El ERE de Coca-Cola sigue vivo en Fuenlabrada
Los trabajadores de la antigua fábrica de Madrid se niegan a desmantelar el campamento de protesta pese a que ayer acudieron a los cursos de formación que ordenó la empresa
“¿Por qué dicen que el ERE de Coca-Cola ha terminado? No se ha acabado. Porque los trabajadores no han recuperado el mismo puesto que tenían antes del ERE, pese a que lo ordenó la Audiencia Nacional”. Juan Carlos Ajenjo, portavoz de los trabajadores de la antigua embotelladora de Coca-Cola en Fuenlabrada es tajante: el campamento de protesta, que levantaron a las puertas de la planta madrileña hace 19 meses, no se va a desmontar. La Audiencia Nacional y el Supremo han anulado el ERE que dejó a 845 personas en la calle. Como consecuencia, 325 personas han solicitado volver a trabajar. Unos 250, en Fuenlabrada. Ayer, estos exdespedidos comenzaron un curso de formación tras el que se podrán reincorporar a la compañía. Pero no a una fábrica, como antes del ERE, sino a un almacén. “La justicia lo dejó claro: tiene que ser el mismo puesto. Y para eso, tienen que reabrir la fábrica. No dejaremos de luchar”, advierte Asenjo.
El proceso de despidos que la embotelladora aplicó hace un año afectó en total a 821 personas. Sin embargo, 423 personas firmaron la semana pasada una carta de renuncia, por la que aceptan perder su puesto y quedarse las indemnizaciones. Otro grupo de prejubilados también llegó a un pacto bilateral. El resto, según ordenó la Audiencia Nacional, deben recuperar el mismo puesto de trabajo que tenían antes del ERE.
El problema es que la empresa, Coca-Cola Iberian Partners, se niega a reabrir las cuatro plantas cerradas, en Fuenlabrada, Alicante, Mallorca y Asturias.
20 meses de pelea por los despidos
Diciembre de 2013. La embotelladora de Coca-Cola en España, Iberian Partners, anuncia que cierra cuatro fábricas y que hará un ERE.
Enero de 2014. La plantilla comienza una batería de protestas, que incluye una huelga indefinida en la planta de Fuenlabrada.
Febrero de 2014. Se rompen las negociaciones entre empresa y sindicatos. El ERE afecta a más de 850 personas.
Junio de 2014. La Audiencia Nacional anula el ERE. El Supremo ratifica la decisión en abril de 2015.
En Fuenlabrada, donde estaba la segunda mayor embotelladora de Coca-Cola en España (justo detrás de la de Cataluña) y donde se han concentrado las protestas, 250 empleados han solicitado recuperar sus puestos. La compañía les ofrece reabrir la planta como centro logístico. Los empleados lo rechazan. Pese a todo, ayer acudieron a la formación que la empresa este mes. “Haremos el curso. Acudiremos al trabajo. Pero no desmantelaremos el campamento”, insiste Asenjo, que dice que mantendrán “también hasta el final” la lucha en los tribunales.
En el número 20 de la calle del Sauce, en el polígono de Fuenlabrada donde está la puerta principal de la embotelladora de Coca-Cola cerrada hace ya más de un año, dos hombres aguantaban ayer bajo el sol de las tres de la tarde en un sillón, frente a una improvisada garita de tablones de madera. Estaban de guardia. Dejaban entrar a los jardineros y los guardias de seguridad. Pero a nadie más. Unos metros más adelante, en el campamento de lonas y tablones, otras 30 personas vigilaban las puertas de la antigua zona de carga. “De aquí no ha salido ni un tornillo. Para eso estamos acampados. Las máquinas están dentro y, si la empresa quisiera, se podría volver a poner todo a funcionar y producir”, dice Gema, la mujer de uno de los trabajadores afectados por el ERE anulado.
El marido de Gema se reincorporó ayer a la empresa, a través del curso de formación. Gema, Carmen, Trini y otras 40 mujeres y parejas de los trabajadores cuidaron del campamento por la mañana, mientras ellos estaban en clase en distintas localidades de la Comunidad de Madrid. “En 19 meses ellos no han dejado solo el campamento nunca. Han evitado que desmantelaran la fábrica. Y nosotras no íbamos a permitir que pasara justo ahora solo porque estén en el curso”, justifica otra de las mujeres del campamento. Han organizado turnos, en los que participan también miembros de asociaciones y partidos políticos, como IU o Podemos. “Hemos pasado dos inviernos aquí, y pasaremos otro verano”, dice Gema.
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