La Bolsa inyecta gasolina al motor económico
El desarrollo del mercado de valores financia a las empresas y da más opciones al ahorro de los ciudadanos
La Bolsa española ha sufrido una transformación radical durante los últimos 30 años. El desarrollo del mercado de valores ha supuesto un pilar fundamental en la modernización de la economía. Su aportación es múltiple, pero puede resumirse en dos efectos fundamentales: facilitar financiación para el crecimiento de las empresas, dinero en gran medida procedente de los inversores internacionales; y abrir una alternativa de ahorro (la renta variable) a millones de ciudadanos españoles.
Las tres últimas décadas están salpimentadas de fases de euforia bursátiles y sonoros crash. Es un periodo que ha parido conceptos como el capitalismo popular, al calor de las grandes privatizaciones de los años noventa, o la burbuja puntocom. De un parqué donde la negociación de los títulos se hacía a viva voz en corros se ha pasado a un mercado informatizado donde casi el 50% de las operaciones las escupen en microsegundos potentes ordenadores basándose en complejos programas algorítmicos. Los inversores han sufrido las hieles de la salida a Bolsa de Bankia, pero también han saboreado las mieles de OPV tan exitosas como la de Inditex. La crisis que estalló en 2007 puso a prueba al mercado, que salvo en contadas ocasiones, facilitó liquidez inmediata a los ahorradores. El balance tiene sus claroscuros, pero si nos atenemos a la rentabilidad, los últimos 30 años de la Bolsa son positivos: en esta fase el Índice General de la Bolsa de Madrid se ha revalorizado un 915%. A continuación se analiza el desarrollo del mercado desde el punto de vista de cuatro de sus principales actores.
La Bolsa. Basta dar solo un par de datos para entender el desarrollo exponencial del mercado de valores español. En 1985 solo había 334 sociedades cotizadas que capitalizaban 18.074 millones de euros y el volumen de contratación efectiva de sus acciones apenas era de 2.990 millones; tres décadas más tarde (datos de 2014) hay 3.452 empresas admitidas a cotización (incluidas sicav), con un valor de mercado de 1,05 billones y el valor negociado de sus acciones roza los 900.000 millones.
“El desarrollo del mercado es un caso de éxito y ha contribuido al avance del país”, sostiene Antonio Zoido. El presidente de Bolsas y Mercados Españoles (BME) destaca varios efectos de esta transformación: “En primer lugar, se ha cambiado la transcendencia social de la Bolsa. Un fenómeno de minorías se ha extendido a amplias capas de la población. Además, el mercado se ha convertido en un mecanismo de financiación importantísimo para las empresas. Y ha mostrado su eficacia tras el estallido de la crisis como alternativa a un endeudamiento bancario excesivo”. En 2014 los flujos nuevos de financiación o inversión suministrados en forma de capital ascendieron a 36.110 millones, lo que situó a la Bolsa española en segundo lugar en Europa en este capítulo y en el octavo en todo el mundo. Es decir, el peso del mercado español en el mundo es mayor que el de la economía medida por PIB.
Un mercado en manos de los inversores extranjeros
ñol, así como la internacionalización de las empresas locales, tiene como consecuencia un importante aumento del control de las acciones por parte de los inversores extranjeros. Al cierre de 2014 —últimos datos disponibles— los inversores foráneos alcanzaron su nivel máximo histórico de participación en la Bolsa española con el 43% del valor de mercado, casi tres puntos porcentuales más que el año anterior y 13 puntos más que en 1992. El peso de estos inversores (fundamentalmente fondos de inversión y de pensiones anglosajones) es tres puntos superior a la media de la Unión Europea.
Los números refrendan la pujante inversión extranjera neta positiva en acciones cotizadas. En el segundo semestre de 2012 la inversión exterior neta (diferencia entre compras y ventas en el mercado) a través de la Bolsa española fue de más de 6.000 millones de euros, en el conjunto de 2013 alcanzó los 7.600 millones y en 2014 superaba los 7.700 millones, de acuerdo con los datos de la Dirección General de Política Comercial e Inversiones del Ministerio de Economía.
