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Una aerolínea en el salón de casa

Vueling celebra sus primeros diez años convertida en referente de IAG Ha pasado de cuatro a noventa aviones pese a las tensiones internas iniciales

Dani Cordero
El Airbus A320 de Vueling en el hangar de Iberia en El Prat de Barcelona.
El Airbus A320 de Vueling en el hangar de Iberia en El Prat de Barcelona.M. M

“Hace diez años las aerolíneas de bajo coste proliferaban como champiñones”, explica Carlos Muñoz. Así fue como Vueling se coló un día de febrero de 2004 en el salón de su casa, donde se firmó el pacto entre accionistas que aseguraba los primeros 25 millones de euros de aquella low costespañola, de la que el ahora consejero delegado de Volotea fue cofundador junto a Lázaro Ros. El 16 de mayo, los billetes se ponían a la venta y ya en junio, la compañía echó a volar con una ruta inicial entre Barcelona e Ibiza.

Aquella aerolínea independiente empezó con apenas cuatro aviones y un lema: Stop flying, start Vueling, con el que quería darle un aire más directo y desenfadado a lo que hasta entonces representaban en España EasyJet y Ryanair. Una década después tiene 90 aviones (al final de este año), está presente en 135 aeropuertos desde los que opera más de 285 rutas diferentes y se ha convertido en un aporte de rentabilidad en el grupo IAG, que nació de la fusión entre British Airways e Iberia y que integró a Vueling el año pasado tras reconocer su red europea y dos opas.

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“Vueling ha dado un salto espectacular”, destaca el que fuera su presidente hasta entrar en IAG, Josep Piqué, quien subraya un hito que modificó por completo la percepción de la compañía en el sector: “Cambiaron mucho las cosas cuando se supo que Vueling transportaba a más gente que Iberia”. Aquello ocurrió en julio de 2012 y ahora se mantiene como la segunda aerolínea con más viajeros, solo superada por Ryanair. Pero las noticias no fueron siempre tan fáciles. El propio Piqué vivió en sus carnes el menosprecio que la compañía sufrió de las autoridades. Fue durante la inauguración de la Terminal 1 del aeropuerto de El Prat, en 2009: al presidente de Vueling le reservaron un asiento en la décima fila del auditorio. Todos los honores se reservaban entonces a Spanair, aerolínea ahora desaparecida y que entonces estaba sumida en una suerte de refundación, apoyada por las administraciones catalana porque daba por hecho que se convertiría en la compañía que crearía un hub internacional en Barcelona.

Piqué hacía poco tiempo que había desembarcado en Vueling para intentar pacificarla. Por aquella época Iberia había creado Clickair para rivalizar con ella. La competencia hizo mella en las cuentas de la aerolínea y, mientras que Muñoz era partidario de mantener la batalla porque creía que su modelo se impondría, Inversiones Hemisferio (de los Lara), uno de los principales accionistas, reclamaba contener los planes de expansión y buscar una alianza con Clickair. “Era consciente de que era un marrón”, admite Piqué, pero asumió el reto porque creía que “la compañía podía acabar en la quiebra”. Tomó los mandos y dictó todo lo contrario: reducción de tamaño, rentabilidad y fusión.

Así fue. Duplicó su estructura y desde entonces Vueling no ha cesado en su crecimiento. Ha intentado borrar de su marca el calificativo bajo coste, ofrece vuelos de conexión y el 44% de sus pasajeros son de negocios. “Es una aerolínea paneuropea, seria y con el mayor crecimiento en Europa”, explicaba ayer el director comercial, Julio Rodríguez. El Prat se ha convertido en el centro de su extensa red de operaciones y, si bien no toca Madrid, mercado acotado a Iberia y su otra low cost Iberia Express, intenta reproducir su modelo barcelonés en Roma, donde es ya primera aerolínea.

Entre las más de dos mil personas que trabajan hoy en Vueling quedan pocas de la plantilla que formaba la inicial, de poco más de cien personas. Con una docenas de ellas celebrará Muñoz el próximo 28 de junio en Ibiza el décimo aniversario del primer vuelo, en una convocatoria que pagará de su bolsillo. “En su día perder el control de Vueling fue complicado, pero ahora ver cómo está provoca una sensación de felicidad, como si fuera un hijo”, explica Muñoz. Cree que el actual presidente de Vueling, Álex Cruz, quien tomó las riendas tras la fusión, ha respetado la quintaesencia de aquel proyecto que inicialmente solo debía volar entre Manchester y Valencia.

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Sobre la firma

Dani Cordero
Dani Cordero es redactor de economía en EL PAÍS, responsable del área de industria y automoción. Licenciado en Periodismo por la Universitat Ramon Llull, ha trabajado para distintos medios de comunicación como Expansión, El Mundo y Ara, entre otros, siempre desde Barcelona.

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