Protestas y elecciones ponen en duda el tren de alta velocidad de Brasil
Las protestas por mejores servicios públicos que sacuden a Brasil desde junio y las elecciones presidenciales de 2014 siembran de dudas la licitación del Gobierno brasileño para el tren de alta velocidad entre Río de Janeiro y Sao Paulo, que esta semana fue postergada por cuarta vez desde 2010.
Mientras que los brasileños permanezcan en la calle exigiendo más inversiones en educación y salud y protestando contra el despilfarro de recursos públicos, el Gobierno difícilmente insistirá en el que puede ser el primer tren de alta velocidad de América Latina, especialmente en plena campaña electoral, según fuentes políticas y jurídicas consultadas por Efe.
"Sin duda, el clima de las calles ofrece un motivo adicional para que ese proyecto sea archivado. No hay clima para que ese proyecto sea puesto en marcha en este Gobierno", dijo a Efe el diputado Antonio Imbassahy, legislador por el opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y exgobernador del estado de Bahía.
"El nuevo aplazamiento lanza más dudas sobre el futuro del proyecto. En el debate político surgirán nuevos cuestionamientos sobre su conveniencia debido a su porte y al impacto de las elecciones de 2014", asegura el abogado Henrique Motta Pinto, un especialista en derecho político del bufete Sampaio Ferraz.
A la falta de un clima político adecuado para la licitación se suma el escándalo por corrupción que transcendió en las últimas semanas y que involucra a algunas de las empresas interesadas en adjudicarse el tren de alta velocidad.
Según informaciones filtradas de una investigación en manos del Consejo Administrativo de Defensa Económica, la alemana Siemens admitió haber acordado repartirse contratos de mantenimiento de trenes en Sao Paulo desde 2001 con la francesa Alstom, la canadiense Bombardier, la japonesa Mitsui y las españolas Caf y Temoinsa.
La formación de un cartel ilegal para manipular las licitaciones y un acuerdo en los precios de la puja supuestamente permitió que las multinacionales se repartieran diferentes contratos para la reforma de trenes.
Alstom integra el grupo francés interesado en el tren de alta velocidad, en tanto que Siemens y Caf negocian su participación en los consorcios alemán y español respectivamente.
Pese a que el ministro de Transportes, César Borges, garantizó que el Gobierno continúa interesado en el proyecto y que el concurso será convocado nuevamente dentro de al menos doce meses, políticos y juristas consideran que difícilmente podrá ser realizado antes de las elecciones presidenciales y legislativas de octubre de 2014.
"El asunto lógicamente entrará en el debate electoral pese a que el Gobierno no lo mencionará y a que hará todo lo posible para que caiga en el olvido, ya que se trata de algo muy impopular cuando en las calles se pide prioridad en otras áreas", según Imbassahy.
La decisión, además, pasará a depender del vencedor de las elecciones presidenciales, ya que el proyecto es defendido a capa y espada por la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, pero algunos de sus posibles rivales lo consideran innecesario, costoso e inviable.
Rousseff, que aún no ha confirmado si aspirará a la reelección, lideraba con gran ventaja las encuestas de intención de voto, pero su popularidad viene cayendo en picado desde que los brasileños comenzaron a salir a la calle en multitudinarias protestas.
El senador Aecio Neves, el más probable candidato presidencial por el opositor PSDB, ha solicitado que el Gobierno archive el proyecto por considerarlo un "desatino" en la actual coyuntura.
Según el líder opositor, considerado mayor rival de Rousseff pese a que aún aparece tercero en los sondeos, es "absurdo" que Brasil licite un tren de 35.000 millones de reales (15.217 millones de dólares) en momentos en que millones de brasileños protestan por la falta de inversiones en educación y salud.
El senador alega que mientras el tren de alta velocidad atenderá a 3,8 millones de pasajeros, los metros, en los que el Gobierno no ha invertido ni la decimoséptima parte de lo previsto para el tren Río-Sao Paulo, benefician a 609 millones de pasajeros.
La líder ecologista Marina Silva, segunda en los sondeos de intención de voto, igualmente se opone al tren. "Entre el tren de alta velocidad y educación de calidad, prefiero invertir en la segunda", afirmó la exministra de Medio Ambiente, que fue la tercera más votada en las elecciones presidenciales de 2010.
El proyecto ha estado cercado por polémicas y aplazamientos desde que fue anunciado en 2007.
La licitación ya había sufrido dos aplazamientos igualmente para dar más tiempo a los consorcios interesados, y el Gobierno llegó a realizar una subasta en julio de 2011, pero, como ninguna empresa presentó oferta, tuvo que rediseñar todo el proceso.
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