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EMPLEO RESINA

La resina del pino negro, el oro líquido de El Rebollar (Salamanca)

Un pote colocado en un pino de la localidad de Robleda (Salamanca), recibiendo la resina que cae por la zona rasurada del árbol donde se ha aplicado un ácido de color blanco para estimular la caída de la miera.
Un pote colocado en un pino de la localidad de Robleda (Salamanca), recibiendo la resina que cae por la zona rasurada del árbol donde se ha aplicado un ácido de color blanco para estimular la caída de la miera.EFE

La extracción de la resina de pino se ha convertido en los dos últimos años en una de la pocas salidas laborales para familias jóvenes en el suroeste de Salamanca, en los pueblos del Espacio Natural de El Rebollar.

Debido a los incendios forestales de las últimas décadas, los pueblos de El Rebollar, como Robleda, El Payo, El Sahúgo, Navasfrías, Peñaparda y Villasrubias fueron repoblados con el conocido pino negro -por el color de la corteza de su tronco- que es, precisamente, el ideal para la obtención de la miera o resina.

Esta actividad se ha concentrado en España en la provincia de Segovia, sobre todo, aunque también en Valladolid, Ávila y Soria.

A finales de la década de los 80, por la fuerte competencia de la mano de obra en China, la extracción de resina quedó en el olvido y hasta hace cuatro años apenas quedaron un centenar de resineros en Castilla y León.

"Pero los países importadores se han dado cuenta de que la resina de los pinos negros de Castilla y León tiene unas propiedades mejores que el resto", asegura el alcalde de Robleda, José Luis Varas.

Este hecho ha supuesto un incremento del precio de la resina en las últimas tres campañas, motivo por el que ha vuelto a ser rentable, ya que "el kilo de resina se pagó la pasada campaña a 1,05 euros y en esta está a 95 céntimos".

Por esta razón, una veintena de familias de Robleda y El Payo han aprendido este oficio para no tener que abandonar su pueblo y, ahora, dar un paseo por los pinares de esta zona supone contemplar miles de potes, los recipientes donde cae la resina, a ras de suelo, junto a los troncos de pino rasurados.

En estos días de finales de septiembre y con la llegada de las primeras lluvias del otoño, la extracción de resina llega a su fin y será en marzo cuando las cuadrillas la retomen.

En marzo, los resineros se dedican a pelar el pino, es decir, a eliminar la corteza, para a partir de mayo comenzar a realizar las primeras hendiduras en el árbol, que será por donde caiga la resina.

Una vez realizados los cortes, que tienen una anchura de aproximadamente un centímetro, se le aplica una pasta que contiene ácido sulfúrico, que hace de estimulante para que caiga más resina.

Y así, los resineros se encargan de ir haciendo más hendiduras cada dos semanas.

Este tipo de pino, el "pinus pinaster", da una media de unos tres kilos de resina por temporada, por lo que "lo ideal es que cada resinero se encargue de una mancha de unos 5.000 o 6.000 pinos", según José Luis Varas que, junto a su mujer, también ha dado el paso de extraer resina en un pinar de su propiedad.

Los resineros del sur de Salamanca consideran que si se mantienen los precios, la rentabilidad está asegurada, aunque tienen miedo de que en próximas campañas pueda descender.

En los pueblos de El Rebollar, muchos jubilados aseguran que hijos e incluso nietos que en su día emigraron ahora se plantean volver para hacerse resineros, ya que sería un medio para vivir.

Por lo general, los pinares de esta zona son de propiedad pública y las cuadrillas pagan una media de 10 o 15 céntimos por cada pino del que extraen la resina.

Además, los habitantes de la zona consideran que mientras los pinos se usen para extraer resina, disminuirán los incendios forestales, que se cuentan por decenas cada verano en esta zona de Salamanca.

Toda la producción tiene como destino las fábricas donde se manufactura, en las poblaciones segovianas de Coca y Cuéllar.

Carlos García

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