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Buscarse la vida fuera del paraíso

Las entidades andorranas revolucionan la banca privada española

Miguel Ángel García Vega
Oficinas de BPA en Andorra
Oficinas de BPA en AndorraPASCAL PAVANI (AFP)

Desde hace años, los 78.115 residentes de Andorra vivían en el paraíso. Fiscal, pero paraíso. Sin embargo, sus días como territorio de baja tributación y opacidad están contados. “En muy pocos años esta industria desaparecerá. Estoy segura. Es una cuestión de tiempo”, relata una ejecutiva de un banco andorrano que pide el anonimato. La presión de Bruselas provoca que Andorra ya negocia con la UE el intercambio automático de información fiscal.

La transformación se promete profunda para un país donde el 16% de su riqueza procede de las finanzas. De hecho, los cinco bancos andorranos (Andbank, Grup Crèdit Andorrà, Banca Privada d'Andorra, MoraBanc y BancSabadell d'Andorra) son capaces de manejar 31.089 millones (datos 2011) en recursos. Por eso, y porque el negocio se estanca en estas tierras de nieves, Grup Crèdit Andorrà, Andbank y Banca Privada d'Andorra (BPA) se han fijado en España como una salida natural. El momento resulta propicio, aunque su desembarco ha sido tan fulgurante que ha levantado cierta polvareda en un sector, el de la banca privada, acostumbrado a mayor sigilo.

La reestructuración financiera ha eliminado muchas entidades, y el Banco de España —durante años, reacio a la entrada de las firmas de Andorra— está concediendo fichas bancarias, que cuestan, por cierto, unos 18 millones de euros. Además, “la amnistía fiscal ha supuesto el retorno de una elevada cantidad de dinero procedente de patrimonios catalanes, que han sido históricamente buenos clientes de los servicios offshore andorranos”, apunta el director de un banco privado suizo con sede en Madrid. Y para completar el círculo, muchos usuarios españoles de banca privada han vivido malas experiencias al verse atrapados en las preferentes o en la estafa de Bernard Madoff.

El interés por ganar cuota se ha escenificado en la batalla por Inversis

Por tanto, valiéndose de aciertos propios y de errores ajenos, la banca andorrana está entrando con una ambición nunca vista en el mercado español. Y lo hace con estrategias bien distintas. Sin lugar a dudas, la más agresiva es la del Banco Madrid (propiedad de Banca Privada d’Andorra), que en pocos meses ha adquirido la firma de valores Interdin, la gestora de patrimonios del Banco Valencia, de Nordkapp y de la sociedad Liberbank Gestión. Solamente ha pinchado en hueso (duro) con su intención de adquirir Inversis, pues, al final, en un sorpresivo movimiento, Banca March ejerció su derecho de tanteo y adquirió la entidad por 217 millones de euros. Su intención es vender el negocio de banca privada de Inversis a Andbank (principal rival en esta transacción de BPA) por unos 180 millones. Al tiempo coloca el 50% de Inversis al grupo portugués Orey Antunes. Esta partición tiene sentido, ya que “troceado consigues un mejor precio que vendiéndolo junto”, dice Esteban Sánchez, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI).

En BPA impera el equilibrio en la superficie, pero algo más al fondo se percibe el desencuentro. “No vamos a modificar nada [tras la operación fallida]. Tenemos un plan bien definido y seguiremos ejecutándolo. Proseguiremos con unas tasas de crecimiento que en algunos segmentos llegan al 30% anual, y continuaremos trabajando en otras operaciones. No es la única”, resume José Pérez, presidente de Banco Madrid, el cual, a pesar de tanta templanza, no deja de calificar la operación como “sorprendente”, y el proceso de “singular”.

Este acuerdo de ida y vuelta evidencia la enorme competencia que existe en un sector, y en este caso, entre dos entidades, “con modelos de negocio similares”, narra Sánchez. Así que es fácil que vuelvan a chocar. Porque la apuesta de la banca andorrana por España es muy fuerte, sin embargo, que nadie se crea que las entidades matrices abandonan el mundo offshore. “El negocio tiende hacia un cierto reequilibrio, pero seguirán ofreciendo servicios a sus clientes en países de baja tributación, aunque no sea en Andorra”, analiza Íñigo Martínez, de GBS Finanzas. Una fórmula podría ser crear plataformas en países tan laxos fiscalmente como Hong Kong, Panamá o Singapur.

Desde luego, en esta nueva etapa, a los bancos andorranos les resultará complicado mantener el equilibrio entre el espacio offshore y el onshore (dar servicios bancarios en países sin privilegios fiscales), aunque más difícil será competir en el mercado español. “Hacer banca privada en un paraíso fiscal es realmente fácil. El cliente entra por la puerta —no hay que ir a buscarle— con su cartera y lo que te pide es conservarla y crecer algo”, describe, desde Andorra, un alto ejecutivo de banca. En España cambia el enfoque. “La banca privada española se centra en ofrecer al cliente productos, mientras que la andorrana se basa en gestionar patrimonios buscando un objetivo de rentabilidad”, resume Diego López, managing director de Accenture.

El cerco a los paraísos fiscales les fuerza a un giro radical de estrategia

Y para hacer ese tránsito se necesitan personas. Los bancos andorranos están fichando profesionales españoles de otras firmas a base de ofrecerles elevados salarios. Carlos Alemany, socio director de la empresa de cazatalentos Alemany & Partners, apunta que “hay dos entidades del Principado que ya han contactado con compañías de headhunters. Quieren perfiles con experiencia en banca comercial, no solo privada, y a la vez, que tengan una buena agenda de contactos”.

Esta lista de clientes vale su peso en oro, más aún cuando se dirige, como en el caso de Banco Alcalá (propiedad de Crèdit Andorrà), al escalón más alto: lo que se denomina ultra high network. Inversores que superan los cinco millones de euros en activos líquidos. Esta es la estrategia tanto para España como para Europa (Crèdit Andorrà ya cuenta con presencia en Luxemburgo y Suiza para dar servicio a los impositores portugueses, alemanes y franceses) que han trazado sus responsables. Gracias a ella, Banco Alcalá “cerrará el año con 1.100 millones bajo gestión, que serían 2.000 millones si también incluimos los custodiados”, prevé Frank Martínez, consejero delegado de la entidad.

Pero esta estrategia generalizada de entrar en el mercado español tiene en MoraBanc (309 empleados y 2.368 millones de euros en activos) una reseñable excepción. “No les interesa España”, describe un analista que conoce a fondo la entidad. “Al contrario. Sus directivos creen que la banca privada en nuestro país irá a menos, y para ellos, España solo tiene sentido como espacio donde captar al cliente latinoamericano”. Y esto último parece más fácil hacerlo desde Miami que desde Madrid.

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.

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