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El hombre que engañó a todo el mundo

Jenaro García falseó las cuentas de Gowex. Quienes lo conocen lo describen como frío, seductor y autoritario

David Fernández
Jenaro García, el pasado 10 de julio, cerca de su domicilio en Madrid
Jenaro García, el pasado 10 de julio, cerca de su domicilio en MadridJAVIER BARNANCHO (REUTERS)

“¿Estás enfermo? ¡Me has arruinado la vida!”. Sábado 5 de julio. 16.30 horas. Sede de Gowex en el número 21 del paseo de la Castellana en Madrid. Un grupo no superior a 15 personas entre consejeros, directivos y abogados habían sido convocados por el presidente de la compañía. La reunión tenía como objetivo dar los últimos retoques al informe que iba a desmontar las acusaciones de Gotham City, que cuatro días antes había publicado un demoledor informe en el que valoraba la empresa en cero euros. El ataque de ira lo protagonizó uno de los asistentes al cónclave, al que tuvieron que frenar para que no pegase a Jenaro García. Éste acababa de confesar que se había inventado las cuentas de, al menos, los últimos cuatro ejercicios. “Su actitud era fría, indiferente. Nos acabada de soltar esa bomba y aun así nos pedía que explicásemos a la gente que la empresa tenía futuro”, describen fuentes presenciales.

Gotham había distribuido su análisis sobre Gowex el martes 1 de julio. Entre otras muchas cosas, esta misteriosa firma de análisis acusaba al operador de wifi de que el 90% de sus ingresos eran ficticios. La reacción inicial de la compañía fue decir que todo era falso. Fue una respuesta insuficiente que profundizó la caída de las acciones. Los gestores del Mercado Alternativo Bursátil (MAB), Bolsa para pymes donde cotiza Gowex, presionaron a la compañía y a EY, su asesor registrado o tutor en el parqué, para que diesen una respuesta más contundente.

García montó entonces un equipo de trabajo para pasar al contraataque. Había pedido incluso ayuda al despacho de abogados Baker & McKenzie, multinacional presidida en España por Manuel Pizarro. El documento para rebatir a Gotham debía estar listo para el viernes 4 de julio, pero algo falló a última hora. Con la excusa de buscar unos últimos documentos, se convocó la reunión del sábado. Su última bala en la recámara no funcionó. “García no llegó a un acuerdo con Bankinter para la concesión de un préstamo de 10 millones. Su intención era usar ese dinero para dar la sensación de que la compañía no tenía problemas de liquidez”, según una persona conocedora del proceso.

El fundador y máximo accionista de Gowex ha engañado a casi todo el mundo. Era el valor estrella del MAB, había recibido premios y subvenciones de distintas Administraciones públicas, y suponía un espejo en el que mirarse para los emprendedores. ¿Por qué nadie se dio cuenta del castillo de naipes que había montado y que llegó a valer en Bolsa 2.000 millones de euros? Las personas consultadas para la elaboración de este reportaje creen que conviene bucear en la compleja personalidad del dueño de la compañía para encontrar alguna explicación a semejante estafa.

“Su actitud cuando confesó fue gélida, indiferente”, asegura una fuente

Jenaro García ya había caminado mucho antes del fiasco de Gowex por el lado oscuro del mundo empresarial. En 2006 fue fichado como directivo por Advanced Refractive Technologies. Esta compañía, con sede en San Clemente (California), cotizaba en Bolsa en el segmento conocido como penny stock, es decir, acciones de muy poco valor, las favoritas de los especuladores, y el mercado donde el protagonista de El lobo de Wall Street empezó a hacer sus primeros amaños. El supervisor bursátil de EE UU (SEC, por sus siglas en inglés) acabó suspendiendo la cotización de Advanced Refractive por falta de información y por tratarse de una compañía tapadera. Era una sociedad conocida en la jerga financiera como reverse-merger stock, cuyo objetivo era servir como entrada trasera de empresas extranjeras, principalmente chinas, en Wall Street: se fusionaban y así las compañías asiáticas tenían acceso al mercado sin cumplir los requisitos de transparencia que conlleva una salida a Bolsa. “Dados los riesgos potenciales, los inversores deberían tener mucho cuidado a la hora de invertir en este tipo de empresas”, según se refleja en la nota de prensa de la SEC cuando anunció la suspensión de cotización y que figura en su hemeroteca.

