La intolerancia de Venezuela llega hasta San Sebastián con "Pelo malo"
La cineasta latina Mariana Rondón aún se pellizca para asegurarse de que su tercer largometraje, "Pelo malo", está de verdad en la competición oficial del Festival de Cine más importante de España, el Zinemaldia, que ha aplaudido este grito contra la intolerancia que propone la venezolana.
"Me siento muy tranquila y requetepremiada sólo con estar aquí", ha dicho la directora en una entrevista con Efe, celebrada en el hotel María Cristina, centro neurálgico del Festival de cine donostiarra.
"Pelo malo", que participó en el Cine en Construcción de Toulouse, cuenta la historia de Junior, un niño mulato de 9 años que no tiene padre, al que le crece un pelo obstinadamente rizado y cuya obsesión es alisárselo para la foto de la escuela.
Esta determinación del pequeño y el hecho de que es un niño dulce y soñador despierta las alertas de una madre sola y en paro que no quiere por nada del mundo que su hijo sea "diferente", una historia mínima que ayuda al espectador a moverse por los suburbios de la capital venezolana desde la mirada de los vecinos.
"Ella cree que su hijo puede ser devorado si sale al mundo tan desvalido como ella lo ve y no sabe cómo enfrentarlo; lo hace desde un montón de decisiones extremas, y violentas", aporta a Efe la actriz que da vida a esa madre, Samantha Castillo, debutante en el cine, aunque veterana en el teatro.
La directora reconoce que ese fue el punto de partida pero "quería abordarlo desde un lugar no fácil, sino desde la intolerancia que implica amor: cómo se es intolerante y amar, aunque no puedas ser amoroso", precisa.
La decisión de meterse de lleno en este tema, explica Rondón, "viene del hecho de vivir en un país con una situación polarizada en términos políticos donde la vida pública ha terminado invadiendo los espacios privados de las personas".
"Pelo malo" es su modo de llamar la atención y "de pedir que busquemos un espacio donde podamos encontrarnos, donde no nos dejemos llevar por esto".
"Es que Caracas es una ciudad violenta, hostil", añade la actriz, profesora de teatro en el mismo barrio urbano donde se desarrolla la película.
Allí, dice Castillo, "uno tiene que armarse de valor y salir a la calle a enfrentar la vida cada día, porque cada día es una lucha, y la mujer que yo interpreto es esto, un ser humano sin nada, con dos hijos a los que no puede mantener, sola y al límite".
"Y una persona llevada al límite saca lo peor de sí. Y lamentablemente ella está en su peor momento, muestra su lado oscuro", remata.
Estructuralmente, la directora señala que siempre buscó "dejar todo el peso a la mirada".
"Que fueran los ojos y no las palabras las que dijeran qué es lo que estaba pasando ahí: cómo el niño mira a la madre, y la madre a la abuela y a lo último, el espectador, al que confronto para que diga qué es lo que está viendo, en qué lugar se pone en esta historia".
La película está rodada, además, con un sesgo a ras de suelo que podría ser documental.
"Me gusta captar esa energía poderosa que tiene Caracas -explica Rondón- una energía dura donde la gente dice cosas fuertes, donde se vive con desparpajo, y que, de verdad, a mi ese cotidiano, las calles, esos barrios que son los míos, mi espacio, me enamoran", confiesa.
Mariana Rondón estrenó su primer largometraje en 2000, "A la media noche y media", codirigido con Martité Ugás, que es productora en esta "Pelo malo" (con la que se intercambiará el papel en su próximo proyecto común, explican ambas a Efe), que les valió cinco premios internacionales, y después hizo "Postales de Leningrado" (2007).
Esta es la primera vez que la realizadora viene a San Sebastián y ha llegado por la puerta grande.
Alicia G.Arribas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.