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EMPRESAS BONILLA

Bonilla exporta a París, Londres y Tokio sus patatas "emblema" de A Coruña

El alcalde de A Coruña, Carlos Negreira (der.), acompañado de César Bonilla (izq.), dueño de "Bonilla a la vista", durante la visita que ha realizado hoy a la fábrica que esta empresa familiar tiene desde 1988 en el Polígono de Sabón, en Arteixo (A Coruña).
El alcalde de A Coruña, Carlos Negreira (der.), acompañado de César Bonilla (izq.), dueño de "Bonilla a la vista", durante la visita que ha realizado hoy a la fábrica que esta empresa familiar tiene desde 1988 en el Polígono de Sabón, en Arteixo (A Coruña).EFE

Bonilla es una empresa casi centenaria que se ha convertido con los años en un "emblema" de A Coruña por sus productos de primera calidad, churros y patatas fritas, en los que ha sabido combinar lo tradicional con lo más innovador y conquistar a exquisitos habitantes de Londres, París o Tokio.

César Bonilla, el dueño de esta empresa familiar, se confiesa "contento y feliz" y con "ganas de seguir trabajando", porque lleva sus 82 años con alegría y la satisfacción de ver crecer "Bonilla a la vista", con una facturación que ha rondado los tres millones de euros.

"Los números no me importan, me gusta lo que hago y hago lo que me gusta", reconoce ante el alcalde de A Coruña, que hoy ha visitado la fábrica que Bonilla tiene desde 1988 en el Polígono de Sabón, en Arteixo (A Coruña), donde trabajan 37 personas, 35 en las churrerías.

Pero los números hablan por sí solos: Bonilla fabrica ocho millones de churros al año, 10.000 a la hora en Sabón; entre cuatro y cinto toneladas de patatas diarias; consume 280.000 litros de aceite orensano al año; entre las seis y nueve de la mañana reparte 25.000 churros en 800 bares y hoteles de la ciudad y área metropolitana; y cuenta con seis churrerías en A Coruña.

Además, fabrica para Madrid, Barcelona y Zaragoza, en España, y exporta sus patatas fritas, algunas gallegas y otras del norte de Francia, a París, Londres o Tokio.

Sin embargo, César Bonilla confiesa que no le impresionan estas cifras porque "hay mucha gente que come" pero sí le satisface que sus trabajadores se releven de padres a hijos, como ocurre en algunos casos, y que su empresa haya visto aumentar la nave de los mil metros cuadrados iniciales a los 3.400 de ahora.

Y es que cuando se le pregunta por las expectativas de crecimiento de Bonilla, su respuesta lo dice todo: sus clientes tradicionales compran los churros un sábado, los congelan y el domingo los desayunan calentitos después de tres minutos en el horno.

"Es un auténtico emblema de la ciudad", dice el alcalde sobre Bonilla a la vista, que debe su nombre a su padre, que era marino.

Negreira ha resaltado en este sentido que la imagen de la empresa se asocia a la ciudad de A Coruña, pues pese a que dio sus primeros pasos en Ferrol en 1932, se estableció en 1949 en la calle coruñesa del Orzán, porque Salvador Bonilla, padre de César, era "un enamorado" de la ciudad.

El regidor ha sostenido que esta empresa, que empezó con un puesto de feria y va ya por la cuarta generación de una familia dedicada a la gastronomía, cuenta con "pequeños secretos" que hacen que sus productos sean de primera calidad, apuesta pese a la crisis y ha sabido internacionalizar sus productos hasta llegar a Francia, Reino Unido o Japón.

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