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El BCE comenzará a comprar los bonos públicos el 9 de marzo

Draghi afirma que "ya se han notado los efectos positivos" antes de hacerse efectivas

Claudi Pérez
El presidente del BCE, Mario Draghi, el mes pasado en Fráncfort.
El presidente del BCE, Mario Draghi, el mes pasado en Fráncfort.Bloomberg

El Banco Central Europeo (BCE) comenzará a realizar compras de bonos a partir del próximo 9 de marzo, según ha indicado el presidente, Mario Draghi. La institución invertirá 60.000 millones de euros al mes en la adquisición de activos públicos y privados al menos hasta finales de septiembre de 2016. El presidente del BCE indicó que las medidas adoptadas contribuirán a un "rebote de la inflación" y subrayó que tras el anuncio de su decisión de adquirir compras de activos públicos "ya se ha observado un número significativo de efectos positivos".

"Hay gente que dice que las mejoras en los mercados financieros no se van a ver en la economía real, pero al contrario", ha asegurado Draghi, y ha destacado la rebaja de los costes de financiación de las empresas y la menor fragmentación en los mercados de crédito en la zona euro. "El crédito a los hogares ha crecido", ha añadido.

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El organismo, de hecho, ha revisado al alza sus previsiones de crecimiento (aunque a la baja la de inflación). En concreto, los expertos de la entidad prevén ahora que la zona del euro crecerá este año un 1,5% y en 2016 un 1,9%, frente al 1 y 1,5%, respectivamente, pronosticado el pasado diciembre. Asimismo el BCE pronostica que la economía de la zona del euro crecerá en 2017 un 2,1%, las primeras proyecciones que publica la entidad para ese año.

El BCE también ha decidido este jueves, como se preveía, mantener los tipos de interés del euro en el mínimo histórico del 0,05% en una reunión en la que toda la atención se centra en los detalles que Draghi ofrezca sobre el programa de compra de deuda pública y privada de la institución. También ha dejado el tipo de interés aplicable a la facilidad de depósito en el -0,20% y el tipo de interés aplicable a la facilidad marginal de crédito en el 0,30%, donde también los situó en la reunión de septiembre.

Sin embargo, lo que centra la atención de los mercados son los detalles del programa de compra de deuda pública y privada, conocido como Quantitative Easing (QE), anunciado en enero, así como las nuevas previsiones de crecimiento e inflación de la institución. El BCE ha dado los primeros detalles hoy de su programa, aunque aún no ha comprado un solo bono: tiene que publicar la medida antes de empezar a adquirir deuda en los mercados, tanto desde Fráncfort como desde los bancos centrales nacionales.

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Además, el jefe del banco central, Mario Draghi, ha presentado sus nuevos pronósticos de crecimiento e inflación, con ligeras revisiones al alza. Sin mover un solo dedo, sin embargo, el Eurobanco ya ha conseguido en parte lo que pretendía: liquidar las primas de riesgo (el diferencial de interés entre los bonos alemanes, la referencia), reducir los tipos de interés que pagan los países por la deuda, hasta llegar incluso a tipos de interés negativos: Alemania, por ejemplo, cobra ya intereses a quienes invierten en su deuda a plazos de hasta cinco años. Incluso la deuda española ha entrado en territorio negativo para los plazos más cortos.

2015 empezó con una economía europea estancada y marcada por los riesgos, las elecciones griegas, las tendencias deflacionistas y el miedo a un programa de compras a gran escala que llega tarde y podría ser poco efectivo. En apenas ocho semanas algo ha cambiado. Los precios del petróleo siguen dando alegrías al bolsillo de los consumidores europeos y a la competitividad de las empresas, e incluso la caída de la inflación parece haber tocado suelo, según los análisis de Morgan Stanley o Barclays. Hay noticias de subidas de salarios del 3% en Alemania.

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Las Bolsas van hacia arriba y el mercado de deuda ha reaccionado al anuncio de Draghi. Italia y Francia siguen cerca del estancamiento y Grecia sigue siendo una historia de interminables problemas. Draghi anunció que el BCE ha incrementado la provisión urgente de liquidez para los bancos griegos en 500 millones de euros, hasta 68.800 millones, pero los bonos soberanos de este país no cumplen las condiciones para poder ser comprados por el organismo europeo en el marco de su QE.

No obstante, países como Alemania y España crecen y está por ver si la recuperación tiene piernas suficientes como para salvar los muchos obstáculos que vienen por delante, pero el sentimiento del mercado ha cambiado. Incluso la creciente debilidad del euro —en mínimos de 11 años— contribuye a las perspectivas de crecimiento de Europa: abarata las exportaciones y supone un motor que, junto con el desplome del petróleo, aclara el horizonte europeo.

Está por ver cómo ejecuta el BCE el programa de flexibilización cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés), un estímulo de más de un billón de euros que persigue que el dinero deje de fluir hacia la deuda pública y se canalice hacia otras actividades para desatascar la recuperación y permitir un paulatino regreso a niveles de precios normales, aunque aún muy, muy lejanos del objetivo del BCE (el 2%).

A medio plazo, el BCE tiene dos problemas. Uno: antes de haber comprado un solo bono ya hay quien está hablando de estrategias de salida, en especial en Alemania. Y dos: Grecia sigue siendo un problema desproporcionadamente importante. El acuerdo alcanzado en el Eurogrupo compra tiempo hasta junio, pero los análisis del BCE dicen con claridad que la situación dista mucho de haberse estabilizado.

La economía griega volvió a caer en el último trimestre de 2014. El retroceso de los precios supera el 2%. El paro sigue en el 25% y la deuda pública roza el 180% del PIB. Y Atenas sigue teniendo un acceso a los mercados muy complicado: el BCE le retiró en febrero la posibilidad a los bancos griegos de colocar los bonos del Estado en la ventanilla de Fráncfort, y las fuentes consultadas en el BCE no esperan que Draghi vuelva a abrir esa ventanilla hasta que vea con claridad las reformas en Grecia.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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