El carnaval de Cádiz, un humor que se disfruta en la calle
Tras el concurso del Gran Teatro Falla y los primeros actos oficiales, como el pregón o el espectáculo de fuegos artificiales, los verdaderos protagonistas del Carnaval de Cádiz, los ciudadanos, se vuelcan en la calle en esta fiesta en la que, con el humor por bandera, el objetivo es la diversión.
En este primer domingo los grandes protagonistas son los niños que acuden disfrazados a ver la Gran Cabalgata que parte de la plaza Ingeniero La Cierva y discurre por la avenida principal de la capital.
Al paso de la cabalgata lo importante no es la perfección de los trajes sino sacar una sonrisa a grandes y mayores.
Por ello, padres y madres agudizan su ingenio en busca del tipo (disfraz carnavalesco) más original, con el que habitualmente se trata de reflejar algún tema de la actualidad social.
Mientras, en el centro histórico de la ciudad, gaditanos y visitantes, mayoritariamente llegados de las poblaciones de la Bahía y de las provincias vecinas de Sevilla y Málaga, se reparten entre el Carrusel de Coros y la escucha de agrupaciones que se diluyen por los rincones y plazas de la capital.
Las calles son un verdadero hervidero de personas donde se escucha, se vive y hasta se degusta el carnaval, ya que son muchos los bares de la ciudad que instalan una barra exterior para que los ciudadanos consuman productos típicos de la costa gaditana, muy presentes en la fiesta como erizos, cañaíllas, ostiones o tortillas de camarones.
Esta tortilla se hace con una masa frita elaborada con harina, cebolla, agua, sal, perejil y camarones, y suele degustarse en la calle mientras se escuchan las letras y los sones del compás carnavalero.
Es el momento en el que estrenan su repertorio las conocidas como 'chirigotas ilegales', llamadas así porque no participan en el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas (COAC) sino que buscan el reconocimiento del público por medio de aplausos, y de manera espontánea.
La mayoría, al término de su actuación, que tiene lugar en cualquier portal, esquina o rincón de la ciudad, ofrecen a la venta los libretos donde recogen sus letras para costear los gastos del grupo.
También es el momento de los romanceros, con los que los autores, uno o dos a lo sumo, narran una hilarante historia rimada con el apoyo de un tablón donde se muestran imágenes alusivas a dicha historia.
Normalmente siguen la métrica del romance de la literatura española y fuera del COAC cuentan con su propio concurso.
Para quienes, después de estos recorridos callejeros, se quedan con ganas de carnaval existe una carpa abierta hasta altas horas de la madrugada durante toda la fiesta, aunque también existe la posibilidad de guardar fuerzas para el lunes, fiesta local en Cádiz, y volver temprano a la calle para disfrutar de este particular festival de humor callejero.
Durante la semana no habrá tregua para el descanso y se repartirán por los barrios de El Pópulo, la Viña y Santa María, múltiples concursos organizados por peñas y entidades vecinales que atraen a numeroso público para escuchar, de forma menos multitudinaria, sus repertorios preferidos.
En el segundo fin de semana se repetirá el Carrusel de Coros, en La Viña y la Plaza de las Flores, y cada vez son más los que en esos días vuelven a enfundarse su disfraz, en grupos de amigos o familias, dando rienda suelta a su imaginación.
Igualmente se multiplicarán los próximos días los actos gastronómicos -frito popular gaditano, mejillonada popular, gran berza- y festivos que culminan con la quema, el domingo de Piñata, de la Bruja Piti y el Dios Momo, el inspirador mitológico de la ironía, el sarcasmo y la burla que visita cada febrero la Tacita de Plata.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.