Fuente: Bloomberg y elaboración propia.
Fuente: Bloomberg y elaboración propia.EL PAÍS

Cuando Jenaro García ingresó en Advanced Refractive Technologies lideraba en España Iber X, una bolsa de intercambio de capacidad de banda ancha para empresas, que fue el embrión de Gowex. El proyecto de García ya acaparaba la atención de algunos inversores en startups como Rodolfo Carpentier. “Yo conozco el proyecto casi desde el principio. García nos vino a ver para pedirnos financiación. Al final decidimos no entrar en el capital porque no nos acababa de convencer el modelo de negocio”, señala este business angel que ha impulsado proyectos como Tuenti o BuyVip. “Creo que es una persona que se ha creído su propio cuento. De lo contrario, es difícil explicar la convicción con la que habla. Además, es alguien muy persuasivo. Convenció a todo el mundo de la viabilidad de su idea”, añade Carpentier.

Un mundo de posibilidades —financiación, visibilidad, contactos— se abrieron para García con el pistoletazo de salida para el MAB en 2008. Gowex fue la tercera empresa en cotizar en esta Bolsa para grupos en expansión. Su estreno en el parqué fue el 12 de marzo de 2010 y con la colocación de acciones captaron seis millones de euros (en dos ampliaciones de capital posteriores levantaron otros 24,5 millones). Aparte de reducir la dependencia al crédito bancario para crecer, el MAB ofreció al dueño de la compañía un marco perfecto para desarrollar su plan. Este mercado, con el objetivo de facilitar el acceso de las pymes a la Bolsa, creó un marco menos exigente en cuanto obligaciones de información y presión supervisora, unas facilidades que ahora, una vez estallado el caso Gowex, se intenta endurecer desde el Gobierno.

Su última bala en la recámara fue un préstamo que al final no se firmó

Las compañías que cotizan en esta Bolsa, por ejemplo, no deben remitir un informe de gobierno corporativo, ni contar con un comité de auditoría. A una sociedad sometida al escrutinio de la Bolsa convencional le resultaría difícil tener un consejo de administración como el que tenía Gowex, muy reducido en número y sin apenas presencia de administradores independientes. Desde su salida a Bolsa, el consejo de Gowex ha estado representado por cuatro nombres clave: Jenaro García (presidente), Francisco Martínez Marugán (director financiero), Javier Solsona (director corporativo) y Florencia Maté. Esta última, que ha presentado su dimisión, es la mujer de García y ejercía las labores de responsable de relaciones con los inversores, a pesar de ser licenciada en Ciencias de la Información y haber trabajado principalmente en el área del marketing, tal y como reconocía la empresa en el documento de salida a Bolsa.

Las caras nuevas en el consejo de Gowex han sido escasas, y en alguna ocasión incluso fugaces. Una persona que participó varios meses durante 2011 en el órgano de administración de la compañía describe así a su presidente: “Jenaro García es una persona muy difícil de tratar. Sólo se puede negociar con él si se le dice a todo que sí. Es muy complicado sacar adelante propuestas diferentes de las suyas”.