La intensa actividad de los fondos foráneos tiene su reflejo también en su elevado peso en la negociación bursátil. En el año 2014, la participación de no residentes en el volumen total negociado en el mercado alcanzó su récord histórico ya que participaron en el 82,2% del volumen total negociado, un porcentaje que supone doblar su influencia en solo 20 años.
El desarrollo del parqué español ha sido posible por los cambios normativos —el punto de inflexión fue la Ley del Mercado de Valores (LMV) de 1988 donde los agentes de cambio y Bolsa dan paso a las sociedades y agencias de valores— por la apuesta por la tecnología —Madrid introdujo la negociación electrónica antes que otras plazas como Fráncfort o Londres—, y por la propia transformación de la sociedad gestora del mercado —las cuatro Bolsas se desmutualizan en 2000, dos años después se integran en BME, que empieza a cotizar en 2006—. “Los inversores, particularmente los extranjeros, han visto que el funcionamiento del mercado español es creíble, es decir, que la contratación, la liquidez y la información, funcionan bien”, destaca Zoido.
El supervisor. El desarrollo de un mercado necesita de la existencia de un policía que asegure el cumplimiento de unas reglas del juego mínimas. En este sentido, el nacimiento de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha desempeñado un papel relevante en el despegue bursátil español. La CNMV surgió en 1988 tras la aprobación de la LMV. Su primer presidente fue Luis Carlos Croissier y los primeros pasos no fueron fáciles. “Teníamos que poner en marcha una institución desde cero y al mismo tiempo empezar a supervisar. Nos inspiramos en el modelo de la SEC estadounidense”, recuerda Rafael Sánchez de la Peña, uno de los directivos históricos de la CNMV.
El dinero es miedoso por naturaleza y en un mundo globalizado los flujos de capitales pueden pasar por delante de un mercado si este no ofrece las suficientes garantías. “Hace 30 años la obsesión era bajar el coste de capital, atraer inversión extranjera directa. Había que dar visibilidad al mercado español y eso pasaba por lograr una Bolsa más fiable, con mejores infraestructuras y menor manipulación”, destaca Sánchez de la Peña.
En estas tres décadas la labor de la CNMV no ha estado exenta de críticas. Junto a los viejos problemas como el uso de información privilegiada, han surgido en los últimos años deficiencias en la comercialización de productos financieros, como las participaciones preferentes. “Uno de los retos de la CNMV es la protección del inversor y la profesionalización de la venta de productos para que cada ahorrador tenga solo aquello que encaja con su perfil”, reconoce el exdirectivo de la CNMV.
Los intermediarios. Otro de los pilares sobre los que se ha asentado la transformación de la Bolsa española es el de la intermediación. Con la LMV se creó una nueva figura, las sociedades y agencias de valores, que dieron respuesta a la creciente demanda de servicios financieros. Estos intermediarios tuvieron reservado hasta 1998 el acceso a la condición de miembros de las Bolsas y podían prestar a terceros todos los servicios relevantes del mercado, con la excepción de la gestión de fondos de inversión y de pensiones. Además, las sociedades de valores pueden operar por cuenta propia.
“Con la llegada de estos intermediarios se establecieron unas normas de conducta y se modernizó el mercado de capitales en España”, según Juan Carlos Ureta, presidente de Renta 4 Banco. “El mundo de los operadores tiene un gran dinamismo. Durante las últimas tres décadas se ha producido un proceso de concentración importante. Además, han llegado a España la mayor parte de los grandes intermediarios internacionales, lo que provoca que nuestro mercado sea muy competitivo”, añade Ureta, que fue uno de los últimos agentes de cambio y Bolsa.
Durante este periodo la tecnología han dado una nueva dimensión a los mercados de capitales. Muchos clientes han pasado de dar las órdenes telefónicas a sus brókers a invertir directamente a través de Internet con sus móviles, con un acceso al mercado las 24 horas del día, los 365 días del año y con conexión desde casi cualquier lugar del planeta. “La transformación ha sido enorme. Uno de los retos es que la Bolsa española es aún poco representativa de la economía local. Si nos comparamos con otros mercados, el número de empresas cotizadas en España es bajo. Esto se debe fundamentalmente al tamaño medio de nuestras compañías”, dice Ureta.
