Ricardo Araújo Pereira, el humorista que hace reír a un Portugal en crisis
"Prefiero hacer reír a derribar gobiernos", asegura sin asomo de duda Ricardo Araújo Pereira, quien en calidad de principal humorista de Portugal se empeña en hacer más llevadera al país la severa crisis por la que pasa.
Líder del grupo "Gato fedorento" ("Gato fétido"), un programa de "sketches" de gran éxito televisivo, protagonista además de un espacio en la radio y columnista, se ha convertido en el mejor remedio de los portugueses contra las penurias del día a día.
El éxito de Araújo Pereira (Lisboa, 1974) ha traspasado incluso fronteras y ya ha viajado hasta Brasil, donde participó en festivales de humor y acudió como invitado especial a sus programas nocturnos más conocidos.
"Nuestra tarea es apenas quitarle hierro a las cosas, volver la vida un poco menos mala. Reír es como poner un poco de azúcar en el jarabe, no va más allá", explica en una entrevista con Efe en el archipiélago luso de Madeira, donde participa en su Festival Literario.
Autor también de varios libros, su estilo se caracteriza por utilizar lo que normalmente es definido como "humor inteligente". Rostro serio y una facilidad poco habitual para hacer sátira política son otras de sus señas de identidad.
Fervoroso aficionado del Benfica y simpatizante declarado de la izquierda lusa, sus vídeos con los otros tres miembros de "Gato Fedorento" acumulan decenas de miles de visitas en Youtube y sus libros, siempre mordaces, figuran en las listas de más vendidos en su país.
"Es verdad que ahora en Portugal es un momento difícil para reír. Es difícil soportar la crisis, la gente vive peor que antes", reconoce Araújo Pereira en referencia a los tres años de recesión y aumento del desempleo en Portugal entre 2011 y 2013, coincidiendo con el rescate financiero.
Sin embargo, es precisamente en esos tiempos menos fáciles cuando más precisamos de la risa, según su teoría. De hecho, afirma sentirse intrigado por la cantidad de epitafios que provocan la carcajada.
"Me sorprende mucho que las últimas palabras de tantas personas, cuando van a morir, tengan un toque de humor. Recuerdo el ejemplo de San Lorenzo, un santo que murió literalmente en la parrilla, asado, y de quien dicen que antes de expirar exclamó: De este lado ya está, pueden dar la vuelta", señala.
En su opinión, la risa tiene la propiedad "de ayudar a lidiar con la desgracia, haciéndola más fácil de soportar", lo que supone "una experiencia muy humana y esencial".
Araújo Pereira defiende que el humor "no tiene tanto poder como muchos piensan" y su capacidad para modificar la sociedad "es muy limitada".
"La gente dice que el humor es un arma, y tienen razón. Pero es el arma de los débiles, de quienes no tienen acceso a las de verdad", subraya.
A pesar de esa imposibilidad de influir de forma decisiva en el rumbo de la sociedad, al artista luso -periodista de formación- le mueve la certeza de ayudar a sus compatriotas a llevar mejor los malos momentos.
"Me emociona mucho que haya gente que me escucha por la radio cuando va al trabajo, mientras está en el atasco, y que cuando me ve por la calle me pare y me dé las gracias. Es injusto porque en realidad yo no estoy haciendo un favor a nadie, es mi trabajo, me pagan por eso, pero el hecho de que lo hagan me conmueve", afirma.
El humorista resta misterio a su profesión y la ve comparable "con cualquier otra", en contraste con la mística que le rodea.
"Las personas me preguntan mucho si no me da miedo que un día deje de hacer gracia. Pero es absurdo, es como si un fontanero temiese que llegue el día en que no sabrá arreglar grifos, el mío es un trabajo normal, que se entrena", razona.
Un libro, una conversación captada de soslayo o la frase de un político son fuentes de inspiración para Araújo Pereira, quien arrancó su carrera como guionista en 1998 escribiendo textos para otros humoristas hasta que decidió probar por su cuenta.
Admite sin ambages que el fin de la crisis que comienza a vislumbrarse en Portugal representa "un problema" para él a la hora de encontrar temas, aunque existen alternativas que nunca se agotan.
"La crisis económica puede terminar pero siempre existe la crisis existencial, el morir algún día, y esa crisis es el último reducto, no me la quita nadie", asegura.
"Yo creo que en el cielo, en el paraíso, no hay voluntad de reír, ya que nada va mal, no hay nada que superar, nadie se muere", esgrime convencido Araújo Pereira.
Entonces, ¿mejor en el infierno?. "Exactamente".
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