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EFESTILO SAN VALENTÍN

Declararse en la España más romántica

Hotel Punta Grande, en la Frontera (El Hierro), uno de los enclaves perfectos para gritar a los cuatro vientos que se está enamorado. La más pequeña de las Canarias, y quizá olvidada, isla de El Hierro, ofrece múltiples rincones para disfrutar pausadamente de unos días de descanso en pareja.
Hotel Punta Grande, en la Frontera (El Hierro), uno de los enclaves perfectos para gritar a los cuatro vientos que se está enamorado. La más pequeña de las Canarias, y quizá olvidada, isla de El Hierro, ofrece múltiples rincones para disfrutar pausadamente de unos días de descanso en pareja.EFE

¿Qué tienen en común San Juan de Gaztelugatxe, la ovetense plaza Daoiz y Velarde, la orilla del río Xunco o la isla de El Hierro? Sí, todos están en España, pero su conexión no es geográfica sino emocional: son lugares perfectos para gritar a los cuatro vientos que se está enamorado.

La antigua villa de Briones (Logroño), en La Rioja, es una excelente atalaya desde la que contemplar en pareja parte del espectacular recorrido del río Ebro, acariciado por los viñedos, con la Sierra de la Demanda al sur y Peñacerrada al norte.

A tan sólo una hora de viaje, en el País Vasco, como surgido del mar por arte de magia, se encuentra San Juan de Gaztelugatxe, un pequeño peñón unido a tierra por un estrecho puente de piedra, al final del cual se halla una ermita del siglo X dominando el horizonte.

Para llegar a ella hay que subir 237 escalones, y los enamorados deben tocar su campana tres veces y pedir un deseo.

Tres horas en coche separan este lugar de la ciudad asturiana de Oviedo, donde ha sobrevivido al paso del tiempo la plaza Daoiz y Velarde, en la que Ana Ozores vivía su pasión amorosa, la protagonista de "La Regenta", la obra maestra de Leopoldo Alas "Clarín".

Siguiendo el recorrido por el norte de España y tras un pequeño viaje de una hora, en el municipio de Cervo, en la costa de Lugo, encontramos el Paseo dos Namorados, que transcurre por la orilla del río Xunco, por el que deambulan las parejas, desde las antiguas fabricas de loza fundadas por el marqués de Sargadelos en el siglo XVIII hasta una pequeña cascada.

Y, por tierras de Extremadura, el emeritense Parque de los Enamorados o López de Ayala, un lugar ideal para los enamorados, entre setos que preservan de miradas indiscretas.

Una pareja observa el atardecer desde el embarcadero de la Gola de Pujol del Parque Natural de L'Albufera (Valencia), uno de los enclaves perfectos para gritar a los cuatro vientos que se está enamorado.
Una pareja observa el atardecer desde el embarcadero de la Gola de Pujol del Parque Natural de L'Albufera (Valencia), uno de los enclaves perfectos para gritar a los cuatro vientos que se está enamorado.EFE

En Castilla-La Mancha, la histórica y monumental Toledo, que durante este 2014 conmemora el cuarto centenario de la muerte del Greco, ofrece románticos paseos por las calles que vieron nacer versos de Bécquer, Garcilaso de la Vega, Lope de Vega o Rilke.

Desde aquí, en menos de una hora en coche, los enamorados pueden llegar a Madrid, donde visitar el famoso Madrid de los Austrias y descubrir sus secretas leyendas. En esta excursión, conviene recorrer la calle de la Pasa, en la que, según la tradición, quien no pase por allí jamás contraerá matrimonio.

Gracias al tren, tan sólo 60 minutos separan las ciudades de Madrid y Valencia, y en esta muchas parejas eligen L'Albufera para recrearse con una puesta de sol desde sus embarcaderos, sumergirse en el silencio de los arrozales, aprovechar la complicidad de su suave vegetación o subirse a una barca de pescadores para mecerse en el rumor de sus interminables canales.

Cerca de L'Albufera, en el noroeste de la región de Murcia, en el límite de los términos municipales de Cehegín y de Calasparra, se halla el pueblo de Valentín, de tan sólo 600 habitantes, que como el resto de pueblos de la zona comparte sus fiestas en honor de su patrón con suelta de vaquillas y encierros.

Desde el aeropuerto de Valencia, un avión permite estar en menos de cuatro horas en el maravilloso archipiélago de las Canarias, en donde la más pequeña y quizá olvidada isla, la de El Hierro, ofrece múltiples rincones para disfrutar pausadamente de unos días de descanso en pareja.

Aquí, en este paisaje volcánico de la última tierra conocida para los navegantes a América, también son célebres sus atardeceres y el carácter de sus gentes, tan abiertas que en muchas casas herreñas se mantiene la costumbre de no cerrar con llave.

Y, fuera del circuito de los grandes complejos turísticos, ofrece lugares con tanto encanto como un parador nacional aislado del mundo, rodeado solo por mar y lava, o como el hotel más pequeño del mundo, de solo cuatro habitaciones y con múltiples reconocimientos por el cuidado con que trata a sus clientes y por la historia que atesora.

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