Los inversores. El ahorro en España es muy conservador. El principal producto financiero sigue siendo el depósito bancario, que junto a la liquidez, supone el 41% de los activos de las familias españolas. Sin embargo, su peso se ha reducido bastante, ya que en 1985 equivalía al 63% del total. En el caso de la inversión directa en Bolsa, esta ha pasado de ser casi inexistente hace 30 años a suponer el 8,9% de los activos de las familias. En este periodo también ha experimentado un gran crecimiento el ahorro colectivo a través de fondos de inversión, pasando del 0,3% en 1985 al 8,7% actual.
“Se puede decir que los españoles se han familiarizado con los fondos de inversión. Es un producto que ya es muy popular”, asegura Ángel Martínez-Aldama, presidente de Inverco. En el año 1985 en España había registrados 30 fondos que gestionaban 900 millones de 300.000 clientes. Actualmente, hay 2.278 fondos registrados, el número de partícipes es de 7,5 millones y el patrimonio alcanza los 217.977 millones. “A partir de 1991 la Ley del IRPF, así como la Ley de Sociedades catapultan al sector, ya que incentivan que mucha gente empiece a ahorrar con una perspectiva de medio plazo”, recuerda Martínez-Aldama.
Una asignatura pendiente es concienciar a los ciudadanos para que utilicen los mercados como herramienta para maximizar el valor de sus ahorros de cara a la jubilación. En este sentido, el dinero invertido en los fondos de pensiones equivale solo al 5,6% de los activos financieros totales de las familias, un peso bastante por debajo al que tienen estos vehículos en otros países comparables. “El reto del ahorro a largo plazo es enorme. Además, supone un problema cuando hay una crisis y el inversor internacional se va”, concluye el presidente de Inverco.
Una cantera de directivos
El parqué español ha constituido durante los últimos 30 años en un trampolín para muchos ejecutivos y políticos. Dos de las mayores empresas del país, Telefónica y BBVA, están presididas por dos personas muy vinculadas al mercado: César Alierta y Francisco González, respectivamente. Alierta fundó la sociedad de Bolsa Beta Capital antes de dar el salto a la presidencia de Tabacalera. También trabajaron en Beta Capital Santiago Fernández Valbuena, ahora director general de estrategia de Telefónica, y Eva Castillo, expresidenta de Telefónica Europa. Por su parte, González, agente de Bolsa de Madrid, fundó FG Valores, intermediario que acabó vendiendo a Merrill Lynch antes de presidir el banco público Argentaria.
Otro ejecutivo con un pasado muy ligado al parqué es Manuel Pizarro. Antes de presidir Endesa e Ibercaja fue vicepresidente de la Bolsa. En la plaza de la Lealtad madrileña también desempeñó cargos ejecutivos (fue presidente) Pedro Guerrero, actual presidente de Bankinter.
Guerrero también pasó por AB Asesores. Esta gestora, que terminó siendo vendida a Morgan Stanley, supuso la rampa de lanzamiento para las carreras de muchos políticos y directivos. Uno de ellos es el actual ministro de Economía, Luis de Guindos. También trabajaron en AB Asesores Ignacio Garralda (presidente de Mutua Madrileña), Santiago Eguidazu (presidente de N+1), Santiago Satrústegui (consejero delegado de Abante Asesores), Jorge Sanz (consejero delegado de atl Capital) o el economista José Luis Feito.
Otro con unos orígenes profesionales vinculados al mercado es Juan Carlos Ureta. El actual presidente de Renta 4 Banco y del Instituto Español de Analistas Financieros, se sacó la oposición de agente de Cambio y Bolsa con el número uno de su promoción. En Renta 4 también trabajó el actual presidente del Banco Internacional de Pagos (BIS) y exgobernador del Banco de España, Jaime Caruana.
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