Inflación negativa: sí, pero menos
El precio de la energía ha caído un 10% este año; sin eso los índices habrían subido
Los indicadores de coyuntura más relevantes conocidos en la semana última se situaron en el ámbito de los precios: el IPC de febrero y los precios de la vivienda del cuarto trimestre del pasado año.
La inflación de los precios de consumo aumentó dos décimas en febrero, hasta el -1,1%. Al contrario de lo que ocurrió en el mes anterior, en febrero la desviación respecto a la tasa prevista fue pequeña, de apenas una décima porcentual. No obstante, ello fue en gran medida fruto del azar, ya que a nivel de grupos de productos sí que se observaron desviaciones importantes, que prácticamente se compensaron entre sí. Como siempre, las mayores desviaciones se produjeron en los componentes más volátiles de la muestra de productos: los alimentos sin elaborar y la energía.
En el primer caso, la tasa anual de inflación pasó de -0,7% en enero a 0,9% en febrero, casi dos puntos más que la prevista. Febrero es un mes en el que suelen disminuir los precios de estos productos, pero este año, probablemente por problemas de oferta relacionados con las malas condiciones meteorológicas, han aumentado. La principal subida fue la de las legumbres y hortalizas frescas, con un aumento mensual del 10,5% y anual del 10,6%, que por sí solo elevó la inflación total en una décima.
En cuanto a la energía, la desviación fue en sentido contrario. Por un lado, los carburantes y combustibles, en la estela del precio del petróleo, aumentaron sus precios un 5,1% en el mes, algo menos de lo previsto. Por otro, la electricidad bajó bastante más de lo estimado, un 5,2%, compensando sobradamente la subida del mes anterior. En conjunto todos los productos energéticos aumentaron en el mes un 1,4%, a pesar de lo cual la tasa anual aún sigue siendo notablemente negativa, -10,2%. Es esta tasa la que hace que la inflación total sea negativa, pues el resto de productos registra una variación positiva del 0,2%. Dado que la mayoría de estos productos tenemos que importarlos, la bajada de sus precios supone una ganancia de renta real (poder adquisitivo) para todos los consumidores de energía que libera rentas y posibilita el aumento del gasto real en consumo e inversión.
Los componentes más estables del IPC (inflación subyacente) mantuvieron su tasa anual en el 0,2%, como preveían los modelos. La correspondiente a los alimentos elaborados aumentó ligeramente como consecuencia de la subida del precio de los aceites y tabaco, pero ello fue compensado con la bajada de la inflación de los servicios, relacionada en algunos casos con los menores costes de la energía, como el transporte aéreo y los viajes organizados.
La cotización media mensual del petróleo se recuperó de 48 dólares el barril en enero a 58 en febrero, manteniéndose en torno a esta cifra en los días transcurridos de marzo. Al incorporar este nuevo precio, y teniendo en cuenta la depreciación que registra el euro frente al dólar, las previsiones de inflación para el resto del año se modifican al alza. La media anual se sitúa ahora en -0,5% y la tasa de diciembre en el 0,7%, dos y tres décimas más, respectivamente, que en las previsiones anteriores. Para este mes de marzo se espera un aumento mensual de seis décimas, con lo que la tasa anual subiría hasta el -0,7%.
El Índice de Precios de la Vivienda aumentó en el cuarto trimestre del pasado año un 0,2%. Es la tercera subida trimestral consecutiva. La media anual fue del 0,3%. Todo ello permite concluir que el ajuste de los precios ha tocado fondo, si bien no de forma generalizada, ya que este es un mercado muy segmentado. En relación a los precios medios de 2007, el ajuste ha sido del 35%, según este indicador. Aunque parece importante, no es seguro que tal corrección haya sido suficiente para reanimar con fuerza la demanda de vivienda, ya que el esfuerzo teórico de acceso a una vivienda en propiedad, medido por el porcentaje de la renta bruta que tiene que dedicar una familia media al pago de la hipoteca, sigue siendo alto, el 35%, diez puntos por encima del de comienzos de siglo si se tiene en cuenta la desaparición de las ayudas fiscales. Desde luego, los precios siguen siendo prohibitivos para la gran mayoría de familias jóvenes. Ello debería orientar la política de vivienda hacia el alquiler, intentando que salgan al mercado a precios asequibles las numerosas viviendas vacías que hay.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).
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