Desde su salida a Bolsa, Gowex siempre ha trabajado con el mismo auditor, M&A Auditores. Se trata de una firma desconocida en el sector y cuyo responsable, José Antonio Díaz, fue sancionado por el Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas por “infracción grave” al incumplir las normas de auditoría con un cliente. Gotham destacaba en su informe que es muy extraño que una empresa con la capitalización que llegó a tener Gowex tuviese un auditor tan pequeño y con unos honorarios tan bajos. Los analistas de esta firma visitaron las oficinas de M&A y tres cosas les pusieron en alerta: las instalaciones son mínimas; los ordenadores portátiles, prehistóricos, y la tarjeta de visita del socio auditor carece de un correo electrónico, por lo que este se lo tuvo que escribir con bolígrafo en su reverso. Esta semana, tras estallar el fraude de Gowex, M&A ha retirado de su página web todos los datos de contacto. Este periódico ha llamado al móvil de José Antonio Díaz en varias ocasiones, sin obtener respuesta. Según fuentes de la empresa, algún accionista intentó incluir en el orden del día de la última junta un punto para cambiar de auditor, pero Jenaro García taponó esa propuesta.

Algún accionista le propuso cambiar de auditor, pero García se negó en redondo

Una regulación y supervisión bursátiles más laxas como las del MAB, controlar el consejo con mano de hierro y contar con un auditor que no molesta excesivamente permitieron al dueño de Gowex presentar al mercado una hoja de servicios impropia de un periodo de crisis económica, con crecimientos que suponían multiplicar por tres las ventas y por cinco los beneficios en el periodo comprendido entre 2011 y 2013.

El negocio de Gowex es difícil de entender ya que los servicios que ofrece la compañía son poco habituales en España y lo más cómodo era dar por verosímiles las cifras oficiales. Gowex aprovechaba las subvenciones públicas para desarrollar redes wifi en ciudades, también gestionaba redes privadas y explotaba redes propias de conexión inalámbrica. Gracias al manejo de estas infraestructuras, la empresa aseguraba que generaba otras fuentes de ingresos (publicidad, servicios de roaming, acuerdos con operadores de telecomunicaciones, servicios para ciudades inteligentes...). En definitiva, un negocio con un claro potencial debido al imparable desarrollo de la tecnología, pero sobre el que resultaba difícil cuantificar su rentabilidad presente.

“Gowex asegura tener crecimientos de doble dígito en sus resultados, mientras otras empresas con un negocio similar como Boingo, iPass o Towerstream están en pérdidas. Todos los anteriores intentos de ganar dinero con servicios a gran escala de wifi gratis han fracasado. Incluso gigantes como Starbucks o McDonald’s, que ofrecen acceso gratis a Internet para tratar de buscarle la rentabilidad por otro lado, incurren en costes netos. Pues bien, a pesar de todos estos antecedentes, el ratio de ingresos por empleado que declara Gowex supera al de Google, Facebook o Microsoft”, alertaba Gotham en su informe.

Su mujer era el contacto con los inversores. No tenía experiencia previa

Por muy increíbles que fuesen estas cifras, lo cierto es que el mercado las dio por buenas. Gowex cotiza en Madrid, París y Nueva York y ningún supervisor puso pega alguna a las cuentas de la compañía. Y la acción subió, subió y subió hasta hacer que la capitalización de Gowex superase el valor de mercado de varias empresas del Ibex 35. El motor bursátil de la cotización —la imponente cuenta de resultados— contó además con dos propulsores adicionales. El primero de ellos es la baja liquidez del valor. Es cierto que el volumen de contratación ha aumentado desde la salida a Bolsa debido a la emisión de nuevos títulos consecuencia de las dos ampliaciones realizadas, pero el free float, o acciones que cotizan libremente en Bolsa, sigue siendo inferior al 35% (el resto lo tienen los diferentes accionistas de control), circunstancia que estrangula la liquidez y amplifica los movimientos en el precio de las acciones.

Insaciable en lo que a la revalorización de las acciones se refiere, el propio García anunciaba en mayo pasado, con el valor cerca de su máximo histórico, que había invertido 400.000 euros, “la mayor parte de mi liquidez”, en comprar más títulos. El objetivo era claro: lanzar un mensaje de confianza para que a la cotización no le faltase gasolina.

