Persisten los bloqueos en las carreteras colombianas antes del inicio de la negociación
Cerca de cuarenta carreteras de ocho departamentos colombianos presentan hoy "cierre total", horas antes de iniciarse la negociación del Gobierno con el sector agropecuario para poner fin a una huelga que ya dura nueve días y ha dejado cinco muertos.
La situación más crítica sigue siendo la del departamento de Boyacá, en el centro del país, donde 19 carreteras principales o secundarias están cortadas por bloqueos de los manifestantes, según datos del Instituto Nacional de Vías (Invías) recibidos de la Policía de Carreteras.
El balance muestra que en el país al menos 37 vías presentan restricción total al tráfico, algunas de ellas en diferentes puntos, como consecuencia de los obstáculos puestos por los campesinos.
La huelga fue convocada por un sector de los caficultores pero ha tenido mayor repercusión entre los productores de papa, leche, tomate y hortalizas de Boyacá, un departamento netamente agropecuario que es, además, un importante cruce de caminos entre el norte y el centro de Colombia.
Los otros departamentos afectados por los bloqueos hoy son los de Cauca, Casanare, Cundinamarca, Huila, Nariño, Putumayo y Caquetá.
En Florencia, capital del Caquetá, en el sur del país, decenas de manifestantes obstruyeron ayer la vía que comunica el centro con el aeropuerto de la ciudad, lo que obligó a la intervención de la Policía y terminó en enfrentamiento.
Para tratar de poner fin al conflicto, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, se trasladó ayer a Tunja, la capital de Boyacá, donde acordó con una delegación de campesinos la apertura hoy en esa ciudad de una mesa de negociación.
"He dado las instrucciones para que se acepte la propuesta de los campesinos de Boyacá para que se reúnan en una mesa representantes de Boyacá, de Cundinamarca y de Nariño con los ministros respectivos", dijo Santos anoche, después de la reunión con los campesinos.
El inicio de la negociación no implica el levantamiento inmediato de los bloqueos, pues los dirigentes de la huelga consideran que primero debe restablecerse la confianza entre las partes.
Los campesinos alegan ser víctimas de las importaciones de alimentos, del contrabando, del alto coste de los combustibles y fertilizantes, de la falta de créditos y de apoyo estatal, factores que, dicen, hacen que su actividad haya dejado de ser rentable y, en muchos casos, los obligue a trabajar con pérdidas.
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