El paro y la crisis disparan el peso de la economía sumergida en Serbia
Con uno de cada cuatro serbios sin empleo y una crisis casi permanente desde hace 20 años, la economía sumergida supone en Serbia un estimado tercio del total y constituye para muchas familias la única opción para mantenerse a flote.
"La gente se ve obligada a trabajar en negro. No lo hacen porque les gusta, sino porque no tienen otra opción, otro trabajo, y necesitan trabajar", cuenta a Efe Sinisa, dueño de una pequeña carpintería en Belgrado.
Obligado a cerrar hace años un negocio legal, Sinisa evita pagar los impuestos, no declara beneficios y ocupa a un empleado al que no tiene asegurado.
El salario medio de un serbio no alcanza los 400 euros mensuales, mientras que llegan pocas inversiones extranjeras que puedan impulsar la economía y los sueldos.
"El poder adquisitivo es bajo. Nadie compra nada. Es decir, nadie gana nada. Uno se compra los zapatos cuando se le rompen los viejos. El mercado no existe, la producción tampoco", explica.
Como en muchos países en transición, la economía sumergida supone en Serbia un obstáculo para el desarrollo de las empresas y de una economía de mercado, aunque supone un "factor de seguridad" para gran parte de la población.
Una reciente investigación de la Fundación para el Desarrollo de la Ciencia Económica de Serbia y del organismo estadounidense USAID, muestra que Serbia está entre los países europeos con mayor economía sumergida, con hasta un 30 por ciento de negocios ilegales.
Los sectores más afectados son la construcción, con el 43 por ciento; la agricultura, con el 34 por ciento, y el transporte y la hostelería, con el 33 por ciento cada uno.
Las causas, entre otras, son los elevados impuestos que cobran sobre el trabajo, tanto al empleado como al empleador, que entre los dos casi suponen el 70 por ciento del salario bruto entre aportaciones fiscales y a la seguridad social.
El trabajo en negro está tan extendido en el país balcánico que apenas existe conciencia de que se esté cometiendo una infracción.
Según los expertos, el objetivo a medio plazo de Serbia debería ser reducir en 10 puntos porcentuales el peso de la actividad sumergida, hasta el nivel de otros países europeos.
Esa bajada, en un periodo de ocho o diez años, aportaría cada año unos 300 millones de euros a las arcas del Estado, equivalente al 1 por ciento del PIB.
Una meta que, sin embargo, dista mucho de lograrse, según los datos de la Unión de Empresarios de Serbia.
Según el presidente de esta patronal, Dragoljub Rajic, desde 2008 el comercio en tiendas legales ha bajado un 30,4 por ciento.
"Eso sucedió por dos causas. Una, la caída del poder adquisitivo de los ciudadanos; otra, que en este ambiente de pobreza, muchos empezaron a comprar en los centros de canales ilegales. Estos productos se consiguen por precios entre el 15 y 30 por ciento más bajos", denuncia Rajic en declaraciones a Efe.
"Los ciudadanos tratan de comprar el máximo posible de productos fuera del sistema de impuestos, con lo que hacen daño a todos los que trabajan de forma legal", explica.
Otro problema, según Rajic, son algunas leyes caducas y las altas cargas fiscales, "por lo que cada vez más personas trabajan y ofrecen servicios en negro", a mitad de precio.
Según el representante de los empresarios, el Estado serbio debería acometer una reforma fiscal, mejorar las inspecciones y endurecer las sanciones contra los evasores.
El crecimiento de la economía sumergida comenzó en Serbia en la década de los años 1990 con las guerras balcánicas, que aislaron al país internacionalmente y quebraron muchas antiguas empresas estatales de la época socialista.
"La economía sumergida es la única salida para muchos", asegura Sinisa, el carpintero belgradense, uno de tantos serbios que trabaja "en parte en negro, en parte en blanco".
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