaca las ventajas fiscales para las actividades de I+D y la propiedad intelectual. Los cuarteles generales de Grifols seguirán en Sant Cugat del Vallès (Barcelona), pero el grupo se valdrá de esa base global para realizar toda la facturación que no se dirija a EE UU y a España, donde la compañía comercializará los productos desde sus centros de fraccionamiento. A pesar de la baja fiscalidad irlandesa, el grupo asegura que abona por Sociedades un tipo efectivo del 22%, puesto que este resulta de la media de todos los países en los que tributa.
Grifols es uno de los líderes mundiales en hemoderivados y su centro de Parets del Vallès es considerado de interés estratégico para EE UU, según desvelaron los cables de Wikileaks en 2010, por la producción de gammaglobulina, un fármaco que se usa con pacientes con un sistema inmunológico muy debilitado. Pero hoy esa zona industrial de Cataluña atraviesa una nueva crisis, con varias fábricas [de Grifols] que emplean a más de mil trabajadores (como Valeo o Autoliv) en peligro de continuidad. Ante el movimiento de Grifols, el consejero catalán de Empresa, Felip Puig, se limitó a decir que “con mayor autonomía fiscal, seguramente esto no hubiera pasado”.
Sin embargo, Víctor Grífols ya había dado muestras de su descontento con la Administración española. En una cena organizada por analistas financieros en Barcelona hace tres años, el presidente de la compañía se despachó contra las trabas sufridas y afirmó que en caso de haber nacido en Alemania su compañía sería “más grandes que Pfizer”. Y advirtió: “O cambian las cosas, o lentamente nos iremos marchando desde España a EE UU”. No se ha ido de España, pero su nueva inversión en Irlanda, de 88,4 millones de euros, obedece a las facilidades que da ese país. “Aquí el sistema legal y tributario es transparente y consistente”, dijo Arroyo. La otra razón que esgrimió es la cercanía a la City de Londres, donde su ubica el HSBC, su banco de referencia. De hecho, desde la filial irlandesa se ha cerrado por lo menos una gran operación de financiación: la emisión de bonos por 1.000 millones de euros en marzo de 2014 con un interés del 5,25%.
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