Junto con el bajo free float, el otro colaborador en el despegue en Bolsa de Gowex han sido los analistas bursátiles, cuyo papel ha vuelto a quedar en entredicho con este fiasco. En los últimos 12 meses, cinco firmas han cubierto el valor —un número muy elevado para una empresa del MAB—, tres españolas y dos extranjeras. Pues bien, a 30 de junio pasado, un día antes del informe de Gotham, las acciones de Gowex tenían tres recomendaciones de comprar y dos de mantener, ningún analista aconsejaba vender. Además, estos expertos valoraban las acciones de media en 23,97 euros, es decir, que todavía veían un potencial del 20% al valor.

“Es una persona muy difícil de tratar”, asegura un exconsejero

La casa de Bolsa más optimista con el futuro de Gowex antes de que estallase el escándalo era Beka Finance, antigua Caja Madrid Bolsa, que daba un precio objetivo a la compañía de 31 euros por acción. Beka Finance es el actual proveedor de liquidez de Gowex (se encarga de que siempre haya cruce de precios entre la oferta y la demanda de acciones) y Caja Madrid Bolsa fue la entidad que se encargó de diseñar la salida a Bolsa de la empresa de wifi. Otra firma de Bolsa que hasta el último momento recomendaba comprar acciones es JB Capital Markets. El broker de Javier Botín organizó varios road shows (giras para reunirse con inversores) en los que participó Gowex.

“El último informe que hicimos sobre Gowex fue en 2012. Los analistas hacemos nuestro trabajo en función de la información financiera auditada que nos facilita la compañía y que tenemos que dar por buena”, comenta un analista que durante un tiempo cubrió el valor. “Lo que ha pasado con Gowex es un fraude contable difícil de detectar. A nosotros siempre nos llamó la atención que el auditor de la empresa no reuniese unas credenciales mínimas. El modelo de negocio era razonable. Los contratos estaban ahí, pero lo que no era normal es la capitalización que llegó a tener la compañía. Cuando analizamos la empresa, el valor de mercado era de 120 millones de euros y luego llegó a 2.000 millones. Los milagros no existen y es imposible que una cuenta de resultados, por muy buena que sea, justifique que el valor de las acciones se multipliquen por diez en año y medio”, añade este experto.

En la construcción de la imagen de compañía sólida y fiable, la estrategia de marketing de Gowex desempeñó un papel fundamental. Cualquier acuerdo comercial, cualquier pequeño hito, aunque no se dieran apenas datos económicos, eran convenientemente publicitados. Lo importante era asociar el nombre de Gowex al de una gran multinacional. Daba igual si lo que había que comunicar era la firma de un pacto para ser socio global de Cisco en proyectos de ciudades inteligentes o el premio a la mejor empresa joven europea cotizada. La máquina de promoción estaba bien engrasada.

Los analistas seguían aconsejando comprar acciones antes del desplome

Jenaro García también jugó la baza de los fichajes estrella para reforzar su proyección en el mundo empresarial. Gowex convenció hace sólo unos meses a Carlos Pujol (dimitió en cuanto conoció la confesión del presidente). El exconsejero delegado de Cemusa y presidente de la Cámara Española de Comercio en EE UU iba a expandir el negocio en el mercado norteamericano. Asimismo, la compañía incorporó a Margaret Chen, la mujer que trabajó en el desembarco de Telefónica en China y propició el acuerdo con China Unicom, como miembro del consejo de Gowex en Asia. Siempre pensando a lo grande, García también contrató a Phillip Brown, exjefe de operaciones del gigante CBS, como country manager para Reino Unido e Irlanda.

“Todo lo que ha ocurrido es lamentable. El engaño es de un calibre enorme y se ve aumentado por el descaro y la templanza del causante”, añade un alto directivo de Gowex. En su caso, Jenaro García estuvo casi tres años tratando de convencerle para que se uniera a la empresa, hasta que al final accedió. “Era un proyecto que me ilusionaba y del que pensaba que tenía gran recorrido. Me equivoqué. El presidente es alguien muy persuasivo e insistente. Un buen emprendedor no debe resignarse, pero en su caso ha pasado de ser un visionario a tener visiones. Sufre una distorsión de la realidad”.

Cuando se conoció el fraude, este profesional le mandó un mensaje al móvil personal de García, afeándole su conducta. “Su respuesta fue la de alguien que no está en sus cabales”. Cuando García se puso en contacto con él para ficharle, este directivo estudió las cuentas y el balance de la empresa. “No vi nada raro. Evidentemente, yo no podía hacer una auditoría forense, pero pregunté a muchos amigos y gente del sector sobre qué les parecía la empresa y todos me animaron para dar el paso”.

Un buen ‘marketing’ y varios fichajes estrella daban una imagen de solidez

Otro rasgo que ayuda a explicar el auge y caída de Gowex es el culto a la personalidad del líder. En mayo pasado la empresa cumplía 15 años de vida. El gabinete de prensa elaboró dos documentos para distribuirlos entre los periodistas. El primero contenía los principales hitos de la compañía durante estos tres lustros, el segundo era una biografía de Jenaro García. Ambos tenían la misma extensión. Además, la nota sobre el presidente no era un currículo al uso, sino una especie de hagiografía con el principal propósito de moldear la imagen de una persona de éxito hecha a sí misma al más puro estilo self made man estadounidense.

La biografía empezaba con algunos datos personales (45 años, casado y con dos hijos) y enseguida pasaba a ensalzar la temprana vocación emprendedora de García. Este documento cuenta que a los 19 años montó con unos amigos una empresa de importación de coches escarabajo de Alemania. Según la versión oficial, traía camiones de coches muy viejos y con las piezas de 30 vehículos montaban 15 y los vendían con mucho margen. El departamento de prensa aseguraba en la nota que esa experiencia le sirvió para entender la dinámica de los mercados de divisas. Al parecer, García se interesó por la Bolsa desde que era un niño. De hecho, y según consta en su biografía, cuando cumplió 14 años le pidió a su padre que le regalara acciones y eligió las de Telefónica y las más baratas de aquel momento, las de Unión Cerrajera.

Gotham sospecha de que no lo hizo solo. Ve en su confesión una estrategia

Al parecer, García heredó el espíritu emprendedor de sus progenitores. Su padre empezó a trabajar a los 12 años, a los 19 tenía su primer restaurante y con 21, junto con su madre, habían adquirido siete establecimientos. “No solían tener más de siete días al año de vacaciones y eran felices”, recuerda Jenaro. Con esta perspectiva, según este documento, es con la que se levanta cada día, y está convencido de que “el hombre se puede realizar con el trabajo porque hemos venido a este mundo a superarnos. La ambición es necesaria porque esta no tiene por qué ser monetaria. Puede buscar la consecución de objetivos” (sic).

A partir de ahora, García, al levantarse por las mañanas, deberá pensar en el proceso judicial que tiene por delante. Para empezar, mañana lunes declarará ante el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz. Está imputado por tres delitos que suman hasta 13 años de cárcel. Todavía quedan muchas incógnitas por despejar. Quizá la principal es si el fraude lo diseño él solo, como ha confesado, o si participaron más personas, como así lo sospechan muchos de los consultados para este reportaje. Su verdugo, Gotham, ha manifestado su sorpresa por la rápida confesión de García. En declaraciones a este periódico por correo electrónico, un portavoz de esta firma de análisis hacía la siguiente reflexión. “Es probable que todo sea parte de una estrategia. Lo sabremos pronto. Quizá quiera proteger a otras personas como a su mujer y colaboradores cercanos”.

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Sobre la firma

David Fernández
Es el jefe de sección de Negocios. Es licenciado en Ciencias de la Información y tiene un máster en periodismo por EL PAÍS-UAM. Inició su carrera en Cinco Días y desde 2006 trabaja en EL PAÍS, donde se ha especializado en temas financieros. Ha ganado los premios de periodismo económico de la CNMV, Citigroup, Aecoc y APD.

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